James Cameron decidió no seguir la tendencia de las grandes franquicias de la actualidad y Avatar 2: el sentido del agua no tiene escenas poscréditos. La decisión es una sorpresa. Y no solo porque deja claro que James Cameron tiene una idea consistente y sólida sobre el porvenir de su franquicia.

También por la forma en que analiza cómo su historia puede abarcar varios puntos y dejar abierta la posibilidad de nuevas historias. Todo ello sin recurrir al frecuente recurso de una secuencia extra para mantener el interés del público.

Avatar 2: el sentido del agua está a punto de convertirse en el suceso cinematográfico de la década. La secuela, que supera con creces a la original, es un prodigio visual que, además, enriquece una historia emocional y profunda. La combinación construye un nuevo escenario en el que, probablemente, se basarán todas las siguientes secuelas.

Asimismo, el universo expandido de Pandora, que llegó al mundo del cómic el 22 de noviembre y se extenderá a un videojuego. De modo que se esperaba que tal vez Cameron incluyera alguna insinuación de lo que se puede esperar de la continuación de su proyecto más querido.

Pero no lo ha hecho. El director imaginó un argumento que, a pesar de todas sus líneas abiertas a futuro, funciona de manera independiente. Sin que se necesite cualquier tipo de agregado más allá de la historia en sí — que se extiende durante tres horas —, Avatar 2: el sentido del agua funciona como un pulcro mecanismo narrativo. A la vez, como una demostración de las múltiples posibilidades del argumento creado por Cameron para relatar la historia de Jake Sully y su familia.

Las bondades narrativas de Avatar 2: el sentido del agua

Uno de los puntos más altos de Avatar 2: el sentido del agua es construir un punto de vista acerca de Pandora profundamente emocional. Algo que se esbozó en la película original del 2009, pero que en la secuela se convierte en una exploración total a varios niveles distintos. Cameron, que había prometido que las futuras historias de la franquicia profundizarían en escenarios nuevos, logra una conexión con el planeta como organismo. Mucho más, como un ente vivo que se manifiesta en docenas de maneras distintas. 

Si la primera película narró la forma en que Jake Sully comprendió el poder de Pandora como entorno, la segunda profundiza en su entidad como elemento vivo. Más allá de un territorio nuevo que recorrer, Avatar 2: el sentido del agua es una mirada precisa a la forma en que la fauna y la flora interactúan con los personajes.

En el éxito del 2009, la percepción de Pandora como un medioambiente excepcional capaz de interactuar con sus habitantes deslumbró. Pero en la secuela, la concepción se hace más fluida, profunda y extraña. En especial, al enlazar la percepción sobre la moral, la condición del bien y el amor como parte de la mirada a Pandora como geografía misteriosa.

De modo que, Avatar 2: el sentido del agua es una entidad que medita sobre su existencia a través de todos los seres que la habitan. James Cameron tomó un considerable riesgo creativo al brindar a Pandora la cualidad de esencia de la vida y de la muerte. También de recorrer la percepción sobre sus enigmas como un entramado que, posiblemente, se haga más complejo a medida que se añadan entregas a la saga.

Pandora, apenas el esbozo de un misterio

Con un impactante y emotivo final, Avatar 2: el sentido del agua no necesita de escenas poscréditos para completar su recorrido. Tampoco para añadir explicaciones a un argumento que se basa en una explicación progresiva y bien desarrollada sobre sus personajes. Cameron, que está convencido de la necesidad de convertir a Avatar en una nueva forma de franquicia, triunfa con una decisión de guion meditada. Al mismo tiempo, la concepción de Pandora como una criatura viva, que, a su vez, alberga a otras tantas. 

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Avatar 2: el sentido del agua tiene un inédito estilo de relato global. Uno que, sin duda, será el punto más fuerte de sus posteriores entregas. También del resto de las historias que se narrarán a través de diversos medios. El regreso a Pandora no pudo ser más emblemático, lo cual reivindica la casi década y media de espera por el estreno de la secuela de la historia original.