Si menciono Streamline Moderne puede que no os diga nada. Este estilo surgió en los años 30 del siglo pasado en arquitectura y diseño de objetos, muebles e incluso vehículos. Se basa en el estilo Art Deco, que tal vez os suene más. Pero aunque no conozcáis estos dos nombres artísticos, sólo tienes que ver algo basado en ese diseño para reconocerlo enseguida. Se trata de un estilo donde predominan las curvas, las líneas horizontales y tiene un aire futurista, un futuro ya pasado que duró entre los 30 y los 60 del siglo XX. Sólo hay que ver una película de esa época para ver edificios, automóviles y elementos del mobiliario basados en el estilo Streamline Moderne.
Pero si mencionamos este peculiar diseño se debe a Mercury, el nombre con que se bautizaron una serie de trenes de gran velocidad que circularon por Estados Unidos entre 1936 y 1959. Estos trenes impresionaron a propios y extraños por su gran velocidad pero especialmente por lo imponente de su aspecto. Vi una imagen de uno de esos trenes en redes sociales, la fotografía coloreada que encabeza este artículo, y me llamó la atención al instante. Se trataba de un ingenio de 1936 pero tenía un aire futurista incluso en nuestra actualidad.
También me recordó a productos de ficción ambientados en la época como la película clásica de Disney The Rocketeer (1991) o Batman: The Animated Series (1992) de Warner Bros. Es más, sólo tienes que ver una película o serie ambientadas en sus años de esplendor para reconocer restaurantes, bares, cines y demás edificios estilo Streamline Moderne, sin olvidar automóviles míticos de entonces y ahora. Un estilo estadounidense que ha permanecido en la memoria colectiva gracias al cine y a algunos de sus iconos.
La historia del Mercury es hija de su tiempo, y con todo, se adelanta al presente. Su responsable fue el diseñador industrial Henry Dreyfuss, que se atrevió a desafiar las convenciones de la época revolucionando el diseño no sólo de trenes sino también de otros elementos que todos los estadounidenses de la época tenían en sus hogares. Diseño e ingeniería de la mano para lograr trenes modernos y rápidos, con velocidades de hasta 130 kilómetros por hora en su mejor momento. Además, fueron un icono tanto en Nueva York como en Cleveland, Cincinnati o Chicago. Varios infortunios y el paso del tiempo obligaron a su jubilación anticipada. Sin embargo, siempre nos quedará su diseño único que sobrevivió a estos trenes tan especiales.
La renovada imagen del tren moderno
Henry Dreyfuss ha pasado a la historia como uno de los diseñadores industriales más importantes de su época, en especial entre 1930 y 1940. En su cartera de diseños encontramos productos tan variopintos como teléfonos, relojes, tractores, termostatos, aspiradoras y, cómo no, locomotoras. Y su estilo fue tan único y futurista que tuvo el honor de diseñar la maqueta conocida como “La ciudad del mañana" para General Electric que formaría parte de la Feria Mundial de Nueva York de 1939. También dejó para el recuerdo varias obras escritas a propósito del diseño tras su experiencia en empresas tan importantes como Polaroid, American Airlines o Bell Telephone.
Pero de su extensa obra, en esta ocasión vamos a detenernos en sus trenes de gran velocidad Mercury, gigantes de la locomoción que unieron diseño e ingeniería y dejaron un legado más allá de su función como medios de transporte interurbano. Es más, resulta curioso que el diseño de los Mercury estuvieran en sus manos, teniendo en cuenta que hasta entonces su diseño más relevante había consistido en una aspiradora marca Hoover. Con todo, la New York Central Railroad, es decir, el Ferrocarril Central de Nueva York, apostó por este ingeniero industrial, con su propia oficina desde 1929, y que sorprendía por sus diseños arriesgados y distintos a la tónica del momento.
