En el octavo capítulo de La Casa del Dragón, disponible en HBO Max, aparece un viejo ritual que forma parte de uno de los elementos más reconocibles de la poderosa familia Targaryen. Se trata de la forma en que los miembros del clan se relacionan con los dragones. En específico, como cada uno de ellos, obtiene por derecho de nacimiento un huevo de dragón. 

Un ritual de enorme significado si tenemos en cuenta que los siguientes capítulos mostrarán la guerra civil en la casa. Además, los primeros indicios de la forma en que la herencia del linaje con fuego del dragón en las venas se volverá más importante que nunca. 

En las primeras secuencias del episodio, se mostró a Daemon Targaryen en medio de lo que parecía una exploración de las cuevas de Rocadragón. 

Como se recordará, el príncipe contrajo matrimonio con Rhaenyra y, ambos, decidieron establecer su residencia real en el antiguo territorio de su dinastía. Lo que les permitiría, en principio, librarse de la presión de Alicent Hightower y los rumores sobre la legitimidad de los hijos de la heredera. 

La Casa del Dragón: fuego, sangre y legado

Seis años después, el matrimonio entre tío y sobrina concibió tres hijos. Para el momento que muestran las escenas iniciales del episodio, Rhaenyra está embarazada de su futura hija, Visenya Targaryen. La menor de la pareja real nacerá en mitad del conflicto que terminará por destrozar la dinastía de sus padres. Además, según Fuego y Sangre, de George R.R. Martin, morirá al nacer, al presentar todo tipo de problemas físicos. 

Aun así, meses antes del funesto suceso, su padre ya estaba en búsqueda del huevo del dragón que le pertenecería por derecho. Es la imagen que muestran los primeros minutos de La Casa del Dragón. Daemon encuentra lo que parece ser el nido de Syrax, el dragón de su esposa. 

La Casa del Dragón, huevo de dragón

El príncipe toma uno y vuelve junto a los entrenadores de las criaturas. Según comenta después, la bestia mítica dio “una buena nidada con tres huevos”. Pero el sentido general de la escena es evidente. La vieja tradición de vincular a cada miembro de la familia Targaryen con un dragón continúa vigente. 

El futuro de la Casa Real

Se trata de un hecho de considerable importancia en el octavo capítulo de La Casa del Dragón. El argumento dejó claro, en diferentes puntos, que todo lo que ocurrirá a continuación se basa en el enfrentamiento de facciones. A un extremo, los Hightower, que abrazaron la fe militante. 

En el otro extremo, las costumbres y la forma de comprender el poder de los Targaryen. El hecho que Daemon conserve las tradiciones indica que las dos visiones sobre el control del reino entrarán en un choque inevitable. Uno que no solamente atañe al poder del círculo del Trono de Hierro, sino también a la forma de comprender la vida en Poniente. 

Para los Targaryen, un dragón es algo más que un animal. Es parte fundamental de su vida y una representación del poder que esgrimían. Se trata de una herencia casi tan antigua como el origen de la familia. Según la mitología imaginada por Martin, las criaturas provienen del continente de Essos. Fueron descubiertos por los Valyrios en el cordón de montañas que rodeaban a la ficticia península de Valyria.

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Cada Targaryen tiene una mítica criatura que le pertenecerá desde su nacimiento, o eso indica el viejo ritual familiar. Como se mostró en el octavo capítulo de La Casa del Dragón, se escoge un huevo de dragón como parte del legado al nuevo miembro. Daemon, al hacerlo, deja claro que para Rocadragón — y sus habitantes — la herencia familiar es más fuerte que nunca. Un punto a tener en cuenta en el futuro.

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