La escena con la que se inicia el quinto episodio de Obi-Wan Kenobi (2022), la miniserie dirigida por Deborah Chow para Disney+ sobre el mítico jedi de difunto Alec Ginness y, desde la trilogía precuela, encarnado por Ewan McGregor, no puede ser más inesperada por un par de razones. La primera, por supuesto, es que no habíamos previsto que nos regalarían un flashback de los viejos tiempos con el personaje entrenando al Anakin Skywalker de Hayden Christensen.

Y la otra, que se trata de un recuerdo de este último como Darth Vader, algo a lo que no se habían atrevido nunca en Star Wars. Porque la figura legendaria de este villano siempre se ha mantenido psíquicamente inaccesible, sin que uno pueda saber lo que piensa en ningún momento hasta que sale por su boca robótica. Lo cual, en cualquier caso, es lo típico para alguien así, ya que semejante introspección se suele reservar para héroes como su maestro, Obi-Wan Kenobi.

Se insiste en este mecanismo narrativo para justificar su conducta. Pero no se trata de la única cosa que nos trae este capítulo y que no se había hecho antes en la veterana saga galáctica creada por George Lucas (desde 1977): manipular los circuitos de un droide como Lola, afable a lo R2-D2 o BB-8 y perteneciente a la pequeña Laia Organa a la que interpreta Vivien Lyra Blair, y corromperlo para que actúe en contra de los intereses de su dueña y sus amigos también es algo nuevo en imagen real.

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Lucasfilm | Disney+

La intervención de un gran talento en ‘Obi-Wan Kenobi’

Con estas dos humildes osadías, uno se pregunta si no proceden de un miembro del equipo de Obi-Wan Kenobi que no había participado en la franquicia hasta ahora. Y se encuentra con que el guion del quinto episodio ha sido escrito por el habitual Joby Harold, sí, pero con la intervención de Andrew Stanton. Y a él le debemos buena parte de la originalidad de unas cuantas películas estupendas elaboradas por Pixar Animation Studios, desde la propia Toy Story (1995).

Bajo el dominio del Imperio, Obi-Wan Kenobi emprende una misión trascendental

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Al margen de la pura especulación, admitámoslo, sobre a quién se ha ocurrido meterse en la cabeza del Darth Vader de Hayden Christensen y envilecer a la pobre Lola, en una sencilla metáfora de lo que supone introducir a un posible jedi en el lado oscuro de la Fuerza, lo que hay es otro asedio de los sith a una base rebelde como el de Star Wars: El Imperio contraataca (1980) o Los últimos Jedi (2017). Y, con franqueza, se diría que ya aburre lo mismo que repetir con las Estrellas de la Muerte.

El mejor episodio hasta la fecha

Pero no. Lo que esta situación conocida nos regala es la mejor secuencia de cuantas hemos visto hasta ahora en Obi-Wan Kenobi. Desde la intensa conversación entre el protagonista y la Reva de Moses Ingram, flamante Nueva Inquisidora, que nos la revela como un personaje más complejo y con unas intenciones y una función muy distinta a las que creíamos, lo que nos prepara emocionalmente para lo que se nos viene encima a continuación.

La potencia de la composición realizada por Deborah Chow y el montaje tan vigoroso que nos ha entregado Nicolas de Toth, con la ayuda de la vehemente banda sonora obra de Natalie Holt, y los emocionantes sacrificios de la Tala Durith de Indira Varma y el hierático NED-B consiguen provocarnos auténticos escalofríos por su extraordinaria energía dramática. Y, puesto que los guionistas se proponen vincular estos sucesos graves con los flashbacks, todo tiene incluso más sentido.

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El remate de lo que quieren enseñarnos sobre la personalidad de Anakin Skywalker como Darth Vader es bastante elocuente, y el calibre del poder demostrado por el mismo, muy impresionante. Pero a esta entrega de Obi-Wan Kenobi no le basta con todo lo anterior, sino que nos brinda otro duelo de espadas láser del gran villano de Star Wars, cuyo ganador resulta predecible, y dos volantazos que resignifican más el papel de Reva y nos dejan con una peligrosa inquietud.