¿Por qué luchamos? Es una pregunra que se repite con frecuencia en el sexto capítulo de Andor, de Disney+. ¿Por qué nos enfrentamos a enemigos con todos los recursos para vencer? Es una pregunta que se formula Cassian a punto de dar un golpe contundente contra la maquinaria burocrática del Imperio. Eso mismo se lo preguntan los mismos funcionarios del régimen totalitario que gobierna una galaxia muy, muy lejana. ¿Qué hace humildes desarraigados en todas las latitudes sientan la necesidad de luchar?
No hay una respuesta obvia. En cualquier caso, todas parecen ser igual de válidas en medio del peso de la urgencia por enfrentar un monstruo de control con cientos de cabezas distintas. Cassian, descubierto en el capítulo anterior como un hombre pagado por Luthen Rael, no tiene más opciones que esperar que el ataque a la maquinaria del Imperio sea efectivo. “¡Es esto o nada!”, gritó el personaje enfurecido. Pero al final, en el silencio de un campo desolado, confiar en alguien más es crucial. Mucho más, cuando lo que espera en una maniobra en apariencia torpe podría ser mortal.
El festival de Dhanis, el célebre Ojo, está a punto de suceder. De los 15.000 asistentes de años anteriores, solo acuden unos cuentos cientos, lo cual es más que suficiente para el régimen. “Control”, explica con satisfacción uno de los funcionarios. “Al final, si necesitas mano de obra, la tendrás”, añade de nuevo al convertir a habitantes en parte de un mecanismo que deshumaniza y utiliza con ferocidad.
Pero con todo, el Imperio sabe que incluso un evento celeste de especial significado mantiene la precaria paz de la zona. Por lo que se preparan con treinta centinelas de Alkenzi para el resguardo de lo que sucederá. “Todo debe salir perfecto”, insiste de nuevo el guardia de mayor rasgo. “Es la única forma de garantizar que todo siga igual”.
Andor es el nuevo fenómeno del universo Star Wars que llega en exclusiva a Disney+
En el centro del peligro, un idealista y un mercenario se enfrentan
Andor, dedica buena parte de su sexto capítulo a especular sobre la forma en que el Imperio mantiene la unidad y el control. La galaxia se encuentra dividida y rota por la violencia. Tanto como para que cada paso sea esencial para conservar el precario orden establecido por la fuerza.
De modo que el festival de Dhanis, a pesar de su carácter semi religioso, es una forma de dejar claro la implicación del dominio total. A los peregrinos se les vigila, se les permite pasar por las tierras que antes le pertenecían. Se les contempla con recelo.
Uno de los puntos altos de Andor siempre ha sido la cualidad del argumento para utilizar los contrastes — de tono y ritmo — en su argumento. Esta vez, el recurso es aún más efectivo. Mientras los peregrinos se encaminan a ver célebre Ojo celeste y sus milenarias luces, los funcionarios se engalanan.
Tratan de integrarse, pero desde la arrogancia del observador impuesto, sin mayor relación más allá de resguardar el orden y una violenta disciplina. Pero incluso en ese punto, la serie de Tony Gilroy se esfuerza por analizar a sus personajes. Una familia en medio de una guarnición, una conversación privada en apariencia intrascendente.
Andor insiste en jugar con lo pequeño para sustentar algo más complicado y duro de relatar. Al final, el Imperio se sostiene sobre el enfrentamiento entre iguales, hombres y mujeres separados por la grieta del apoyo — o no — a los horrores del totalitarismo.
Lo inminente está a punto de suceder en Andor
El buen uso de la tensión equilibra la sensación de que la serie analiza su argumento con inusitada calma. La más adulta y sobria de las series de Star Wars, recurre a la visión sobre la estructura militar que se sostiene en rostros anónimos. Soldados, serviles, sin nombre, escuadrones de resguardo. Tanto como para que Cassian y los suyos puedan confundirse entre ellos.
