En varias de las escenas de la película Doctor Strange en el Multiverso de la locura, que ya está disponible en Disney+, la oscuridad lo es todo. El director Sam Raimi, veterano en los códigos del cine de terror, los reinventa para el mundo de los superhéroes. Y lo hace a través de una cuidada percepción del miedo, la amenaza y lo inquietante, entrelazado con un guion peculiar. A pesar de resultar inclasificable en varios de sus puntos más altos y confusa en los bajos, la película de Raimi logró brindar un tono oscuro y tétrico a Marvel. Todo un triunfo de discurso y tono, si se toma en cuenta que por años, la exitosa franquicia fue criticada por su tono optimista y sentido del humor ligero.
Por supuesto, la premisa de la secuela de Doctor Strange no corresponde del todo con un film de terror. Pero si tiene los suficientes vínculos con el género como para sorprender y desconcertar a los fanáticos de la saga de Marvel.
En especial, por cómo Raimi estableció paralelismos entre el poder y su corrupción, con un tipo de violencia cruda que resulta desconcertante en la franquicia. Raimi, que decidió sustentar el apartado visual y la atmósfera en la película sobre la naturaleza del mal, logra algo más. Convertir la historia de un arco sencillo en una exploración, a veces retorcida, sobre la condición del poder.
Cada uno de los personajes de Doctor Strange en el Multiverso de la locura, es una apuesta a la ambigüedad. El héroe interpretado por Benedict Cumberbatch, descubre que sus tantas variantes en el multiverso ocultan secretos tenebrosos. La Wanda Maximoff de Elizabeth Olsen, pasa de ser un personaje trágico a una criatura violenta con un centro basado en el dolor. Entre ellos, la condición sobre el poder se convierten en algo más cercano a las habituales preguntas del género de terror. La tentación por ejercerlo, mostrarlo y usar el mal como herramienta para propósitos inmediatos, se convierte en una batalla compleja.
Pero en específico, Raimi basó el ritmo siniestro de la película en su experiencia como director de films en que el miedo lo es todo. Desde los movimientos de cámara — referencia inmediata a The Evil Dead — hasta el recorrido vertiginoso por lo sobrenatural Drag Me To Hell. Doctor Strange en el Multiverso de la locura, asume el peso de una trama más madura — o que intenta serlo — en medio de penumbras. Con personajes decapitados, monstruos con tentáculos viscosos y almas condenadas que sostienen zombies, la película es un experimento audaz. Uno que se sobrepone al prejuicio de lo que debería ser una película de superhéroes. Y también, de lo que el cine de género puede abarcar.
El viaje entre multiversos con un toque oscuro
Wanda Maximoff, que hasta ahora había sido un personaje herido por la pena y el duelo, emerge en la secuela de Doctor Strange como una villana. Pero Raimi, juega de nuevo con la idea de la crueldad y la convierte en una condición humana. ¿Qué es el mal sino una expresión de los peores dolores y pesadillas? Raimi toma la mitología Marvel — ese Darkhold tan parecido a otros tantos libros malditos en películas de terror — y la reconvierte en un punto oscuro. Porque la oscuridad — que acecha, tienta y al final, posee — no es solo un giro del argumento para sostener a un personaje infinitamente poderoso. Wanda sabe que sus capacidades son terroríficas y están destinadas a la destrucción. Y que además, puede utilizarlas a placer. Raimi toma todo lo anterior y lo deconstruye en una concepción inquietante sobre la concepción de lo tétrico.
Y es en Wanda, que Raimi encuentra el símbolo más poderoso de los espacios oscuros que suele incluir en sus películas. Ya sea deslizándose en el aire como una superpresencia violenta o arrastrándose, desarticulada y sobrenatural. La villana de la historia, es también el corazón mismo de las tinieblas. Para Raimi, la concepción de Wanda sobre su propósito y obsesión, es algo más que un hilo narrativo. Es la forma en que el miedo se manifiesta, evade explicaciones, se convierte en una condición misteriosa sobre lo que el ser humano puede ser. Un hecho que subvierte por completo el inocente universo Marvel — obsesionado precisamente por lo contrario — y que se sustenta, en la percepción del miedo absoluto. ¿Cómo detener a Wanda, capaz de reescribir la realidad?
Raimi utilizó la narración amable y dolorosa de WandaVision para, justo, sustentar una criatura que no se atiene a explicaciones o matices. En la serie de Disney+, el personaje descubrió el límite real — o la ausencia de uno — de sus capacidades. Para la película, Raimi traspone la idea sobre ese poder embriagador para vincularlo a una idea más humana de lo que parece a simple vista. La concepción sobre lo implacable. Wanda, obsesionada con la maternidad — o el aislamiento de la pérdida — emprende una búsqueda macabra por el multiverso. Y lo hace, a través de un tropo tradicional del cine de terror. Una criatura animada por un sentimiento humano, pervertido y multiplicado en cientos de versiones distintas, todas ellas inquietantes.
Una y otra vez, Wanda se convierte en un clásico de las películas de Raimi. Es poder puro, con un trasfondo humano. A la vez, es un recorrido a través de un tipo de densa oscuridad que se hace cada vez más peligrosa. La Bruja Escarlata aparece entre resquicios, con el cuerpo traspuesto y desarticulado. O se convierte en una sombra de ojos brillantes que atraviesa la realidad. Incluso, Raimi — apoyado en el guion de Michael Waldron — mata a los héroes de un universo alternativo con desalmada prepotencia. ¿Su motivo? una herida muy humana. Una versión infinitamente perversa del habitual antihéroe de Marvel.
Al final, la oscuridad lo es todo en Doctor Strange en el Multiverso de la locura
El escritor Darko Suvin, insistía en el concepto de Novum, un giro argumental que permite la irrupción de lo fantástico en la realidad. Una idea que Raimi ha utilizado en varias oportunidades distintas, pero que en Doctor Strange en el Multiverso de la locura, es más potente. Los diversos símbolos del bien y el mal, clásicos de Marvel, se convierten, esta vez, en un tránsito por los estados del ser.
Stephen Strange, héroe de una guerra monstruosa, descubre que la mayoría de sus variantes sucumbieron al mal. Los héroes de la tierra, se encuentran desaparecidos, destrozados o incluso, ocultos. En la oscuridad que Wanda deja a su paso, es evidente que habita un poder reconvertido en arma. Raimi toma todos los elementos y los analiza como un viaje a través del Multiverso, pero también, de los horrores que habitan en cada uno de nosotros. Uno de sus temas favoritos.
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Doctor Strange en el Multiverso de la locura, subvierte la idea de Marvel sobre el bien y el mal. A pesar de sus errores y puntos en blanco, la serie avanza hacia otras regiones peligrosas con las que la saga intenta lidiar. Y quizás, ese es su mayor mérito, como producto extraño, todavía por asimilar y sin duda, inquietante de La casa de las ideas.
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