Precisamente, el Ferrocarril Central de Nueva York buscaba velocidad e innovación. Algo que Dreyfuss podía darles. Ya en 1934 les había sorprendido con un diseño para otra de sus locomotoras. Y en 1935 le pidieron directamente hacerse cargo de la línea Mercury. El resultado, unos trenes que se veían por fuera como una única pieza metálica con redondeces y líneas horizontales que ocultaban elementos como tuberías o salientes. Una proeza estética y que daba como resultado un tren aerodinámico que alcanzaría los 130 kilómetros por hora.
El diseño en harmonía con lo práctico
Basado en el estilo Streamline Moderne, el primer Mercury se puso en marcha en el verano de 1936. Éste unía las ciudades de Cleveland y Detroit. Al primero le siguió un segundo que hizo la ruta Chicago-Detroit. Luego un tercero que unía Cincinnati con Detroit. Y, finalmente, un cuarto tren, sin el nombre Mercury, que haría la ruta Chicago-Cincinnati desde 1941. Fueron tan bien recibidos estos diseños de trenes aerodinámicos y de gran velocidad que Dreyfuss recibió en 1938 el encargo de rediseñar otra de las locomotoras icónicas de la época, la 20th Century Limited.
Con todo, el nombre Mercury fue anterior a los diseños aportados por Henry Dreyfuss. Toda una campaña de marketing por parte de quienes ponían el dinero, el Ferrocarril Central de Nueva York. Cabe recordar el contexto, una etapa en la que Estados Unidos se recuperaba de la Gran Depresión. Aún así, era necesario generar interés en el tren como medio de transporte eficaz para ganar clientes. Con el nombre de Mercury como bandera, en referencia al dios romano Mercurio, asociado a la velocidad. Es más, en la publicidad de la época se llegó a apodar “El tren del mañana” por su corte futurista tan propio del estilo Streamline Moderne. Y resulta interesante que los diseños de Dreyfuss se acabaran aceptando pese a su enorme coste inicial, lo que obligó al diseñador a emplear locomotoras ya en servicio y vagones viejos.
Los interiores también llaman la atención. Más allá de su exterior gris imponente. Siguiendo con las comodidades de la época, pero modernizándolas hasta extremos impensables hoy en día, Henry Dreyfuss logró crear un espacio interior con diferentes zonas que armonizaban entre sí. Es más, convertían un viaje rutinario en una experiencia única. Vestíbulos, vagones de descanso o áreas de fumadores más próximas a salas de un hotel que al interior de un tren de gran velocidad.
Trenes futuristas absorbidos por el futuro
Por desgracia, no todo en los trenes Mercury congeniaba con su diseño futurista y sus interiores confortables. La práctica totalidad de locomotoras de la serie Mercury empleaban carbón para su funcionamiento, por lo que el paso de los años les pasó factura. Sin ir más lejos, en 1950 se suspenden algunas de las líneas debido a la escasez de carbón. Y aunque el parón es temporal, supone un primer aviso para lo que vendrá en el futuro.
A esto hay que añadir varios accidentes. Con todo, no tuvieron peso en el desmantelamiento de estos trenes. En gran parte, porque no era culpa directa del diseño. Los Mercury corrían a velocidades de entre 120 y 130 kilómetros por hora. Nada malo de por sí. Pero una mala combinación con pasos a nivel mal señalizados, principales causas de accidentes como los de Ohio en 1938, en que el tren arroyó un camión que cruzaba la vía. O el de Michigan en 1940, en que el tren chocó contra un automóvil en un paso a nivel.
Y es que, a pesar de su velocidad y de su prestigio, los Mercury dejaron de operar a finales de los 50. El Cincinnati Mercury, es jubilado en 1957. El Chicago Mercury hace lo propio en 1958. Varios meses más tarde, ese mismo año, el Cleveland Mercury deja de hacer su ruta. Por su parte, el cuarto tren de la familia, conocido como Riley, será reconvertido y dejará de ser lo que antaño fue hasta perder su nombre en 1977.
Nota: La imagen que encabeza este artículo corresponde a un tren Mercury de la línea New York Central, en 1936, en la estación de LaSalle Street en Chicago. Desconocemos la fuente original. La fotografía ha sido coloreada por Patty Allison.