Poco a poco, el argumento aumenta la tensión de forma eficaz en sucesos que parecen sencillos. Para los miembros del Imperio es un día más. Para los hombres que aguardan para atacar, es un momento crucial. El contraste, de nuevo, es el medio que utiliza la producción para crear una atmósfera cada vez más densa. Lo logra en la medida de dejar claro que lo que sea que ocurrirá — triunfen o no los hombres de Vel contra el aparato militar — será un hito. Uno que abrirá las puertas de La Rebelión a algo más elaborado y duro de entender.
Este grupo de opositores contra un aparato militar enorme y despiadado tienen todo que perder. De ahí, el mérito de un ataque en las peores condiciones, de la forma más improvisada y con las probabilidades en contra. Incluso Vel, hasta entonces líder consciente de sus responsabilidades, flaquea. “Da la orden”, le insiste Varada Sethu a su lado. Finalmente, la cabeza visible del grupo de sabotaje acepta lo inevitable. “Adelante”, murmura.
Un ataque en la noche y medio del miedo
Finalmente, el ataque comienza. El secuestro de los principales oficiales y sus familias se lleva a cabo con eficacia, en el mejor de los casos con rapidez. Pero pronto se hace evidente que no será sencillo y que lo que comenzó como el robo de una nómina se convertirá en algo más. Poco a poco, los rebeldes logran tomar la base de Aldhani en lo que parece un golpe limpio. Sin embargo, es evidente que no lo será. “No podrán salir de aquí, no lo entiende”, insiste Jayhold, cuya familia es rehén del ataque. “De no poder, no saldrá nadie”, amenaza Vel.
No obstante, el plan tiene sus fallos. Demasiados, obvios, dependen en exceso del azar. Paso a paso, la serie espesa el sentido de la urgencia, de la evidencia, que un solo error puede llevar todo al desastre. Pero aun así, el ataque sigue adelante. La Rebelión consigue controlar la base central y ahora se encamina, junto con el Comandante, hacia los estratos más complicados de la estrategia.
Humanizar a sus personajes, ha sido algo que Andor utiliza con cuidado para crear la noción que cada rostro de la serie, lleva una historia a cuestas. Un detalle que se hace más obvio en su sexto capítulo. Mientras la toma de Aldhani avanza, la cámara sigue a soldados que juegan, al ambiente relajado en bóvedas y lugares cotidianos. Hombres que no se diferencian a los que atacan, esta vez, por ideal. ¿Por qué lucha la oposición al poder? Se pregunta de nuevo Andor, en su cualidad de cuidadoso thriller, con momento de poderoso drama.
Al final de Andor, el dolor, el poder de la voluntad, la noción de lo inevitable
Pero, a pesar de los esfuerzos, el error llega. Una comunicación captada por error pone sobre aviso al Imperio de lo que ocurre. En la base aérea de Alkenzi, la respuesta es inmediata. Mientras el fenómeno del Ojo, esa muestra de belleza celebrada por generaciones, comienza el contraataque.
Con ayuda inesperada y una traición estratégica, La Rebelión logra un triunfo parcial. Hay heridos, asesinados, pero también la primera mirada a lo que un grupo organizado contra el poder, puede hacer. En quizás, la producción más cuidada, mejor escrita y ejecutada de Star Wars, el capítulo seis de Andor es una pieza de arte narrativo cuidada. Incluso al incluir criaturas y referencias a lo fantástico al Space Opera en estado puro, Andor es una celebración a un lenguaje más profundo.
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Al final, Cassian es un hombre que sobrevive. Uno honorable, íntegro en su oscuridad. Como la serie que cuenta su historia, un misterio a punto de descubrir. Tal vez el punto más firme de una serie basada en el poder de los ideales. ¿Por qué luchamos? Se pregunta de nuevo el argumento de Gilroy. Quizás, no haya respuesta para eso. Pero algo si es evidente, La Rebelión sabe que aunque las razones aún no son del todo clara, les espera un largo trayecto hacia un ideal mayor.