La locura es, sin duda, uno de los rasgos más identificativos de los Targaryen. En Tormenta de Espadas, Sir Barristan le explica a Daenerys que, según el rey Jaehaerys II, “la locura y la grandeza no son más que dos caras de la misma moneda”. Por esto, “cada vez que nacía un Targaryen, los dioses tiraban la moneda al aire y el mundo entero contenía el aliento para ver de qué lado caía”. Otro de los rasgos llamativos de la familia protagonista de La Casa del Dragón son sus comportamientos incestuosos. Muchos matrimonios Targaryen estaban formados por hermanos. Incluso hay un momento, en el tercer capítulo de la serie, en el que Otto Hightower le propone al rey Viserys que case a Rhaenyra con su hermano pequeño, Aegon. Por eso, es inevitable pensar que ambos rasgos puedan estar relacionados.
Es cierto que la consanguinidad propia del incesto puede aumentar la probabilidad de que se diseminen ciertas enfermedades. Pero hablar de locura como una enfermedad no es algo para nada acertado. Hacer mención a ella en una serie de novelas de fantasía puede tener sentido. Pero si hablamos de enfermedades mentales de la vida real, la sola mención a la locura sería algo totalmente despectivo. Por eso, aunque usemos los términos de George R. R. Martin para no salir del mundo de Canción de Hielo y Fuego, no debemos olvidar que en realidad se trataría más bien de enfermedades caracterizadas por síntomas como las alucinaciones o los rasgos psicóticos, entre otros. No de locura.
Dicho esto, ¿tendría sentido entonces que esos rasgos psicóticos se extendieran entre generaciones a causa de los incestos de los Targaryen? Para contestar a ello deberíamos empezar por echar un vistazo a su árbol genealógico.
La Casa del Dragón es la nueva serie del universo de Juego de Tronos
El árbol genealógico de La Casa del Dragón
El incesto entre Targaryen empieza directamente con el fundador de la familia, Aegon I. Y es que este no se casó con una, sino con sus dos hermanas, Visenya y Rhaenys. Del primer matrimonio nació Maegor I y del segundo Aenys I. Este último tuvo varios hijos, de los cuales salió otra relación incestuosa, entre Jaehaerys I y Alysanne. Estos son precisamente los padres de Viserys I, el padre de Rhaenyra en La Casa del Dragón.
Dos de los nietos de Rhaenyra, Aemon IV y su hermana Naerys, también cometen incesto. Y así, generación tras generación, siguen sucediéndose los incestos. Los propios padres de Daenerys, Aerys II y Rhaella, fueron hermanos. En cuanto a la locura, Aerys fue conocido en Poniente como el Rey Loco, pero no fue el único de la familia que se hizo con tal apelativo. En los libros se acusa de ello a Maegor I, Baelor I, los príncipes Rhaegal y Aerion Targaryen y también el príncipe Viserys, hermano de Daenerys e hijo del Rey Loco.
Ya hemos visto que Maegor I era hijo de dos hermanos. Baelor I no era hijo de hermanos, pero sí de familiares, ya que su padre, Aegon III, se casó con una mujer de la Casa Velaryon, emparentada con los Targaryen. Ni Rhaegal ni Aerion fueron hijos del incesto, aunque lógicamente sí tenían muchos en la familia. Sí que lo era Viserys, hijo del Rey Loco, quien a su vez nació de la relación entre dos hermanos: Jaehaerys II y Shaera Targaryen. Podríamos, por lo tanto, encontrar cierta relación entre el incesto, la consanguinidad y la aparición de esa locura. ¿Pero tendría esto sentido en la vida real?
Incesto, endogamia y locura
Se conoce como incesto a las relaciones sexuales entre dos personas con un parentesco muy cercano. No sería necesariamente entre hermanos, sino por ejemplo también entre tíos y sobrinos. En cuanto a los primos, el hecho de que se le considere incesto o no varía entre culturas.
Pero en todo caso lo que está claro es que hay una gran endogamia. Es decir, apareamiento entre individuos genéticamente similares. Dejando a un lado la fantasía de La Casa del Dragón, las relaciones consanguíneas suelen ser muy habituales en las familias reales de todo el mundo. Ni siquiera tenemos que irnos muy lejos; pues, si retrocedemos algunas generaciones entre los Borbones, acabaremos encontrando matrimonios entre familiares muy cercanos. No hermanos, pero sí primos. Por ese motivo, algunas enfermedades, como la hemofilia, son muy comunes en este tipo de familias.
En general, las enfermedades más comunes en familias con una gran endogamia son las recesivas, tanto de herencia autosómica como ligada al sexo. Esto es así porque son enfermedades en las que se necesitan dos copias de la variante afectada del gen para que se manifieste la patología. Si el portador es solo el padre o la madre, no habrá problema, pero si los dos portan la enfermedad, sin estar enfermos, estarán condenando a sus hijos a un gran riesgo de padecerla. Además, si los dos están enfermos, sus hijos también lo estarán. Cuando esto pasa entre animales no humanos se habla de pérdida de diversidad genética. Es lo que ocurre, por ejemplo, con un grupo aislado de ciervos blancos en Nueva York. En humanos el problema son esas enfermedades.
Ahora bien, ¿podría ocurrir eso con alguna de las enfermedades asociadas a esa mal llamada locura? Podría ser. Generalmente, las enfermedades mentales son multifactoriales. Es decir, pueden tener un alto componente genético, pero también ambiental. La parte hereditaria suele ser poligénica, no va ligada solo a un gen, por lo que en cierto modo podría aumentar la probabilidad en una situación de gran endogamia, pero habría otros muchos factores involucrados.
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De cualquier modo, con la consanguinidad se compran muchas más papeletas en la transmisión de enfermedades genéticas. Suele decirse que en la variedad está el gusto, aunque en este caso no es una cuestión de gusto, sino de salud. Salud física y mental. Lo que está claro es que, al menos basándose en lo que se describe en los libros, si no se hubiesen mezclado tanto entre ellos, quizás Juego de Tronos habría tenido un final mejor.