Desde principios de 2020, las videollamadas se han convertido en la norma. Si bien antes tenían lugar de forma esporádica; durante el confinamiento se convirtieron en la principal forma de comunicación en empresas, escuelas y todo tipo de grupos. Este tipo de llamadas suele imitar lo suficientemente bien la comunicación 'en vivo'. No obstante, cuentan con un componente que no tenemos cuando estamos hablando en persona con alguien más: una vista de nosotros mismos.
En un pequeño recuadro, cualquier persona puede ver el "reflejo" de sí misma frente a la pantalla. Ahora, en un mundo donde las videollamadas son el pan de cada día, las personas han pasado de mirar su reflejo un par de veces durante su jornada, a mirarlo durante horas seguidas. Por esto, Rozanne Felig, candidata al doctorado en Psicología Social en la Universidad del Sur de la Florida; junto a Jamie Goldenberg, profesora de Psicología en esta misma institución, han decidido hacer un estudio sobre los efectos de esta 'actividad'.
Publicado en The Conversation, ambas psicólogas han logrado demostrar que verte por horas al día en Zoom podría afectar gravemente a tu salud mental. Esto es incluso más serio si eres una mujer, comentan en su estudio.
Somos psicólogas que estudiamos la atención que la sociedad presta a la apariencia de las mujeres y las consecuencias de este constante escrutinio. Nos fascinó de inmediato la nueva dinámica creada por el mundo Zoom.
Aunque es fundamental para la seguridad pública durante la pandemia, creemos que las clases virtuales, las reuniones y demás conducen a centrarse continuamente en la propia apariencia; algo que, según las investigaciones, es perjudicial para la salud mental, especialmente de las mujeres.
Rozanne Felig y Jamie Goldenberg para The Conversation
La autocosificación, la grave consecuencia de la cosificación a mujeres
La cosificación es un fenómeno real. Usualmente suele demostrarse en forma de cosificación sexual, y llega cuando las partes de un cuerpo son percibidas de manera separada a la persona a la que están vinculadas. Quitándole todo el valor como ser vivo, y consumiéndolo como simples formas. Esto es bastante común verlo en anuncios, donde usualmente se cosifica el cuerpo femenino para vender un determinado producto. Por ejemplo, un sixpack de cervezas posicionado junto a los pechos de una mujer. ¿Qué tienen que ver con el consumo de alcohol? Absolutamente nada.
Aunque la cosificación no entiende de géneros, es bastante más claro que las mujeres suelen ser afectadas por este fenómeno en mayor medida que los hombres. Por esto, es obvio que una mayor parte de la población femenina se verá perjudicada por la autocosificación, al menos en comparación a la masculina.
La psicología detrás de la autocosificación
De hecho, un artículo de la SAGE Journals explica este fenómeno con bastante claridad:
La teoría de la cosificación postula que las niñas y las mujeres suelen ser aculturadas para interiorizar la perspectiva de un observador como visión primaria de su yo físico. Esta perspectiva del yo puede conducir a la vigilancia habitual del cuerpo, lo que, a su vez, puede aumentar las oportunidades de las mujeres de sentir vergüenza y ansiedad, reducir las oportunidades de alcanzar estados de motivación máximos y disminuir la conciencia de los estados corporales internos.
SAGE Journals
Asimismo, un experimento publicado en el sitio web Frontiers confirma las desventajas de la cosificación y su vinculación con internet. En su experimento, midieron la respuesta cognitiva, emocional, conductual y psicológica del enfoque de distintos participantes en su aspecto físico.
Con ello, lograron demostrar que estar cerca de espejos, tomar fotos de sí mismo o sentir que tu apariencia está siendo diseccionada por terceros aumenta los niveles de autocosificación. Así, tenemos la receta perfecta para el desastre durante videollamadas; y es que es una de los pocos eventos donde todos estos sistemas de evaluación entran en juego.
