Durante la última etapa de la Guerra Fría, la carrera espacial dio inicio a un nuevo capítulo gracias a la llegada de los transbordadores. Los años ochenta fueron definidos por los viajes del Columbia, Discovery y el fatídico accidente del Challenger. Pese a que la URSS no le alcanzó para superar a la NASA, los soviéticos construyeron el Buran, un transbordador con tecnología avanzada que sorprendió a todos.
A primera vista parecía una calca del Columbia y otros integrantes del programa Space Shuttle. Esto no es casualidad, ya que los soviéticos echaron mano de la KGB para recabar toda la información posible de la NASA. Aunque en un principio fue señalado como clon, la realidad es que el Buran era más robusto que su contraparte estadounidense.
El Buran realizó su primer y único vuelo el 15 de noviembre de 1988, cuando despegó del cosmódromo de Baykonur impulsado por el gigantesco cohete Energia. Tras orbitar la Tierra por espacio de 206 minutos, el transbordador soviético comenzó su descenso y aterrizó exitosamente en la pista de Kazajistán.
Lamentablemente para el Buran, el colapso de la Unión Soviética estaba cerca y eso significaba el final de un ambicioso proyecto que incluía estaciones espaciales y vuelos a Marte en un futuro no muy lejano. En pocos años, el transbordador pasó al olvido y sufrió los embates del tiempo hasta desaparecer por completo de la faz de la Tierra.
La Unión Soviética nunca creyó en los transbordadores
Tras poner al hombre en la Luna en 1969, la NASA comenzó a idear el desarrollo de transbordadores para construir una estación espacial. Estados Unidos no solo buscaba diseñar dispositivos reutilizables, sino también optimizar los costes de viajar al espacio. Aunque los primeros bosquejos de conceptos se efectuaron antes del viaje del Apollo 11, el programa Space Shuttle tomó forma en 1972 y realizó su primer vuelo casi una década después con el Columbia.
Aunque la competencia entre las potencias se mantenía, los transbordadores no generaban interés en los soviéticos. La URSS estaba ocupada en el programa Salyut para construir estaciones espaciales civiles usando cohetes Soyuz. Los planes para establecer una base en la Luna para contrarrestar el éxito de los estadounidenses también era parte de la estrategia. Aún así, la Unión Soviética comenzó a estudiar alternativas para desarrollar naves reutilizables que usarían en las décadas posteriores.
El panorama cambió en 1974 cuando Vladimir Smirnov, responsable de la Comisión Militar Industrial (VPK), se reunió en secreto con Leonid Brezhnev, el jefe máximo de la URSS. Smirnov advirtió al líder soviético sobre los peligros del programa de transbordadores de la NASA y planteó un futuro apocalíptico.
Tal vehículo es como un avión. Es capaz, mediante una maniobra lateral, de cambiar su órbita de tal manera que se encontraría en el momento justo sobre Moscú, posiblemente con una carga peligrosa.
El jefe de la VKP se basó en estudios realizados por institutos como el TsNIIMash, quienes anticipaban que el Space Shuttle tenía fines militares. Una de las hipótesis de los soviéticos es que Estados Unidos usaría sus transbordadores para construir armas láser experimentales capaces de destruir misiles a distancia. Por su parte, el Instituto Kéldysh de Matemática Aplicada mencionó que los norteamericanos tenían una posición de ventaja al usar la base de Vandenberg, puesto que las ciudades principales de la URSS se encontraban en las trayectorias de vuelo del Columbia.
Cuando analizamos las trayectorias de Vandenberg vimos que era posible que cualquier carga útil militar volviera a entrar desde la órbita en tres minutos y medio a los principales centros de la URSS. Esto es un tiempo mucho menor del que haría un misil submarino (diez minutos si se lanza desde la costa).
La idea de un ataque nuclear perturbó a Leonid Brezhnev, quien dio luz verde al desarrollo de un transbordador para contrarrestar a los estadounidenses. Pese a la paranoia, algunos líderes se oponían al programa del transbordador soviético por el alto costo que representaba.
