El presidente Pedro Sánchez declaró el pasado 13 de septiembre en una entrevista para RTVE que, salvo a una invasión zombi, el Gobierno de España ha tenido que enfrentarse en los últimos años a multitud de situaciones inéditas. Y qué razón tiene. Una pandemia global, una borrasca que dejó buena parte del país sepultado en nieve, un volcán… No han sido pocas las catástrofes poco habituales con las que ha tenido que lidiar en esta legislatura. Lógicamente, dijo en broma la parte de los zombis, pero lo cierto es que en otros países no lo ven como algo tan improbable.
Sin ir más lejos, Estados Unidos tiene su propia guía sobre cómo sobrevivir a un apocalipsis zombi. Esta incluye datos como los elementos que debe tener un kit de emergencia, la lista de contactos que se debe tener siempre a mano o ciertos métodos para diseñar una ruta de evacuación.
En realidad, diseñar un plan de emergencia contra zombis es bastante extremo. Pero, si dejamos la imaginación volar, ¿cómo serían los zombis si existieran en realidad? O, mejor dicho, ¿qué les pasaría exactamente? Son muchos los virus, así como otros microbios patógenos, que pueden provocar enfermedades con una sintomatología similar a la de los zombis de la ficción. Pero hay especialmente dos bastante llamativos: el virus de la rabia y el protozoo de la toxoplasmosis.
El kit de emergencia para un apocalipsis zombi
Antes de hablar de los patógenos que podrían desencadenar un apocalipsis zombi, no está de más recordar las medidas contra estas criaturas planeadas por Estados Unidos.
Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el kit de emergencia ante un apocalipsis zombi debe incluir agua, alimentos no perecederos, medicamentos, herramientas y suministros, como un cuchillo o una radio a pilas, útiles de higiene, como jabón, lejía o toallas, y ropa personal y de cama. Además, se deben tener a mano documentos importantes, como el documento de identificación o el carnet de conducir. Nunca sabes cuándo te puede hacer falta.
En cuanto a las cantidades, también son importantes. Por ejemplo, en el caso del agua se debe disponer de un galón por día para cada persona. O, lo que es lo mismo, poco más de 3,7 litros.
Además, se debe acordar con amigos y familiares un lugar de reunión y planificar la evacuación para no dejar nada a la improvisación cuando lleguen los zombis.
Los zombis del virus de la rabia
Al hablar de zombis y de cómo serían en la vida real, es inevitable pensar en el virus de la rabia, más que nada porque su sintomatología, cuando la enfermedad ya está suficientemente avanzada, es bastante similar a la de los zombis.
Se trata de un virus que afecta al sistema nervioso central, causando una encefalitis mortal en el 100% de los casos. Afortunadamente, existe una vacuna muy eficaz, que se puede administrar durante el tiempo de incubación, antes de que la enfermedad llegue a dar la cara. En ese caso, la probabilidad de salvación es muy alta.
Los síntomas empiezan siendo similares a los de la gripe, con fiebre, debilidad y dolor de cabeza. Sin embargo, una vez que la enfermedad empieza a avanzar y llega al sistema nervioso central, empiezan los síntomas asociados al comportamiento. Las personas infectadas se muestran confusas, con ansiedad, alucinaciones, parálisis y comportamientos violentos.
Esto último, en realidad, es la forma que tiene el virus de expandirse. Entre sus hospedadores son comunes animales como los perros, cuyos comportamientos violentos suelen ir acompañados de mordiscos. Las partículas virales se encuentran en la saliva. Por eso, a más violencia, más mordiscos y mejor se extenderá el patógeno. No olvidemos que los zombis contagian a sus víctimas mediante mordiscos, por lo que tenemos otra de las razones por las que podría compararse.
Otro síntoma importante en este aspecto es la hidrofobia. Los pacientes con el virus de la rabia suelen mostrar rechazo a beber agua. Esto también facilita la expansión del patógeno, ya que con el agua se diluiría la saliva y se pasarían menos partículas virales en cada mordisco.
Cabe destacar que todos estos síntomas empiezan tras un periodo de incubación que puede ir de más de una semana hasta un año. En ese tiempo aún hay tiempo de administrar la vacuna o un tratamiento a base de anticuerpos. Una vez que pasa ese periodo de incubación, solo se ha dado un caso en la historia de persona que ha sobrevivido.
Se trata de Jeanna Giese, una joven de 15 años que fue mordida por un murciélago en Wisconsin, Estados Unidos, en 2004. Su madre le limpió la herida con agua oxigenada y no le dio mayor importancia. Sin embargo, 37 días después la joven comenzó a manifestar síntomas del virus de la rabia. Cuando la llevaron al hospital, los profesionales que la trataron optaron por inducirle un coma. Así, quizás su sistema inmunitario podría emplearse a fondo en combatir la infección antes de que esta alcanzase cerebro y llegase la fase mortal.
Tras siete días, durante los que se le estuvieron administrando fármacos antivirales, se despertó a Jeanna del coma, totalmente recuperada. A día de hoy no se sabe exactamente cómo se salvó. La idea es esa, que al poner su cerebro en ese estado de descanso se protegió para que su propio cuerpo combatiese la enfermedad. No obstante, también se cree que su sistema inmunitario podría estar especialmente preparado para combatir la rabia o que fue infectada con una variante más débil del virus.
Lo que está claro es que los síntomas de los zombis de las películas indican que podrían tener un virus parecido a la rabia, pero no exactamente ese. No hay más que ver que Jeanna tardó más de un mes en manifestar síntomas y que algunas personas tardan todo un año. En las películas, una vez que el zombi muerde a un humano, este está automáticamente perdido. Podría ser un virus de la rabia mutado, pero dejemos la imaginación en este punto y veamos la siguiente opción.
El protozoo que te convierte en marioneta
La toxoplasmosis suele concebirse como una enfermedad que solo afecta a embarazadas, pero es mucho más que eso. El protozoo que la provoca, Toxoplasma gondii, es un verdadero maestro del control mental. Aunque no tenga conciencia, lógicamente.
Sus hospedadores predilectos son los felinos. Es en su organismo donde mejor se reproduce; por lo que, aunque infecte a otras especies, su objetivo primordial es llegar hasta ellos. Por ese motivo, cuando llega al sistema nervioso de sus hospedadores, los manipula para que le lleven hasta su destino. Por ejemplo, se ha observado que los ratones infectados sienten atracción por el olor de la orina de los gatos. Y no huyen cuando uno de ellos se acerca, como cabría esperar. Así, se convierten en presa fácil para esos mininos que no saben que, en el fondo, ellos son la víctima de un mal mayor. Ocurre también algo parecido con los chimpancés, que pierden cualquier miedo a los leopardos.
En el caso de los humanos, a menudo la enfermedad pasa sin pena ni gloria. Solo los fetos en desarrollo son especialmente vulnerables, de ahí que se lleve a cabo un gran control de la enfermedad en embarazadas. Pero, aun así, algunas personas también pueden manifestar síntomas. Y esos pueden estar relacionados precisamente con un aumento de la agresividad y falta de control de los impulsos. Incluso se le ha llegado a encontrar relación con algunos brotes psicóticos.
Por lo tanto, podríamos considerar a este protozoo como otro buen fabricante de zombis. El resultado no es tan similar como el de la rabia, pero en realidad estamos aquí para imaginar. Porque no, los zombis, tal y como los describen el cine y la literatura, no existen. En principio Pedro Sánchez puede estar tranquilo.