Aunque todavía no forman parte de nuestros hogares, constantemente vemos en ferias de electrónica robots que hacen cosas. El robot trompetista de Toyota, los robots a prueba de caídas de Boston Dynamics, los robots mascota Genibo… La lista es interminable. Y no sería extraño que en unas décadas tengamos compañía en forma de robot humanoide que nos ayude en casa o en el trabajo. Pero, por ahora, es un sueño. Como lo fue Elektro, uno de los primeros robots creados por el hombre y que se convirtió en un espectáculo de feria.
Aunque fue en 1921 cuando se estrenó la obra teatral R.U.R. (Rossumovi univerzální roboti) en la que el checo Karel Capek bautizaba con el nombre de robot a las máquinas humanoides al servicio del ser humano, inventores de todas las épocas han soñado con los robots aunque se les llamara autómatas o sirvientes automáticos. Y la literatura, el cine y los videojuegos tampoco se han quedado atrás.
Una de las creaciones más icónicas considerada como robot fue el conocido con el nombre de Elektro y que venía acompañado de su mascota perruna Sparko. De dos metros de altura, Elektro podía hablar, moverse, fumar un cigarrillo e incluso inflar un globo. Estas y otras funciones se pusieron en conocimiento del gran público a través de espectáculos promocionales por Estados Unidos, actuaciones en parques temáticos y apariciones en películas de Hollywood.
Así que mientras los jóvenes de ahora hablan con Siri o Alexa y los que fuimos niños en los 90 nos entretuvimos con el robot Emilio, los infantes del siglo pasado conocieron a Elektro, un robot humanoide de grandes dimensiones que aunque no conozcamos hoy en día, seguramente habremos visto versiones de él en series como Futurama, películas como Ultimátum a la Tierra, juguetes vintage de latón o videojuegos como los de la saga Fallout o Bioshock.
El primer robot humanoide del mundo
Su aspecto era imponente. Más de dos metros de altura, 120 kilogramos de peso. Pero su rostro era amigable. A lo que ayudaban sus funciones de robot humanoide. Para empezar, podía hablar. Gracias a que integraba un grabador reproductor de 78 revoluciones con 700 palabras registradas. También movía brazos, piernas y cabeza. En un total de 26 movimientos diferentes que también incluían contar con los dedos de la mano o fumar. Y con los sensores de sus ojos podía diferenciar entre la luz roja y la verde.
Nada mal para un artilugio que constaba básicamente de engranajes de acero, levas, un esqueleto y pequeños motores cubiertos por una armadura de aluminio que le daba ese aspecto tan característico que se puso de moda en la ciencia ficción durante décadas.
El creador de Elektro fue el ingeniero estadounidense Joseph Barnett, que creó este robot por petición expresa de la empresa para la que trabajaba, la Westinghouse Electric Corporation. El proyecto empezó en 1937 y fue presentado al público dos años más tarde, en la Feria Mundial de Nueva York de 1939. Un evento que marcó un antes y un después y del que hablé con anterioridad en un artículo dedicado a cómo imaginaban el futuro en 1939 y en otro sobre los míticos trenes Mercury y su diseño futurista.
Pues bien. Elektro fue parte de esa feria de inventos y novedades tecnológicas. Y al año siguiente, tuvo también la compañía de su mascota, también robótica, el perro Sparko. Éste también estaba construido con una cobertura de aluminio en forma de perro robot en cuyo interior se movían cables, motores y otros mecanismos. El resultado, una máquina amigable que ladraba, caminaba, movía la cola y se sentaba.
Un invento convertido en espectáculo
Aunque tenía más en común con los autómatas de siglos anteriores o con las máquinas del momento, era la primera vez que se empleaban tecnologías que tardaríamos décadas en ver perfeccionadas para ser realmente útiles. El control por voz, por ejemplo. En el caso de Elektro, debías emplear el auricular de un teléfono de la época para enviar las órdenes. Y éste respondía de aquella manera. Luego, en las conversaciones, iba soltando las palabras sueltas. Pero, insistimos, para ser una máquina creada en 1939, era toda una sorpresa para quienes lo veían en directo.