El inicio del programa Buran y el papel de la KGB
Los primeros años del Buran se vivieron en secreto. El decreto para efectuar el programa espacial se firmó en 1976, aunque a diferencia de la NASA, los soviéticos no lo hicieron público. Contrario a a otros proyectos, la URSS dejó el liderazgo en manos del Ministerio de Defensa. La creación del primer transbordador causó controversia, puesto que el desarrollo quedó a cargo de organizaciones con poca experiencia en naves espaciales.
A diferencia de años anteriores, la creación de un transbordador no obedecía al ímpetu de superar a Estados Unidos en la carrera espacial. Los soviéticos desecharon los proyectos de naves reutilizables y adoptaron un diseño similar al de la NASA. La idea del Buran era mantener una paridad estratégica con los norteamericanos. Si EE.UU. construía una nave con ala delta, los soviéticos tenían que replicarlo.
La reacción tardía de la Unión Soviética representaba un problema para diseñar un transbordador y tenerlo listo antes de 1983. Aunque los soviéticos tenían un programa espacial de primer nivel, los años perdidos no alcanzarían para realizar las pruebas necesarias. Afortunadamente para ellos, el programa Space Shuttle de la NASA no era clasificado por lo que la URSS hizo lo que mejor sabía en esos años: usar a la KGB para espiar a sus contrincantes.
Un reporte de la CIA publicado en 1985 advertía que la VPK — la misma que atemorizó a Brezhnev — gastaba grandes cantidades de rublos en espionaje. La agencia de inteligencia estadounidense mencionó al proyecto de transbordador como uno de los primeros casos de espionaje en internet. La KGB extrajo documentos clave de los servidores de la NASA entre los que se encontraban diseños de fuselaje, materiales, sistemas de propulsión y otros más. Los espías soviéticos también se centraron en proyectos de espaciales de universidades como el MIT y Stanford.
Edward Aldridge, secretario de la Fuerza Aérea durante el gobierno de Ronald Reagan, dijo que la URSS se ahorró miles de millones de dólares gracias a la KGB. "No tuvieron que someter su orbitador a todas las pruebas de túnel de viento y simulaciones por computadora que hicimos porque nuestros datos de prueba estaban disponibles para ellos.", mencionó.
Los primeros intentos por construir un transbordador
Calificar de clon al Buran sería un error. Si bien los datos de la KGB ayudaron a recuperar los años perdidos, el transbordador soviético no era una copia al carbón del Columbia. La URSS contaba con una plantilla de los mejores ingenieros espaciales, y aunque el primer diseño era idéntico la configuración de la NASA, el resultado final fue más seguro y avanzado.
La primera variante del Buran fue conocida como OS-120 y se produjo en 1975. El parecido con el Space Shuttle era tan evidente que la URSS no podía negarlo. El orbitador mantenía la configuración de motor, aunque la principal diferencia es que no usaba propulsores de combustible sólido. En su lugar se valía cuatro cohetes de RG-1, un combustible similar al que utilizan los cohetes Falcon de SpaceX.
El OS-120 pesaba 2380 toneladas y su aerodinámica no estaba muy refinada. De acuerdo con los diseñadores, esta versión se desarrolló con prisas y no existió un estudio a fondo sobre el diseño y las condiciones de uso. Los ingenieros rusos descubrieron que copiar el transbordador de la NASA significaría cometer los mismos errores, por lo que realizaron ajustes en una segunda versión.
El OK-92 fue el sucesor del OS-120, ahora desarrollado por NPO Energia. Los ingenieros movieron los motores principales hacia el tanque de combustible y dotaron al orbitador con un motor de combustible líquido para maniobras orbitales, así como dos motores a reacción para el aterrizaje. Los soviéticos sabían que era necesario implementar un sistema de propulsión a chorro que permitiera un aterrizaje seguro dentro de los aeródromos de la URSS.
Tras realizar ajustes en la configuración de motor, el OK-92 sirvió como base para el diseño final del Buran.
La ventaja de los soviéticos frente a la NASA
La construcción de los transbordadores comenzó en 1980 y se produjeron múltiples modelos a escala por NPO Molniya para realizar seis vuelos de prueba.
El BOR-4 fue una nave que se usó para desarrollar la protección térmica que se integraría en el transbordador. Posteriormente, el BOR-5 tuvo como fin probar las características aerodinámicas, presión sobre la superficie, cargas térmicas y acústicas, así como comprobar la fiabilidad de los métodos de cálculo aerodinámico.
