Fotopenes, comentarios humillantes, mensajes directos con amenazas, filtraciones de contenido íntimo, suplantación de cuentas en redes sociales… Estos son algunos de los hechos a los que las niñas y adolescentes se enfrentan cada día en internet. Un espacio, el virtual, fundamental para su desarrollo social, pero en el que la ciberviolencia machista es una constante. Amparados por un falso anonimato, miles de jóvenes han encontrado en las redes nuevas formas de validarse a través de la reproducción de la misoginia más rancia.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, los adolescentes son el grupo en el que más ha aumentado el número de víctimas de violencia machista. También el de denunciados, siendo más del 70 % menores de 18 años. Unos datos alarmantes que evidencian la desprotección de nuestras niñas y adolescentes frente a la violencia, también en el mundo digital.
El Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad recoge que en menos de 10 años, en España, se han multiplicado por cinco los delitos de contacto mediante tecnología con menores de 16 años con fines sexuales. Nuestras niñas y niños están en peligro, pero la educación digital aún brilla por su ausencia. La ciberviolencia machista es una de las más extendidas amenazas de internet y para abordarla es preciso conceptualizarla correctamente.
Las dos caras de la violencia machista digital
Andrea Acuña Rodríguez es psicóloga clínica especializada en violencia de género y en Hipertextual hemos hablado con ella para comprender mejor este fenómeno. “En internet cohabitan principalmente dos formas de violencia machista, la interpersonal y la simbólica”, nos dice. La primera es la que la mayoría de la gente reconoce con más facilidad y se ve favorecida por el anonimato virtual. “La impunidad que sienten en las redes da rienda suelta a su misoginia y tras una pantalla les resulta más sencillo deshumanizar a su víctima”.
La violencia simbólica está más normalizada. En palabras de Acuña, “esta abarca desde los filtros, pensados mayoritariamente para mujeres, al porno o los likes, una de las formas más evidentes de jerarquización social en redes”. Para nuestra experta, los perfiles más recompensados son aquellos que mejor encarnan los estereotipos de género. “Los perfiles con mayor capital social son perfiles que encajan en lo normativo y a su vez dictan la norma”, pues son los más imitados.
Instagram: casilla de salida para la ciberviolencia machista
Una investigación realizada por el Instituto de las Mujeres reveló que el 80% de las jóvenes entre 16 y 24 años han sido víctimas de ciberviolencia machista. Las situaciones de acoso sexoafectivo son las más frecuentes. En concreto, los mensajes que insisten en un encuentro sexual después de haber rechazado a esa persona y los comentarios y fotos sexualmente explícitos no solicitados.
Aunque también son comunes otras conductas como los insultos y las amenazas, las humillaciones tras una negativa o la difusión de contenido íntimo real o directamente falso. Comportamientos en las redes que reflejan la peor cara del machismo imperante en la sociedad, también entre los más jóvenes.
A pesar de que se trata de situaciones habituales en todas las plataformas digitales, Instagram parece ser la que más refleja este tipo de dinámicas. Debido a su configuración y su volumen de uso, la investigación denuncia que todos los tipos de ciberviolencia machista se originan principalmente en esta red social. La cual, sin duda, constituye un entorno propicio para la violencia digital contra las mujeres, tanto en su versión interpersonal como simbólica.
No obstante, ni la frecuencia ni la crudeza de estos abusos virtuales parecen ser suficientes como para que se dé la voz de alarma necesaria para garantizar la seguridad y la integridad digital de niñas y adolescentes. Según el mismo estudio, un 65% de las jóvenes que sufren esta ciberviolencia machista nunca ha pedido ayuda. Lo que evidencia que los mecanismos socioculturales para la normalización de la violencia contra las mujeres continúan funcionando a la perfección desde edades alarmantemente tempranas.
Quedarse en la cama o dejar de comer: la realidad de la ciberviolencia machista
Para la experta Andrea Acuña Rodríguez, las consecuencias de esta violencia digital son múltiples y dependen de varios factores. Aunque, sostiene, “en general, una gran presencia en redes, en el caso de las chicas, es un factor de riesgo para un debut sexual precoz, el desarrollo de un trastorno alimenticio o la hipervigilancia sobre su propio aspecto”.
Acuña también destaca el peligro que supone el libre acceso a la pornografía desde edades cada vez más tempranas. “El alto consumo de porno en varones correlaciona positivamente con una mayor presencia de actitudes machistas”, comenta. “El porno mainstream erotiza la violencia, haciendo muy probable que en las primeras relaciones sexuales a muchas chicas les tiren del pelo, les escupan, las ahorquen o intenten alguna práctica no consensuada”.
En términos cuantitativos, la investigación del Instituto de las Mujeres refleja que en torno al 60% de las adolescentes afectadas sintieron inseguridad, asco, impotencia y miedo. Muchas, además, se sintieron culpables. Y hasta un 40% de ellas llegaron a declarar haber entrado en depresión, tenido episodios de ansiedad o paranoia y haber desarrollado trastornos de la alimentación.
En opinión de Andrea Acuña Rodríguez, las redes sociales son otro mecanismo más a través del cual los agresores ejercen su control. De este modo, “las víctimas no se libran de su agresor aun estando en diferentes espacios”. “Resulta muy difícil, por ejemplo, cortar la comunicación con una pareja abusiva si puede contactar contigo por WhatsApp, Instagram, TikTok, Twitter, Telegram…”.
Posibles soluciones ante un panorama de violencia machista digital desolador
Para las jóvenes participantes en la investigación del Instituto de las Mujeres, la responsabilidad de las plataformas digitales es fundamental. Algo en lo que queda mucho, cuando no todo, por mejorar. Sugieren la creación de protocolos de emergencia para situaciones de ciberviolencia machista y facilitar el proceso de denuncia. Algo que también le solicitan a las Administraciones.
El Parlamento Europeo, por su parte, sostiene que es urgente definir un instrumento legislativo apropiado para combatir la violencia de género digital. Una medida que apoyan desde Abogadas para la Igualdad. Almudena López, abogada en ejercicio y presidenta de la organización, defiende la importancia de “crear una definición única y entender la ciberviolencia machista como una extensión más de la violencia de género”.
López sostiene que los mecanismos jurídicos actuales son insuficientes. Aunque muchas de las conductas de la ciberviolencia machista están recogidas de forma genérica en la legislación, el problema está en los medios para su investigación. “Muchos de estos delitos pueden cometerse desde el anonimato, creando perfiles y cuentas falsas”. La amplia difusión y la inmensidad del mundo virtual, declara, “pueden dejar impunes muchas conductas delictivas”. Por lo que apuesta por una política internacional uniforme y por una dotación de medios materiales y tecnológicos suficiente. También por poner en marcha políticas de prevención.
En opinión de la psicóloga clínica Andrea Acuña Rodríguez, lo más importante es formar. “Nunca me cansaré de decirlo, este tipo de cambios sociales se llevan a cabo a través de la educación”, explica. Apuesta por educar a niños y niñas desde edades tempranas, pero también a los profesionales. Una medida fundamental en el camino hacia una sociedad más igualitaria.