Si algo pudiera definir la tercera temporada de The Umbrella Academy sería la palabra cambio. También la transformación, evolución y madurez de cada uno de sus personajes. No hablamos solamente de la publicitada transición de Vanya -interpretada por Elliot Page- en Viktor; en realidad, toda la serie creció hacia una nueva dimensión.
Si en las dos temporadas anteriores los Hargreeves corrieron siempre en dirección a un desastre mayor, en esta ocasión la vida les obliga a detenerse. No sólo su propia vida, sino la que transcurre más allá de sus particulares y extravagantes problemas. En esta tercera temporada, la familia de superhéroes más curiosa del streaming alcanza, para su regreso, una poderosa madurez. Una cuidadosa versión sobre su vida, responsabilidades, el amor y la identidad que se sostiene sobre este.
Los disparatados y formidables Hargreeves van a salvar el mundo — un destino al parecer inevitable — pero también a ellos mismos. Si algo se agradece de esta conmovedora temporada es la exploración consecuente y brillante sobre los arcos de los hermanos. El cambio que llega en los nuevos capítulos se enlaza con el núcleo mismo de la serie. The Umbrella Academy se hace más íntima a medida que cada uno de nuestros héroes encuentra un propósito y una manera de comprenderse.
'Nunca me he sentido tan infeliz'
Desde Diego, con una nueva responsabilidad que humaniza su matiz violento, hasta Cinco y sus cuestionamientos morales. La serie da un salto considerable de un grupo disfuncional a una idea más amplia y elaborada sobre el tiempo, el dolor y el crecimiento. Luther obtiene tridimensionalidad, mientras Allison pierde su poderosa noción sobre lo inevitable. Klaus madura — dentro de lo posible — y Vanya encuentra su reflejo, su yo interno, poderoso y simple.
A pesar de lo que pueda suponerse, la serie no dedica demasiado tiempo a lo ocurrido alrededor de la número 7 de los Hargreeves. Es el amor lo que provoca la decisión y lo que consigue que un Viktor frágil y en plena transformación sea tan creíble. The Umbrella Academy se hace más elocuente a medida que comprende mejor a sus personajes y que los explica con mayor delicadeza. Los humaniza a niveles por completo nuevos que brindan a la serie solidez, elegancia y un recorrido desconocido hacia las motivaciones de cada uno de los Hargreeves.
Y si enfrentarse con la Academia Sparrow parecía el gran punto de temporada, resultó que el guion analiza la cuestión sobre el ángulo menos probable. Los héroes deben enfrentarse a fuerzas imparables, pero todas están dentro de ellos. "Nunca me he sentido tan infeliz", se queja Allison en el cuarto capítulo. "Nunca he tenido tanto miedo del dolor", continúa. Una frase que podría resumir buena parte de lo que ocurre en esta maravillosa temporada.
Dos formas de entender el poder
A pesar de lo que pueda suponerse, The Umbrella Academy conserva un integridad poderosa. A pesar de sus licencias y puntos en blanco con respecto al material original, el guion analiza la cuestión del poder desde una óptica sorprendente. Eso lo acerca, en esta tercera temporada, mucho más de lo esperado a la obra homónima de Gerard Way y el artista Gabriel Bá.
Para su nueva entrega, The Umbrella Academy reconoce su origen, profundidad y sentido alegórico. Y lo hace en un viaje que abarca tiempo, espacio, paradojas y condiciones. El cambio, otra vez, está en todas partes. Luther descubre que el amor es mucho más que la obsesión. Diego, por su parte, que la vida es algo más complicado que la lucha a manos abiertas. Allison se cuestiona el fondo de todas sus acciones. Viktor, el por qué de vivir a través de máscaras, escondido y golpeado en medio del anonimato.
Incluso Klaus, en apariencia superficial, recibe un especial recorrido en la temporada. En busca de su pasado y su origen, el personaje crece y se aleja de la extravagante energía que lo definió en los anteriores capítulos. Eso permite que no sólo su curiosa línea argumental se haga más complicada, sino también el hecho esencial de su existencia.
Enfrentado a la muerte desde la vida, ahora tendrá que recorrer el camino contrario. Y la serie se toma una buena cantidad de tiempo para profundizar en uno de los personajes favoritos del público y dotarlo de vida, belleza y ternura. Si Klaus fue antes el símbolo de los puntos dolorosos y temibles de The Umbrella Academy, ahora es un renacimiento nuevo, espléndido y elocuente.
Para alegría de los fanáticos, la tercera temporada comienza también a responder viejos misterios. O, en cualquier caso, a estructurarlos para lograr una mirada consciente sobre la necesidad de revelarlos. El giro permite a los Hargreeves madurar, con una sencillez y sensible intuición que emociona. Si Stranger Things, también de Netflix, brindó a sus personajes un recorrido hacia un necesario crecimiento, The Umbrella Academy lo hace con más astucia. En especial porque reconoce el valor de cada personaje (los nuevos y los viejos) en algo más importante que solo narrar una historia curiosa.
El futuro de 'The Umbrella Academy' no pinta tan negro
Del cambio sustancial en Reginald Hargreeves, hasta una Grace convertida en un vehículo para el desastre, The Umbrella Academy toma las decisiones correctas para crecer. Lo hace con un recorrido intenso, emocional y, al final, devastador a través de las pequeñas y grandes cosas. Como el tiempo se sostiene como un hilo conductor en las tres temporadas. O las grandes preguntas sin respuestas. También la Academia Sparrow, con su rareza pero, en lo sustancial, tan entrañable y complicada como Umbrella.
Si en la segunda temporada The Umbrella Academy dejó preguntas sobre su futuro - y cómo afrontarlo - la tercera las responde con soltura. Lo hace además con la poderosa elegancia de comprender la noción exquisita, bien construida y sofisticada de una historia que profundiza en sus virtudes. Los errores siguen ahí — quizás, el encanto de The Umbrella Academy es ser imperfecta — pero sus puntos altos son más espléndidos que nunca. Algo que, sin duda, es digno de agradecer.