Antes de aventurarse al primer lanzamiento quedaba una última prueba: el aterrizaje. Los ingenieros desarrollaron el OK-GLI, también conocido como el Buran análogo. Esta versión compartía las mismas características aerodinámicas del transbordador final, así como la capacidad de despegar y orientarse de forma independiente a un punto clave en la trayectoria de descenso y aterrizaje. El OK-GLI alcanzaba una velocidad máxima de 600 km/h y una altitud de vuelo de 6.000 m.
El Burán análogo realizó 24 vuelos de prueba, de los cuales 15 incluyeron aterrizaje y parada completa en control automático. Esta era una de las características más importantes del transbordador soviético con respecto a los de la NASA, ya que no requería tripulación para volar ni efectuar aterrizajes exitosos.
A diferencia del programa Space Shuttle, que promocionaba la ciencia y el deseo de conquistar el espacio, el Buran tenía un enfoque militar. Esto ayudó a que el proyecto gastara millones de rublos en pruebas y construcción de prototipos.
El Buran fue la versión mejorada del Space Shuttle
El programa Energia-Buran produjo tres transbordadores, aunque solo uno se completó al 100% y realizó un lanzamiento exitoso. El diseño final, inspirado en su exterior por el Space Shuttle, tenía una longitud de 35,4 m, altura de 16,5 m (con tren de aterrizaje desplegado) y una envergadura de 24 m.
El fuselaje, construido con aleaciones de aluminio, titanio, acero y otros materiales, contaba con un ancho de 5,6 m por 6,2 m de altura, mientras que el compartimiento de carga alcanzaba los 18 m de longitud con un diámetro de 4,6 m.
El Buran podía transportar un máximo de 10 personas, incluidos los 4 miembros de la tripulación, en una cabina dividida en tres secciones. Una diferencia importante con respecto al Columbia es que el transbordador soviético contaba con asientos eyectables que se activaban en caso de un accidente. Estos eran exclusivos para el capitán y el piloto y solo se implementaron en las primeras dos versiones.
El compartimiento central, de 18 m de longitud, integraba cuatro puertas que se abrían hacia arriba donde los cosmonautas podían realizar maniobras de carga o descarga usando dos manipuladores con pinzas. Otra característica que colocaba al Buran por encima de su contraparte estadounidense es que los manipuladores de carga podían operarse desde la Tierra. Los soviéticos podían enviar transbordadores no tripulados y controlar todo a distancia desde sus centros de comando.
Para evitar el sobrecalentamiento en el descenso se instalaron diversos revestimientos. En la parte inferior, que comprende la nariz y el borde de las alas, se colocó un recubrimiento basado en un material compuesto de carbono que soportaba temperaturas superiores a los 1.600 grados Celsius. El resto del fuselaje integró una capa flexible de mosaicos fabricados con fibras de cuarzo.
Energia, el gigantesco aliado del Buran
Una de las características de los transbordadores estadounidenses era la presencia de motores integrados en el orbitador. El primer prototipo del Buran copió esta idea, sin embargo, pronto fue desechada. Los ingenieros se dieron cuenta que los motores no solo representaban un peligro, sino que una vez en órbita no eran necesarios y representaban peso muerto. Para enviar al espacio su transbordador, los soviéticos echaron mano de un gigantesco cohete llamado Energia (o Energiya).
El Energia era un monstruo de dos etapas impulsado por combustible líquido capaz de levantar una carga de 100 toneladas. El cohete no solo estaba diseñado para enviar el transbordador, sino otras naves espaciales o vehículos de gran tamaño. Una de las ventajas frente a la NASA es que el Energia y sus propulsores podían apagarse por completo en caso de algún desperfecto para evitar una explosión.
El programa Energia-Buran produjo cinco unidades, una de ellos utilizada para el lanzamiento del transbordador soviético en 1988. La URSS tenía planes de construir una familia de cohetes basados en las especificaciones del Energia, incluido uno conocido como Volcano que sería capaz de levantar más de 200 toneladas para una expedición a Marte.
El programa deja de ser secreto y los soviéticos pierden la cabeza
Si bien el Buran no se hizo público hasta meses antes de su lanzamiento, Estados Unidos estaba enterado que la URSS planeaba algo grande. A inicios de los ochenta, la CIA obtuvo imágenes satelitales del cosmódromo de Baykonur y del Instituto de Investigación de Vuelo Gromov. Ambos mostraban una pista de aterrizaje para el transbordador.
