La misión DART de la NASA tiene por objetivo demostrar las posibilidades de que nuestro planeta pudiera hacer frente a la amenaza de un meteorito o cometa. Un viejo temor presente en muchas películas y que acompaña a la humanidad desde que se hizo patente el potencial destructivo de diversos cuerpos espaciales. De hecho, buena parte del proyecto, que comenzó el 23 noviembre del 2021, es un largo trayecto de investigaciones aeroespaciales. Todas enfocadas a profundizar en datos sobre cómo reaccionar ante un cataclismo de semejante envergadura

Pero el cine ya había analizado el tema — y sus posibilidades — mucho antes de que al primer científico de la NASA se le ocurriese la inquietante idea. Desde las películas de ciencia ficción de los años 50, en las que los meteoritos eran anuncios de presencias alienígenas, hasta las contemporáneas, con rigor científico. La posibilidad de que algún elemento desconocido de origen espacial pudiera amenazar la vida en la tierra ha sido frecuente en el mundo cinematográfico. Pero mucho más aún, la forma en que podría reaccionar la civilización ante semejante eventualidad. 

Para conmemorar la misión DART, te recomendamos cinco películas que ya exploraron desde diversos puntos de vista la idea sobre un posible impacto de un objeto celeste sobre la Tierra. Desde la sátira política hasta el horror de una destrucción total de nuestro planeta. No hay un solo extremo que el cine no haya explorado y profundizado de manera concienzuda. Un recorrido por las ansiedades colectivas digno de analizar. 

No mires arriba, un meteorito excesivo incluso para la misión DART

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Randall Mindy (Leonardo DiCaprio) y Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) descubren que un peligro espacial de proporciones catastróficas es casi tan grave como la estupidez colectiva. Cuando el grupo de científicos trate de advertir sobre las consecuencias del inminente suceso, se tropezará con el más imprevisible obstáculo

Desde la indiferencia política de la presidenta Orlean (Meryl Streep) hasta las multitudes aferradas al desprecio a la ciencia. La posibilidad del desastre, que en el mundo real ha podido evitar la misión DART, se volverá en la película un mero inconveniente mientras el fenómeno espacial se acerca para devastar la vida en el planeta. 

La sátira política de Adam McKay tiene la complicada labor no solo de profundizar en la conciencia cultural contemporánea. También de diseccionar la superficial visión de nuestra cultura sobre la supervivencia y la propia identidad. Con críticas divididas y una complicada discusión a cuestas, la película fue el incómodo obsequio navideño de Netflix el año pasado. ¿Para la historia? Su desgarradora escena final, mucho más cruda y dolorosa que otras tantas en largometrajes parecidos a lo largo de varias décadas. 

Armageddon

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En pleno apogeo de su estilo extravagante, con largas tomas ralentizadas y un patriotismo edulcorado y anticuado, Michael Bay filmó la épica definitiva de desastres interplanetarios. Armageddon fue la primera de una serie de producciones que contaban la misma posibilidad de un desastre ocasionado por un meteorito. 

Pero mientras otras tantas se enfocaron en analizar las posibilidades científicas, la desesperanza y el dolor en un suceso semejante, Bay optó — como no — por el espectáculo. Tan estridente y singular como la misma idea de intentar salvar al planeta con el, para entonces, disparatado plan de hacer estallar la amenaza. Algo similar a lo ocurrido en la misión DART de la NASA. Para la ocasión, Bruce Willis, líder de un grupo de expertos perforadores mineros, encabezó una misión que tendría por objetivo preservar la vida en la Tierra. Todo ello en compañía de un grupo de inadaptados y sin garantías de éxito. 

La película se convirtió en un éxito generacional y, además, trajo a la cultura pop una de las canciones más recordadas de la banda Aerosmith. Con banderas ondeando a cámara lenta y el rostro juvenil de Liv Tyler como símbolo de la humanidad en riesgo, el argumento cautivó. Pero también hizo algo más, demostró que Hollywood tenía una amenaza que analizar desde todos los puntos de vista posibles. Michael Bay después lo admitiría: “Hubo muchos otros meteoritos en el cine; sin embargo, el mío fue el primero”. 

Deep Impact o el mundo sin la misión DART

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Al mismo tiempo que Michael Bay enviaba a un grupo sin entrenamiento aeroespacial a salvar al planeta, la directora Mimi Leder rodaba otra versión del tema. La película Deep Impact tuvo que lidiar, como pudo, con la popularidad de Armaggedon y, además, las inevitables comparaciones. A pesar de que su argumento era mucho más emocional y estaba mejor construido que el de Bay. 

Pero a la película le llevó esfuerzos convencer al público sobre su complicada trama. El guion cuenta prácticamente la misma historia del largometraje protagonizado por Bruce Willis. Solo que, en esta ocasión, se trata de una versión realista más enfocada a las posibles consecuencias del fallo del plan de desviar o destruir a la amenaza celeste. Algo que nos tendríamos que haber planteado nosotros mismos de no ser por el éxito de la misión DART. Sus escenas de destrucción se volvieron epítome del cine de desastres. 

No obstante, despertó mayor interés su emotiva exploración del grupo de personajes que encararon la destrucción de la civilización entera. Se trató de un esfuerzo maduro, conmovedor y terrorífico de mostrar la condición del desastre como un hecho humano. Mucho más, la capacidad del planeta de enfrentar la devastación total. Una mirada inteligente e intuitiva a un tema inquietante que resultó ser mucho más efectiva que cualquier otra más espectacular. 

Melancolía

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Al otro extremo de la estridencia hollywoodense, Lars von Trier decidió imaginar un desastre inasumible desde lo pequeño. Partiendo de los dolores y penurias más privadas, Melancolía, en toda su gloria diminuta y trágica, es más una alegoría que un relato sobre la posibilidad de un fenómeno celeste devastador. 

A la vez, es una mirada durísima sobre la condición del hombre enfrentado a su aniquilación. Construida a partir de la conciencia de la mortalidad y la angustia humana basada en la muerte como hecho absoluto.

Von Trier, además, crea una condición sobre el dolor colectivo. Lo hace con una descarnada visión sobre la futilidad de la esperanza en medio de un hecho imparable e inimaginable. Cínica y brutalmente honesta, pero sensible con el sufrimiento de su elenco coral de personajes, la película asombra por su belleza A la vez, es un cruel reflexión sobre la fugacidad y la insignificancia de la vida en nuestro planeta. Toda una reflexión existencialista con tintes de ciencia ficción. 

Greenland: El último refugio

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La película de Ric Roman Waugh es, quizás, una de las más realistas al retratar el caos subsecuente a un desastre total como el evitado gracias a la misión DART. Utilizando como telón de fondo una amenaza total a la vida en el planeta, la película atraviesa varios puntos a la vez. 

Desde la forma en que reaccionarían los gobiernos en una situación que les sobrepasa, hasta el caos inevitable a todos los niveles. Greenland: El último refugio intenta retratar el horror en distintos estratos. Además, analiza de qué manera lo mejor y lo peor del ser humano surge en mitad de una emergencia sin salida y sin verdadera resolución. Al menos en su primer tramo, la película deja a un lado sentimentalismos y épicas patrióticas. 

A cambio, construye una mirada dolorosa acerca de la pérdida de toda esperanza. Una salvedad que mantiene como punto central hasta su decepcionante giro final. Pero, con todo, la película sostiene un discurso inteligente sobre un evento catastrófico que ya forma parte de la cultura popular. Y que, además, reinventa con elementos frescos y, la mayoría de las veces, sólidos.