Con todo, no hay que quitarle mérito. La Westinghouse Electric Corporation, empresa que creó este robot humanoide, llegó a registrar más de 28.000 patentes en Estados Unidos. Colocándose como la tercera empresa con más patentes de la historia. Especializada en electricidad y maquinaria eléctrica, llegó a producir desde turbinas generadoras a motores de avión, motores industriales, televisores, aparatos de radio, planchas y secadoras eléctricas e incluso llegó a participar en proyectos para implementar plantas de energía nuclear o líneas de tren eléctricas.
Todo esto durante la larga vida de una compañía nacida en 1886 y que en la década de 1990 venderá sus divisiones electrónicas y eléctricas para dedicarse a la TV tras adquirir en 1995 la cadena CBS, una de las grandes cadenas en abierto de Estados Unidos.
La apasionante vida de Elektro
Siendo el primero en su especie, no es de extrañar que llamase la atención de todo el mundo. Apareció en publicaciones de la época, se realizaron grabaciones para cine y TV y, como no, su imagen sería explotada como atracción de feria durante sus primeras décadas de vida. Y es que aunque a nivel técnico no dejaba de ser un experimento prometedor pero muy verde todavía, era un gran reclamo para obtener el favor del público y dar a conocer la empresa que lo vio nacer.
Así, durante las décadas de 1950 y 1960 realizó varios viajes por Estados Unidos para que todos pudieran ver en directo sus movimientos, cómo hablaba con el presentador y otras peripecias de la época e inimaginables en un robot, como inflar un globo o fumar. E incluso llegó a ser parte de los espectáculos del Pacific Ocean Park en 1958. En este parque de atracciones, Elektro formaba parte de la tripulación del submarino nuclear Nautilus. O más bien de una réplica a escala del mismo.
El robot humanoide Elektro también hizo sus pinitos en el audiovisual. Su primera aparición fue, obviamente, en 1939 en un vídeo promocional de Westinghouse Electric Corporation en el que se le daba a conocer. El vídeo se titulaba The Middleton Family at the New York World's Fair. Pero su papel más recordado es el de 1960 en la película Sex Kittens go to College. En esta comedia subida de tono interpretaba el papel de S.A.M. Thinko en una escena de nueve minutos acompañado de bailarinas de striptease.
Qué fue del primer robot humanoide
Tras casi treinta años de actuaciones, viajes y apariciones en público, la vida útil de Elektro llegó a su fin. En la actualidad, Elektro forma parte del Mansfield Memorial Musem, situado en la ciudad de Mansfield en Ohio, Estados Unidos. Este curioso museo contaba originalmente con recuerdos y material de la Guerra Civil de Estados Unidos. Pero destaca su colección dedicada a la compañía Westinghouse, que tuvo una de sus fábricas en esa ciudad entre 1918 y 1990 dando trabajo a más de 8.000 de sus habitantes.
De ahí que cuente con 250 de sus productos fabricados entre 1919 y 1970. Y, entre ellos, destaca el primer robot humanoide, Elektro. Si bien es una versión restaurada. Tuvo varias versiones, como la que apareció en la película de 1960. Y algunas de las piezas se perdieron. Con todo, es posible ver a Elektro restaurado en Mansfield, Ohio.
Y en 1992, el grupo de música electrónica Meat Beat Manifesto produjo la canción Original Control (Version 2) en la que aparecen fragmentos de las grabaciones de voz de Elektro con su inconfundible voz robótica de la época y diciendo cosas como Soy Elektro en inglés.
También se le pudo ver en 2013 en la exposición que se realizó en The Henry Ford Musem de Dearborn, Michigan, recordando las Ferias Mundiales de de la década de 1930 y en la que las empresas más punteras de Estados Unidos daban a conocer sus inventos más curiosos.
De Sparko poco se sabe. Si bien existen réplicas de ambos robots, sus vidas se separaron. Hay quien apunta a que fue víctima de un atropello en 1957 en las instalaciones de Westinghouse en California. Otros hablan de que fue desguazado. El caso es que poco o nada se sabe de qué fue del robot original.