¿Qué falla en la serie Andor de Disney+? La producción debutó con estupendas críticas especializadas y moderado éxito entre el público. Pero, poco a poco, el desinterés de la audiencia hacia la historia se convirtió en un fenómeno digno de análisis. De ser una de las producciones que levantó mayor expectativa antes de su estreno, ahora pasa desapercibida entre el contenido en la plataforma.
La respuesta podría estar en la propia concepción de la serie. Según palabras de uno de sus guionistas, Tony Gilroy, para Rolling Stone, Andor fue filmada como una película. De hecho, el actor Diego Luna admitió que la producción “se sentía algunas veces” como una película muy larga. La historia transcurre con un ritmo cinematográfico adaptado casi de manera forzosa para un conjunto de capítulos.
En particular, porque para Gilroy, veterano en dramas y thrillers de suspense, la creación metódica de atmósferas es un elemento importante a la hora de narrar. Algo notorio en la nueva producción de Star Wars. La trama se concentra en Cassian Andor y su historia de trasfondo, pero aporta poco a secundarios y líneas alternas narrativas. Lo que convirtió a la producción recién estrenada en una peculiar, y por momentos fallida, combinación de tonos y ritmos.
Los primeros tres episodios — cortos y que brindaron tridimensionalidad al personaje central — fueron estrenados a la vez. En particular, porque solo en conjunto tienen sentido en toda su profundidad emocional y densidad narrativa. Pero, una vez que los episodios de Andor llegaron a la plataforma por separado, los problemas de la premisa comenzaron a ser más obvios.
Lo que demuestra, de nuevo, que las diferencias entre un medio como la televisión o el streaming y el cine suelen ser un problema. En especial, para realizadores que intentan adaptar un estilo al otro con pocas herramientas para lograrlo.
El preocupante error de Disney+
Con Andor, Disney demostró, de nuevo, su incapacidad para comprender las diferencias entre medios tan distintos como el cine y el streaming. También, que el mundo de las series atraviesa un terreno específico. El formato seriado no es una justificación para alargar una historia, sino para hacerla más profunda.
Cada capítulo funciona como un hecho individual que aporta información a la historia central. Por otro lado, los personajes (no solo el protagonista) tienen una historia con la cual lidiar y que las series permiten profundizar. Algo que los servicios por suscripción llevaron a un nuevo nivel.
Alejadas de las limitaciones en temática y tiempo de duración del cable, permiten una mayor experimentación en argumento y puntos de vista. Lo que brinda a los guionistas la posibilidad de crear historias con un ritmo por completo distinto que beneficia a tramas complejas. Sin tener que llegar al conflicto de inmediato, las series pueden explorar en escenarios distintos y de considerable interés.
Andor, una narración a la deriva
Andor rompe la estructura de la serie al intentar contar una historia que depende de todos sus capítulos para comprenderse con profundidad. Los episodios no son eventos únicos ni funcionan de manera independiente. De modo que la historia parece alargarse en exceso, hacerse repetitiva o solo tediosa.
Su imposibilidad de conectar con el público no se trata de su tono maduro o más sobrio que otras producciones de Star Wars. En realidad, comete el error de olvidar que las series deben explotar, capítulo a capítulo, facetas de su argumento. Llegar a un clímax o, en el mejor de los casos, suscitar una mirada formal y específica sobre un giro argumental concreto. Algo que Andor no solo no hace, sino que desdeña en beneficio de mostrar una evolución precipitada de su trama.
Escrita como una película, Andor solo es una experiencia completa en su totalidad. Los primeros tres episodios componen una pequeña historia que no expande su narración hacia ningún lugar, sino que muestra el mismo dilema argumental. No en varios ángulos: Cassian Andor únicamente atraviesa una serie de problemas y dilemas para llegar a otros tantos. Los secundarios aparecen y desaparecen sin mayor explicación. Los escenarios se muestran, para luego disolverse sin repercusión alguna.
De hecho, una de las quejas más frecuentes acerca de la producción es su ritmo irregular. Con algunos capítulos brillantes y bien construidos, la serie pierde solidez en otros, en los que el guion languidece sin mayor acción. El resultado es una serie incapaz de sostener el interés de la audiencia o, incluso, su propia tensión interna.
En medio de una incómoda mirada a la mezcla de géneros
Si Andor narrara su historia como una película, es probable que eliminase docenas de escenas de relleno escritas para cumplir el requisito formal de un capítulo. Un error que es notorio en el capítulo cinco — en el que apenas ocurre algo de relevancia — y el capítulo seis, una pieza brillante de tensión.
La diferencia entre ambos radica en que tienen propósitos distintos. Uno resulta una conexión con los primeros cuatro episodios. El siguiente abre la acción para lo que ocurrirá a continuación. ¿Es válido que una serie pueda intentar sostenerse sobre la estructura de una película? Podría serlo, si no afectara su propósito central, que es narrar una historia con profundidad.
¿A pesar de todas sus virtudes, Andor podría ser un fracaso? Es probable que la serie sea un experimento fallido antes que una decepción para la audiencia. Sus puntos altos siguen siendo firmes, así como el paso hacia delante — adulto y brillante — que la serie brindó a la franquicia.
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Pero, aun así, demuestra que Disney sigue sin comprender del todo a las series de sus grandes licencias y mitologías pop. Con la decepción generalizada alrededor de She-Hulk: abogada Hulka y el escaso interés que despertó Ms Marvel, el estudio tiene problemas que resolver. Algunos tan graves que podrían comprometer su ambicioso plan online para el futuro.