Imagina al mejor fotógrafo del mundo haciendo un reportaje a unas temperaturas dolorosamente bajas, con lluvia, el viento soplándole en la cara y una pandilla de niños traviesos lanzándole piedras. Por muy bueno que sea, posiblemente las fotos quedarían desastrosas, ¿no? Pues eso se queda corto para todo lo que tiene que soportar en el espacio el telescopio James Webb. En su caso no se trata de viento, lluvia o niños traviesos. Pero sí de temperaturas criogénicas, radiaciones cósmicas e impacto constante de micrometeoroides. 

Ya en mayo se observó que uno de ellos había dañado uno de sus espejos, aunque se hizo un llamamiento a la calma, asegurando que estaba preparado para ello y las consecuencias no serían graves. Ahora, tras la publicación de un informe sobre su estado, hemos podido ver que las consecuencias fueron mayores de lo que se pensaba.

Es cierto que el James Webb estaba preparado para algo así. Sin embargo, el daño que generó el impacto en uno de sus espejos es bastante grande. Aun así, eso no tiene por qué interferir en su desempeño. No hay más que ver la calidad de sus primeras fotos. Simplemente, es importante saber que todas estas inclemencias se tuvieron en cuenta a la hora de calcular su tiempo de vida útil. Este debería ser de al menos 5 años. Tras ese tiempo, habrá recogido datos suficientes para tener una mejor visión del cosmos. Pero eso no quiere decir que tenga que jubilarse necesariamente en ese momento. Si funciona bien, se seguirá alargando su vida todo lo posible. Y no sería nada raro que ocurriese. A pesar de los daños, tenemos James Webb para rato.

¿Qué son los micrometeoroides?

Antes de analizar el daño es importante conocer a quien lo inflige. Los micrometeoroides son partículas de roca del espacio muy pequeñas, generalmente de menos de un gramo de masa.

Se encuentran en constante movimiento por el espacio y juegan un papel muy importante en los procesos de erosión espacial. Por ejemplo, son comunes sus impactos sobre la Luna. Es por esto que los diseñadores del James Webb fueron conscientes de que el telescopio espacial se expondría a más de un encuentro con ellos. Gracias a su reducido tamaño, no producirían grandes cambios, pero habría que buscar formas de solucionar posibles efectos sobre la alineación de los espejos. Además, estos debían estar preparados para resistir el golpe. Y lo cierto es que, viendo las consecuencias de este primer impacto, parece ser que los prepararon muy bien. 

Un pequeño daño en los espejos del James Webb

Los científicos que se encuentran detrás del James Webb han publicado un informe preliminar sobre su estado actual, una vez que ya ha tomado sus primeras fotografías científicas.

Este es muy bueno, incluso mucho mejor de lo esperado. Solo ha habido una pequeña piedra en el camino. Literalmente.

El micrometeoroide cuyo impacto se reportó el pasado mes de mayo dejó una pequeña rotura en uno de los espejos, algo más grande de lo que se pensó en un inicio. De hecho, puede verse en una fotografía publicada en el informe, como un punto brillante en la parte inferior derecha. 

NASA

Los espejos son una parte clave del James Webb. Gracias a ellos puede recolectar y dirigir a los instrumentos mucha más luz que sus antecesores, con una exposición mayor. Esto le ayuda obtener imágenes mucho más precisas que, por ejemplo, las del Hubble. El precio fue tener que lanzar el telescopio al espacio con sus espejos plegados, para ir abriéndose poco a poco durante su viaje. 

Es esencial que funcionen correctamente, pero tienen un pequeño margen. De hecho, según se cuenta en el informe, se espera que cada uno de los 18 segmentos de espejo sufra 16 nanómetros de daño acumulativo durante un período operativo de seis años. Es cierto que este impacto ha superado esas expectativas. No obstante, el espejo ha podido alinearse y seguir trabajando sin problemas tras el impacto del micrometeoroide.

Si todo sigue así, no sería raro que el James Webb superara sin problema su vida útil. Pero en realidad solo el tiempo puede responder a esto con seguridad. Tendremos que esperar y saborear con calma cada una de las nuevas fotos que nos envíe a la Tierra. Las primeras han sido impresionantes, pero esto, literalmente, no ha hecho más que empezar. 

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