TSMC es un pilar en la sombra. Si sacamos un micrófono a las calles y preguntamos por ella, pocos conocen qué hace, pero de su buen hacer dependen, en gran medida, empresas clave en la sociedad moderna como Apple, Nvidia, AMD e incluso Intel.

Esta empresa taiwanesa se encarga, simplificando mucho, de fabricar los chips que otras empresas diseñan. ¿El fascinante Apple M1 Ultra que montan los Mac más recientes? Sale de las factorías de TSMC. ¿El Snapdragon 8+ Gen 1 que montan decenas de smartphones de alta gama? También. ¿La Nvidia GeForce RTX 4090? Efectivamente, es obra de TSMC.

Esto no quiere decir que el gran comportamiento de esos componentes sea gracias a TSMC. Pero, sin duda, su buen hacer sí contribuye a ello. Esto explica por qué, como reflejan los datos de Counterpoint Research, TSMC tiene más del 50% de la cuota de mercado en lo que a fabricación de semiconductores se refiere.

Apple depende en gran medida de TSMC

Parte de esa elevada cuota de mercado es gracias a Apple. La empresa de Cupertino tiene una altísima dependencia de TSMC. Todos los procesadores que diseñan internamente en California son posteriormente materializados en las factorías de la empresa taiwanesa.

Hablamos de componentes fundamentales como los A16 Bionic, los Apple M2 o los SiP que encontramos en los Apple Watch. Chips que no solo son necesarios para el funcionamiento de los productos de la marca; también son la pieza clave que, en muchas ocasiones, marca la diferencia entre los equipos de la empresa norteamericana y su competencia.

Apple, históricamente, ha hecho todo lo posible por tener el control de su propio destino. Intentando diseñar todo lo posible in-house, controlando de cerca a sus proveedores, etc. No obstante, en un sector tan complejo, existen tareas que difícilmente pueden quedar bajo su propio paraguas –sobre todo por la parte económica–. Apple, por lo tanto, hace algunas excepciones a esa filosofía. Y una de ellas es TSMC.

Pero que Apple dependa en gran medida de TSMC no significa que la situación no esté bajo control. La empresa taiwanesa también depende, en gran medida, de Apple. El 26% de sus ventas durante 2021 procedieron de la empresa de Cupertino. Un peso en las cuentas que otorga a Tim Cook una gran capacidad de influencia sobre TSMC.

Apple, Apple Car

Apple tiene la situación bajo control... salvo sucesos extraordinarios

Lo que Apple no puede controlar es el escenario geopolítico que atravesamos. Y, más concretamente, dos amenazas que pueden tener un importante efecto negativo en su futuro: la guerra comercial entre Estados Unidos y China y la amenaza de guerra entre Taiwan (sede de TSMC) y China.

La empresa de Cupertino, ante estos dos potenciales sucesos, se encuentra en una relativa posición de vulnerabilidad. La manufactura de sus productos se produce en su mayoría en China, los chips que diseña se fabrican en las factorías de TSMC en Taiwan, etc.

Para aminorar el impacto de esos potenciales sucesos, la empresa ha estado trabajando en una mayor diversificación de la producción. Concretamente, llevando parte de esas labores a India y Vietnam, donde ya se fabrica un pequeño porcentaje de sus productos. El proceso llevará algunos años en completarse –sobre todo, según algunos expertos, por la falta de mano de obra lo suficientemente cualificada en los países indicados–, pero está en marcha.

¿Y qué ocurriría con TSMC si China decide entrar en guerra con Taiwan? Se trata de un escenario que preocupa a toda la industria tecnológica y, en particular, a Apple. Si TSMC cae, ninguna otra empresa del sector tendría capacidad suficiente como para absorber su demanda. En muchos casos, además, tampoco podrían estar a la altura tecnológicamente.

Ante esta situación casi catastrófica para la industria y, en parte, la sociedad, los diferentes actores involucrados han comenzado a crear salvavidas. Y TSMC en concreto tiene uno prácticamente listo para su utilización: una fábrica de chips en Arizona (Estados Unidos).

TSMC

La nueva fábrica de TSMC en Arizona es el primer salvavidas

El proyecto se anunció en 2020, pero no será hasta 2024 cuando los primeros chips vean la luz. No obstante, la industria estadounidense no ha querido esperar hasta entonces para exponer las bondades de la planta, por lo que esta semana, en Phoenix, figuras como Joe Biden o Tim Cook han participado en un evento organizado por TSMC con dicha finalidad. El primero de carácter público que se produce en las nuevas instalaciones.

TSMC, además, ha aprovechado la ocasión para anunciar la construcción de una segunda planta junto a la inicialmente planeada. En ella se fabricarán chips de 3 nanómetros, más avanzados que los de 4 nanómetros que se esperan de la primera factoría. Las obras arrancarán en 2023 y se espera que la producción empiece en ella en 2026.

Hablar de 3 y 4 nanómetros suena vanguardista tomando como referencia los estándares actuales, pero es necesario precisar que la previsión de la industria es que, entre 2025 y 2026 –ventana en la que se espera la inauguración de la segunda planta de TSMC en Arizona–, salgan al mercado los primeros chips de 2 nanómetros.

Según La Casa Blanca, ambas fábricas serán capaces de satisfacer la demanda de chips avanzados para el mercado estadounidense –no confundir con la demanda total de las empresas estadounidenses, que necesitan muchos más chips para el resto de mercados en los que operan–. Y tanto Apple como AMD y Nvidia estarán entre los primeros clientes.

En total, TSMC invertirá 40.000 millones de dólares en las factorías estadounidenses, una cifra significativamente superior a los 12.000 millones que anunció originalmente en 2020 para la primera planta.

La creación de esta fábrica en los Estados Unidos no supondrá para Apple o el resto de empresas americanas la independencia total, pero sí supone un paso positivo en esa dirección. Uno que llegará acompañado de muchos otros por parte de Samsung, Micron e Intel, quienes también planean inversiones significativas en fábricas locales.

Si la situación geopolítica se tensa aún más, Apple encontrará en esta planta un salvavidas con el que suplir, al menos en parte, la demanda. Y, en caso de que eso no suceda, la creación de la misma ayudará al menos parcialmente a paliar las dificultades que la cadena de suministro lleva enfrentando desde la pandemia.

La puesta en marcha de la planta de TSMC debe ser, por lo tanto, un motivo de alegría para la industria tecnológica americana y para Apple en particular. Pero que los cantos de victoria no generen una falsa confianza. La independencia aún no es una realidad.