Hace algunos años, escribir juntas las palabras Chromebook y gaming habría sido no solo absurdo, sino imposible. Estos ordenadores nunca han tenido el hardware necesario para ser considerados equipos gaming. Y la plataforma, asimismo, nunca ha sido desarrollada con dicha finalidad –más allá de algún juego ocasional disponible en la Play Store–.
Sin embargo, la historia es diferente en 2022. Y la clave tras el cambio no es otra que el cloud gaming. Pese al reciente cierre de Stadia, el juego en la nube ha llegado para quedarse. Nadie duda de si este será o no un estándar; la pregunta aún en el aire es cuándo se producirá la transición masiva hacia esta solución. Es decir: ¿en qué momento los usuarios abandonarán de forma masiva sus consolas convencionales o PCs en favor de este tipo de servicios?
Google, consciente de esta situación –o, más bien, de ese futuro cercano–, ha empezado a preparar el terreno con una línea de Chromebooks gaming de la mano de tres marcas: Lenovo, Acer y ASUS.
En Hipertextual, para conocer más de cerca de qué se trata esta propuesta y qué puede llegar a ofrecer, hemos probado durante varios días el Acer Chromebook 516 GE, un portátil de 16 pulgadas con un procesador Intel Core i5 de duodécima generación bajo el capó y pantalla de 120 Hz. No obstante, la variante que llegará a España tendrá un Core i7 (también de duodécima generación), por lo que, a menudo, haremos referencia a ella.
¿Qué es un Chromebook gaming?
Esta probablemente sea la principal pregunta que se haga mucha gente. ¿Qué define exactamente a un Chromebook gaming respecto a un Chromebook normal o un PC diseñado para esa misma finalidad?
Los Chromebook gaming, en primer lugar, no tienen una GPU dedicada –como sí encontramos en los PCs de este tipo–. No la tienen porque, evidentemente, no la necesitan. La idea de Google es que quienes compren uno de estos equipos jueguen utilizando servicios en la nube. Por lo tanto, el grueso del procesamiento gráfico no se realiza de manera local, sino en un servidor remoto.
Lo que sí tienen los Chromebook gaming son otros atributos propios de un PC gaming, como pantallas con una alta tasa de refresco (hasta 144 Hz en algunos modelos). La explicación es simple: una pantalla que funciona a 120 Hz muestra el doble de imágenes por segundo que un panel de 60 Hz. O lo que es lo mismo: el lapso de tiempo entre cada imagen es menor. Por lo tanto, si entra un enemigo en escena, en una pantalla de 120 Hz lo verás unos milisegundos antes que en un panel de 60 Hz.
El único requisito para aprovechar esa virtud es que tanto el servicio de cloud gaming como el videojuego en sí deben funcionar a 120 Hz. Los títulos pensados para Xbox Series X ejecutados a través de Xbox Game Pass, por ejemplo, funcionan a esa tasa de refresco.
Por otra parte, elevar el número de hercios también hace que todo se sienta más fluido –las animaciones del sistema, las transiciones de los videojuegos, etc.–, por lo que la experiencia global mejora tanto en el propio videojuego como fuera de él.
Los Chromebook gaming también tienen un teclado similar al de los PCs de este tipo. El del Acer Chromebook 516 GE que hemos podido probar tiene retroiluminación RGB, teclas con un recorrido y tacto acorde –pensados para obtener la mejor respuesta durante el juego–, etc.
El modelo que hemos probado cuenta, además, con lo último en conectividad, algo que, si es importante en cualquier máquina destinada al gaming, lo es aún más en una que basa su experiencia en la nube. Concretamente, este modelo tiene Wi-Fi 6E, además de un conector RJ45 en el lateral para cables Ethernet.
Una experiencia tan buena como el servicio de cloud gaming lo permita
Este Chromebook gaming es, simplemente, tan bueno como los servicios de cloud gaming.
Acer ha incorporado en este PC todos los ingredientes necesarios para ofrecer una gran experiencia. Una pantalla de 120 Hz, un teclado RGB acorde al tipo de producto, una suite de conectividad avanzada… Sin embargo, y a diferencia de los equipos convencionales, que este ordenador entregue una buena experiencia no depende en su mayoría de sí mismo, sino del servicio de cloud gaming que se esté utilizando.
Microsoft, Amazon y Nvidia son los encargados de procesar el videojuego en cuestión en sus servidores, asegurarse de que todo se hace con la menor latencia posible, etc. Si el servicio no está a la altura, prepárate para sufrir. No importa si tienes el mejor PC de la historia.
Por suerte, estos servicios sí están a la altura. El mejor en términos de rendimiento es Nvidia GeForce Now, sobre todo si contratas el plan más avanzado, que permite activar opciones como el 4K, los 120 FPS o el Ray-tracing. No obstante, la experiencia también es bastante buena con Xbox Game Pass, cuyo rendimiento ha mejorado mucho recientemente.