La inteligencia estadounidense recabó información de los vuelos de prueba del vehículo BOR-4 y el desarrollo del cohete Energia. En ambos casos los datos los llevaron a conclusiones erróneas, puesto que Estados Unidos pensaba que el vehículo a escala se trataba de un proyecto de avión espacial usado para misiones de reconocimiento y combate.
Tras doce años y cientos de pruebas, el momento de la verdad llegó para el Buran. Pese a que las simulaciones arrojaban datos positivos, el reto más grande para el programa fue su revelación al público. Los años de secretismo le jugaron en contra a los soviéticos, quienes durante años usaron los medios de comunicación para criticar a la NASA y el Space Shuttle.
El último paso antes del lanzamiento
Varios cosmonautas y oficiales soviéticos rechazaron el desarrollo de un transbordador desde la década de los setenta y lo volvieron a hacer en 1987, cuando se hizo público el programa. La política de transparencia impulsada por Mikhail Gorbachov destapó al Buran, aunque gran parte del trabajo ya estaba hecho y solo quedaba programar el lanzamiento.
El transbordador ya se encontraba en Baykonur y los oficiales se debatían entre realizar una misión tripulada o autónoma. Los soviéticos ya tenían experiencia en pruebas no tripuladas con el Soyuz o el Vostok, mientras que los vuelos del OK-GLI en aterrizaje automatizado garantizaban un retorno seguro.
De acuerdo con el cosmonauta Oleg Makarov, el programa espacial soviético difiere de la NASA en un aspecto fundamental.
El programa espacial soviético confía plenamente en misiones totalmente automáticas para las pruebas iniciales, como el primer lanzamiento del Buran. El papel más importante en el programa espacial soviético lo desempeñan los ingenieros de vehículos de lanzamiento.
Oleg Makarov
Los soviéticos jugaron a lo seguro y decidieron que el Buran volaría sin tripulación. El objetivo principal fue asegurar que el transbordador orbitara la Tierra y regresara sin problemas. Gran parte de los sistemas requeridos en un viaje habitual, como células de combustible, mecanismos de carga o sistemas de soporte vital, se omitieron.
Crónica de un lanzamiento exitoso
El Buran despegó a las 06:00 hrs del 15 de noviembre de 1988 impulsado por el gigantesco cohete Energia. Pese a que las condiciones climáticas estaban lejos de ser ideales, el transbordador se elevó ante la mirada de cientos de ingenieros que veían materializado un sueño de 12 años. Algunos pensaban en un futuro prometedor, con estaciones espaciales y viajes a Marte que pondrían a la Unión Soviética de nuevo en el radar.
Debido al exceso de nubosidad, los únicos que realizaron seguimiento al Buran fueron los pilotos del MiG-25 SOTN y el avión An-26. La transmisión del lanzamiento no fue televisada por completo, sin embargo, los pilotos tenían la tarea de documentar la partida y aterrizaje del transbordador con la ayuda de un camarógrafo.
El Buran alcanzó la órbita planeada a las 6:47 hrs y tras dos vueltas a la Tierra, programó su descenso en Baykonur. Con la ayuda de su sistema computarizado, el transbordador realizó los ajustes necesarios de ángulo y velocidad para aterrizar en el cosmódromo de Kazajistán. Un análisis posterior determinó que el Buran eligió el mejor punto de entrada y realizó una maniobra compleja.
Magomed Tolboyev, piloto del MiG-25 que realizó el seguimiento, dijo que tuvo la sensación de que el transbordador era controlado por un piloto humano. "Por supuesto que nadie nadie estaba a bordo, solo el equipo. Hicieron un trabajo impresionante. El software de vuelo del Buran era simplemente impecable", aseguró.
El aterrizaje no se televisó por temor a un problema técnico. No obstante, media hora después de tocar tierra y concretar su primer vuelo, la noticia del éxito del Buran se transmitió a todos los soviéticos por medio de la radio.