"La autocosificación se ha definido como la preocupación por la propia apariencia física debido a la interiorización de la perspectiva de un observador cosificador sobre el propio cuerpo (Fredrickson y Roberts, 1997), de forma que "los individuos piensan y valoran más su propio cuerpo desde una perspectiva de tercera persona, centrándose en los atributos corporales observables (p. ej, "¿Cómo me veo?"), más que desde una perspectiva en primera persona, centrándose en atributos corporales privilegiados o no observables (por ejemplo, "¿De qué soy capaz?" o "¿Cómo me siento?")".
Frontiers
Las consecuencias de este comportamiento en mujeres
La autocosificación puede llegar a tener consecuencias devastadoras. Después de todo, pensar en ti como un objeto puede llevarte a cambiar la manera en la que te miras, y también cómo te comportas.
Según comentan desde The Conversation, este comportamiento lleva a hombres y mujeres a concentrarse en su apariencia física de manera exagerada. Sin embargo, confirman que las mujeres pueden llegar a enfrentarse a consecuencias más severas.
Este comportamiento resulta en una "carga cognitiva" sobre las mujeres. De hecho, un estudio llevado a cabo en 1998 arrojó resultados aterradores al poner a mujeres frente a un espejo, mientras iban vestidas con un nuevo traje de baño. La autocosificación provocó que las mujeres tuvieran peores resultados al enfrentarlas a problemas matemáticos. En los hombres, sin embargo, no se obtuvieron resultados que demostraran afectación a esta experiencia cosificadora.
Durante este mismo experimentó se evidenció que la vergüenza causaba que las mujeres dejaran de comer. Por supuesto, demostrando que la cosificación tiene consecuencias físicas, psicológicas y de comportamiento.
Altos niveles de autocosificación se traducen en consecuencias para la salud mental de quien la padece. Entre ellas, depresión, ansiedad exponencial hacia la apariencia propia, trastornos de la conducta alimentaria, y muchos más.
La autocosificación también lleva a las mujeres a distanciarse, en cierto modo, de su propio cuerpo. Esto puede provocar un peor rendimiento motor, así como dificultades para reconocer los propios estados emocionales y corporales. Un estudio demostró que las chicas propensas a la autocosificación tenían menos coordinación física que las que mostraban menos autocosificación.
The Conversation
Cómo podemos reducir el daño causado
Hasta ahora no parece existir ninguna investigación que explore la conexión entre la autocosificación y las videollamadas. Sin embargo, sí que existen algunos estudios que confirman que las preocupaciones no están basadas en nada.
En un estudio publicado en la Wiley Online Library, los investigadores demostraron que las mujeres que pasaban más tiempo enfocándose en su apariencia durante videollamadas, también se volvían menos satisfechas con la misma. El uso de funciones de Zoom para retocar la apariencia también fueron más evidentes en esta población de personas, mientras que también pasaban más tiempo mirándose a sí mismas durante las videollamadas.
No obstante, existen algunas cosas que podemos hacer para minimizar los riesgos. Entre ellos, tenemos el de usar la función para ocultar tu imagen de la conversación. Esta opción no apagará tu cámara, por lo que el resto de participantes podrá seguir viéndote; sin embargo, estarás libre de tu propio recuadro.
Aunque es una solución a corto plazo y puede ayudar a muchos, es bastante improbable que todos sigan este consejo. En un mundo donde la apariencia física de las mujeres importa más que la de los hombres y puede traducirse en beneficios económicos y sociales; podrías sentirte en desventaja si no estás en posibilidad de controlar tu aspecto. Una conducta que, aunque para nada beneficiosa, resulta comprensible.
Una gran cantidad de investigaciones previas sugieren que las llamadas de Zoom son una tormenta perfecta para la autocosificación y que los daños afectan desproporcionadamente a las mujeres. Parece que el terreno de juego ya de por sí desigual para las mujeres se agrava en las interacciones sociales en línea. Cualquier pequeño respiro para dejar de mirar una proyección literal de ti mismo será una ganancia neta para tu bienestar, especialmente para las mujeres.
The Conversation