Es importante hacer énfasis en que el reto en este tipo de servicios no es la resolución, la calidad de los gráficos, la tasa de Hz o tecnologías como RTX. Es la estabilidad y la latencia. Los servicios de cloud gaming actuales están cerca de lograr la perfección en estos campos. Y tanto el Acer Chromebook 516 GE (con una conectividad de primer nivel, por ejemplo) como las redes de fibra óptica que tenemos casi como estándar en España allanan el camino. Pero eso no quiere decir que no sean sensibles a leves incrementos de latencia o puntuales caídas en la calidad de vídeo –sin llegar a niveles catastróficos en ninguno de los dos casos–.
Si la experiencia en una consola de última generación es un 10 en consistencia, se podría decir que en estos servicios oscila entre un 8 y un 9. Una estabilidad más que suficiente como para jugar de forma satisfactoria y sin desesperarse, pero sin llegar a esa perfección absoluta que sí ofrecen otras plataformas.
¿Lo bueno? Que los servicios de cloud gaming están en constante mejora. Y, teniendo en cuenta que muchas empresas lo ven como el futuro de la industria, ese pequeño margen de mejora todavía existente se va a ir reduciendo con el paso del tiempo.
Más allá del cloud gaming, es importante aclarar que los Chromebook pueden ejecutar videojuegos de la Play Store y, algunos modelos, también permiten usar Steam junto a Proton. Esta segunda vía, no obstante, está condicionada:
- Proton implica emular código originalmente escrito para Windows –con la consiguiente pérdida de rendimiento asociada–.
- Al no tener una GPU dedicada, la compatibilidad con muchos títulos modernos se ve notablemente afectada.
Por lo tanto, aunque exista esta opción, es justo afirmar que la mejor forma de jugar con un Chromebook gaming son los servicios basados en la nube.
¿Tiene sentido un Chromebook gaming?
Esta es la pregunta clave del asunto. Una persona que acude a una tienda en busca de un nuevo ordenador con el que jugar, ¿debería escoger el Chromebook gaming de Acer frente a otras opciones más tradicionales?
Probablemente, no. Y me explico:
El Acer Chromebook 516 GE cuesta 999 euros. Y no por gusto. Cualquier equipo con un chip Intel Core i7 de duodécima generación y una pantalla de 120 Hz –lleve Chrome OS o Windows– ronda este precio.
El problema es que, por esos mismos mil euros, es posible encontrar PCs capaces de ejecutar videojuegos recientes de manera local –sin recurrir a la nube–. Equipos que son un poco inferiores a este Acer en algunos aspectos (como el procesador o la resolución de la pantalla), pero con una GPU dedicada que aumenta el abanico de opciones a la hora de jugar. Y desde esos PCs, recordemos, también es posible utilizar servicios como Xbox Game Pass o GeForce Now para jugar en la nube. En resumen: son más versátiles.
La clave para que estos equipos logren tracción es colocarlos en una ventana de precio inferior, donde los portátiles gaming convencionales escasean y pueden convertirse en una opción interesante.
Limitarse al cloud gaming, en 2022, es una especie de sacrificio. Y lo va a seguir siendo hasta que estos servicios logren la madurez absoluta y se conviertan poco a poco en un estándar. Por lo tanto, para que un cliente esté dispuesto a asumir ese condicionante en la actualidad, has de compensarle con algo. Y este portátil de Acer, que en absoluto es un mal equipo, no tiene nada lo suficientemente sólido como para equilibrar la balanza a su favor.
Lenovo, por ejemplo, ha sabido posicionarse en una ventana más inteligente. En Estados Unidos ha lanzado un Chromebook gaming por 399 dólares, una cifra que, en España, equivaldría a unos 465 euros (considerando tanto el IVA como el tipo de cambio actual). Este tiene unas prestaciones parecidas al equipo de Acer, siendo la principal diferencia el procesador, que pasa de un Core i7 a un Core i3 (ambos de duodécima generación). No obstante, considerando que el procesamiento ocurre en la nube, ese paso atrás en CPU no influye en absoluto en la experiencia de juego.
Por esos 465 euros por los que, aproximadamente, se vendería el equipo de Lenovo en España, resulta imposible encontrar un portátil pensado para videojuegos. La mayoría de los PCs que se comercializan en esa franja cuentan con un Core i3 de la generación anterior (undécima), carecen de pantallas con 120 Hz y, obviamente, tampoco cuentan con una GPU dedicada que les permita ejecutar títulos modernos en local.
Ese precio asequible, sumado a unas prestaciones algo superiores a las de la competencia y la citada inexistencia en su misma franja de precios de un PC gaming tradicional con una GPU dedicada que sí permita ejecutar títulos en local, hace que ese equipo de Lenovo quede en una posición muchísimo más competitiva que el de Acer, el cual, insisto, no es un mal producto; simplemente, se posiciona en un lugar en el que no existe hueco para él.
En resumen: conceptualmente, los Chromebook gaming son sin duda interesantes, pero resulta imprescindible posicionarlos en la ventana correcta para que logren cierta tracción. Esa condición no se cumple en el Acer Chromebook 516 GE que llega a España, pero probablemente sea cuestión de tiempo que veamos en este país Chromebooks gaming con un planteamiento más acertado y, por consiguiente, más potencial de éxito.