Júbilo en occidente, indiferencia en Moscú
El lanzamiento del Buran generó reacciones positivas en todo el mundo, incluyendo a los norteamericanos. Los analistas reconocieron los avances soviéticos en sus sistemas automatizados. "El vuelo muestra que la audacia y ambición de los rusos corresponden con su ingenio. Se escapa de nuestro último monopolio de operaciones espaciales.", escribía en Time James Oberg, experto en los programas espaciales soviéticos.
Los materiales avanzados, computadoras, software, aerodinámica y propulsión en el sistema del transbordador y la capacidad del equipo soviético para integrar múltiples computadoras tolerantes a fallas y administrarlas de manera efectiva es algo que nunca antes habían demostrado.
Aviation Week
La lluvia de elogios no hizo eco en Moscú, donde se encontraban los principales críticos del programa Buran. Aquellos que una década antes habían advertido sobre el elevado costo y poca eficiencia de diseñar y mantener un transbordador espacial, volvieron a la carga. El mismo Mikhail Gorbachov se sumó al grupo y no mostró una pizca de optimismo cuando le avisaron sobre el aterrizaje exitoso.
"No mostró absolutamente ninguna comprensión, interés en los éxitos y logros del país en el campo de la tecnología y la ciencia." dijo Gleb Lozino-Lozinskiy, lider del programa Energia-Buran. "Gorbachov se destacó por una habilidad excepcional para mostrar incapacidad. Más tarde lo llamé, traté de reunirme con él para explicarle las cosas, pero fue en vano", mencionó.
Un año después del lanzamiento, los directivos del programa se reunieron con el Consejo de Defensa para definir los planes del Buran. El futuro parecía prometedor con una serie de cohetes reutilizables y misiones espaciales. A pesar del éxito del lanzamiento y el reconocimiento mundial, el Gobierno no mostró interés y recortó el presupuesto. De los cinco transbordadores planeados, solo uno concretó su desarrollo. Un segundo Buran, conocido como "Storm", tenía contemplado realizar un vuelo a la estación espacial Mir en 1991, pero nunca se concretó.
El amargo final del Buran
Una serie de eventos desafortunados condujeron al final del Buran. En enero de 1989, Valentin P. Glushko, diseñador de NPO Energiya y hombre clave del programa, murió a los 80 años. Esto generó una lucha de poder en la empresa que terminó por afectar los proyectos espaciales. Gorbachov tampoco se quedó de brazos cruzados. El líder de la URSS criticó la viabilidad del programa del transbordador espacial. El alto coste había afectado otros programas y la comunidad científica no estaba contenta.
El lanzamiento del Buran costó 170 millones de rublos, seis veces más de lo que equivaldría a enviar la misma carga con cohetes Soyuz. Los expertos también se dieron cuenta que el transbordador era innecesario y el gasto era injustificable, sobre todo para un país en crisis. El colapso de la Unión Soviética no hizo más que acelerar la muerte del programa.
El Buran dejó de existir oficialmente en mayo de 1993 en uno de los episodios más tristes de la historia espacial. No solo el Gobierno se negó a garantizar la continuidad del programa, sino que la cancelación de fondos derivó en el abandono total de los transbordadores y todos los vehículos de prueba creados.
El transbordador murió en el abandono y nadie pudo evitarlo
El transbordador que realizó un vuelo exitoso y ganó el reconocimiento mundial fue destruido el 5 de diciembre del 2002, cuando colapsó el techo del edificio 112 en Baykonur donde se encontraba estacionado.
La segunda unidad se mantiene abandonada en Kzajastán, donde fue vandalizada en abril de 2021 ante el asombro de la Roscosmos. Las tres restantes se encuentran en la planta de NPO Molniya, aunque algunas piezas ya fueron subastadas en internet. Los prototipos tuvieron un final feliz, ya que fueron transferidos a museos de Alemania y Moscú para su preservación.
Al final el programa Energia-Buran confirmó lo que algunos anticiparon desde inicios de los setenta. Los transbordadores no eran viables y los soviéticos no tenían necesidad de gastar millones en llevar carga al espacio si podían hacerlo con sus cohetes Soyuz.
Pese a las críticas, el Buran realizó uno de los lanzamientos más impresionantes y ganó el reconocimiento de occidente. Los ingenieros soviéticos demostraron que estaban un paso adelante de los estadounidenses y ya soñaban con la Luna y Marte. Lamentablemente, el tiempo y la política les jugaron en contra.