Cuando la serie The Walking Dead se estrenó el 31 de octubre del 2010, se trató de un experimento arriesgado. Después de todo, era una adición televisiva al superpoblado género de zombis. Una que, además, tenía la responsabilidad de adaptar un cómic en la que el monstruo era un símbolo de dolor en lugar de uno de terror. Todo un giro argumental que se alejaba de la mayoría de las ultraviolentas historias relacionadas con los no muertos. 

En realidad, la obra de Robert Kirkman, que puede verse en Disney+, plantea un futuro apocalíptico, en que los llamados caminantes son el menor de los problemas. Lleno de dobles lecturas sobre la degradación de la naturaleza humana, el miedo a la diferencia y la violencia, el texto original es un clásico.

También es un recorrido extenso a través de diferentes escenarios, líneas de tiempo y situaciones cada vez más complejas ¿Podría su versión en live action mostrar un mundo semejante?

Un riesgo calculado para The Walking Dead

AMC tomó el riesgo y lo convirtió en un éxito sorprendente. En especial, gracias al guionista Frank Darabont, que transformó al piloto en uno de los programas más vistos de la televisión norteamericana del 2010.

Se trató de una mirada cuidadosa no solamente al género del terror — con el que The Walking Dead está emparentada — sino con el sufrimiento humano. La historia de Rick Grimes (Andrew Lincoln) y su batalla por sobrevivir después de la caída de la civilización tenía algo de épico. Pero también de una dolorosa percepción sobre la pérdida

Darabont, famoso por ser el responsable de varias de las mejores adaptaciones de Stephen King en el cine, tomó el argumento del cómic y lo profundizó. También lo convirtió en una batalla en contra de fuerzas cada vez más violentas e imparables.

The Walking Dead

Al mismo tiempo, en una exploración acerca de la fragilidad, el dolor y la angustia humanas en mitad de una situación devastadora. La cualidad de The Walking Dead para separarse por completo de historias similares la convirtió en un icono televisivo casi de inmediato. Pero también en una extraña mezcla de narraciones y giros argumentales que la transformaron, una década después, en un universo entero.

Un largo recorrido a través de tierras áridas

Más de diez años después, The Walking Dead es un fenómeno de masas. A pesar de la irregular calidad de sus temporadas y la pérdida progresiva de público. Pero, con todo, el universo se ha expandido hasta regiones por completo nuevas que van desde spin-offs hasta webisodios. Para bien o para mal, la larga y accidentada historia de un grupo de sobrevivientes en busca de la redención se extendió en terrenos nuevos. La serie, además, marcó un hito en un tipo de relato que batalló contra el tedio de su extensión y la inevitable separación del material de origen.

No obstante, el mayor reto de The Walking Dead y todas sus producciones relacionadas fue vincular a una nueva audiencia a sus diferentes mundos. Desde Fear The Walking Dead hasta The Walking Dead: World Beyond, todas las narraciones se unen para sostener un discurso único.

El de comprender hasta qué punto la civilización es parte de una conexión profunda con lo que consideramos humano. La evolución de sus personajes permitió al argumento profundizar sobre temas como el desarraigo, la soledad y el sufrimiento colectivo. También convertir lo que podría parecer una historia gore en medio de códigos de terror en un drama inteligente y bien construido. 

The Walking Dead y su extraordinaria capacidad para seguir sorprendiendo

Con 147 capítulos estrenados, The Walking Dead ha tocado casi todos los sentimientos, contradicciones y perspectivas acerca de la supervivencia. ¿Por qué sobrevivimos? ¿A qué precio tratamos de encontrar un equilibrio entre la fe y el miedo en un mundo devastado? Son preguntas que la producción se planteó desde sus inicios, pero que poco a poco exploró en lugares nuevos. En especial, al demostrar la importancia de construir un universo en que ningún personaje es del todo imprescindible

Uno de los grandes logros de The Walking Dead es su capacidad para sorprender a la audiencia. Sus giros argumentales van desde lo desgarrador hasta lo aterrador. Muertes, traiciones, la pérdida de la esperanza solo para demostrar después el valor del espíritu humano tras una debacle total. The Walking Dead supo balancear la idea más profunda sobre lo sensible y evitar los caminos comunes en narraciones semejantes. En especial, al analizar con cuidado la cualidad de sus figuras centrales como espacios grises morales. Con villanos capaces de llorar y héroes dispuestos a matar, la serie siempre trascendió cualquier explicación sencilla. 

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AMC

Al final, una despedida necesaria

Durante años, se debatió sobre la extensión de The Walking Dead. En especial, después de perder a buena parte de su elenco original. Pero, en realidad, la producción se trasladó por hilos narrativos frescos que se hicieron cada vez más importantes para sostener su esencia. Poco a poco, la producción encontró una manera de elaborar un discurso que pareciera poco usual, incluso once años después de su primer capítulo. Lo logró, además, a base de mezclar el material original con ideas mucho más elaboradas y complejas

Para su última temporada, The Walking Dead mostró los rigores de la avaricia y, en su penúltimo capítulo, la aparente muerte de la esperanza. Un truco habitual que, hasta ahora, le ha permitido sorprender a su audiencia y que, quizás, sea el punto más relevante de su último capítulo.

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¿Cuál será la moraleja en esta larga historia de dolor, zombis y supervivencia? Es probable que el secreto radique en que no hay ninguna. La naturaleza humana siempre será imprevisible, bondadosa y malvada a la vez. Un monstruo y un héroe mezclados entre sí para crear una figura poderosa incluso en las peores circunstancias. Tal vez, el punto más poderoso que The Walking Dead deja como legado.