Una cosa es dormir bien y otra muy diferente tener un buen despertar. Puede que creamos que hemos dormido suficiente; pero, aun así, nos despertemos como si nos hubiese arrollado un autobús. A veces, la fatiga dura incluso para todo el día y se va enlazando con la noche siguiente. Y vuelta a empezar. Para evitar que esto ocurra no basta con dormir 8 horas, también hay que tener en cuenta otros factores. Por eso, un equipo de científicos de la Universidad de California Berkeley ha analizado cuáles son las normas que debemos cumplir para despertar con energía.

Obviamente, como se puede leer en el estudio que acaban de publicar en Nature Communications, una de esas normas es dormir las horas suficientes. Pero hay más. Por ejemplo, es importante realizar ejercicio físico y tomar un desayuno adecuado. Vale, el desayuno lo tomamos una vez que ya estamos despiertos. Sin embargo, si elegimos bien los alimentos, puede que esa sensación del atropello de autobús se desvanezca.

Finalmente, hay otros factores que no se pueden controlar, como la edad o el estado de ánimo. Pero, al menos, modificando los otros, podemos intentar tener un buen despertar, que nos mantenga alerta durante buena parte del día. 

Dormir bien y despertar aún mejor

En este estudio participaron 833 personas, de las cuales buena parte de ellas eran parejas de gemelos. Se optó por incluirles porque sus resultados son muy útiles para comprobar si una cuestión tiene un origen mayormente genético o ambiental. No debemos olvidar que, al contrario que los mellizos, su ADN es prácticamente idéntico, por lo que lo esperable es que tengan los mismos resultados en cuestiones puramente genéticas, pero muestren variaciones en lo ambiental. En este caso, básicamente, se quería poder separar la posibilidad de que haya personas que genéticamente estén mejor dotadas para mantenerse alerta después de dormir.

Todos los participantes tuvieron que contestar unas encuestas sobre sus hábitos. Se les preguntó, por supuesto, por el sueño. Pero también por su alimentación, sus rutinas de ejercicio o su estado de ánimo.

Así, comprobaron que dormir más tiempo y despertarse más tarde por la mañana se relacionaba con un mejor estado de alerta. Lógico. Pero para alcanzar ese estado de alerta también era necesario mantener una buena rutina de ejercicio durante el día. Y desayunar adecuadamente.

Se observó que las personas que tomaban desayunos más ricos en carbohidratos se despertaban en un mejor estado de alerta que quienes basaban su desayuno sobre todo en las proteínas. Pero, ojo, pues al hablar de carbohidratos no podemos confundirnos con los azúcares libres procedentes de zumos, galletas o bollería. 

Esto se comprobó dando a algunos de los participantes una bebida de glucosa pura como desayuno. En esos casos, la sensación de alerta se redujo drásticamente, por lo que los picos de glucosa en el desayuno se pueden ver como algo negativo.

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Limitaciones y lo que no se puede controlar

El cuarto factor que mejoró la situación de alerta de los participantes fue su juventud y su estado de ánimo. No obstante, esto es algo que lógicamente no se puede controlar, por lo que habría que centrarse sobre todo en los otros tres factores.

En cuanto a las limitaciones del estudio, es importante remarcar que el estado de alerta de los participantes fue informado por ellos mismos. Por eso, puede tener sesgos que, además, impiden comparar fácilmente a unas personas con otras. Esto es algo que los autores del estudio esperan medir de una forma más específica en futuras investigaciones, así que aún queda mucho por aprender. Mientras tanto, no está de más realizar ejercicio físico y tomar un desayuno saludable cada mañana, además de dormir al menos 7 horas al día. La alerta al despertar será uno de los muchos beneficios que podemos obtener.