No fue la primera catástrofe espacial, pero su retransmisión en directo convirtió la tragedia del **Challenger en un terrible accidente que se quedó grabado en nuestras retinas y que marcó, sin duda, la carrera espacial. 74 segundos después del despegue del transbordador, el vuelo STS-51L** estalló en pedazos ante la mirada atónita del mundo. Como consecuencia, siete tripulantes (Francis Scobee, Michael J. Smith, Ronald McNair, Ellison Onizuka, Gregory Jarvis, Judith Resnik y Christa McAuliffe) perdieron la vida. Seis astronautas y una maestra convertidos en héroes para la historia de la exploración espacial.No fue el primer accidente espacial, pero sí su retransmisión en directo

Ronald Reagan, presidente de Estados Unidos por aquel entonces, recordaba en su discurso horas después que "hacía diecinueve años, casi en esa misma fecha, tres cosmonautas norteamericanos habían perdido la vida en un accidente en Tierra". Pero jamás había muerto ningún astronauta en pleno vuelo. "Nunca habíamos sufrido una tragedia como esta", señaló el político. Reagan se dirigía a todo un país consternado por la tragedia del Challenger, incluyendo los niños que contemplaron la catástrofe del transbordador en directo. Y es que en la misión viajaba Christa McAuliffe, la primera maestra en volar al espacio dentro de un programa de la NASA para promocionar el estudio de la ciencia en las escuelas de EEUU.

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Portada del Washington Post sobre la tragedia.

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"El transbordador explota", el titular elegido por el New York Times para la portada del día después del accidente.

"Siempre he tenido una gran fe y respeto por nuestro programa espacial. Y lo que pasó hoy no disminuye estas sensaciones. No ocultamos nuestro programa espacial. No guardamos secretos y cubrimos las cosas. Lo hacemos todo por adelantado y en público. Esa es nuestra libertad y no la cambiaría ni un minuto", sostuvo Reagan, en una clara referencia a la histórica carrera espacial que había enfrentado y acelerado las investigaciones de Estados Unidos y la Unión Soviética. Treinta años después de la tragedia del Challenger, la opinión pública sobre la investigación también cambió. La NASA solía ser una fuente de buenas noticias, pero el accidente del transbordador transmitió la sensación de que también podían cometerse errores en ciencia. Y que estos podrían tener consecuencias inesperadas y trágicas.Las condiciones climáticas de la noche anterior afectaron a las gomas que protegían las juntas de los aceleradores. Las fuerzas aerodinámicas a las que se vio sometido el Challenger hicieron el resto

Aquella fría mañana Florida amaneció helada. Las bajas temperaturas amenazaron con retrasar el lanzamiento del Challenger, pero dado que este se había planificado para el mediodía, no debía de haber mayores problemas. El frío, sin embargo, afectó a los anillos de goma que protegían herméticamente las juntas de los aceleradores. Nadie consideró que el viento que había "azotado" el transbordador durante la noche provocaría una verdadera catástrofe. Segundos después del despegue, como se pudo apreciar posteriormente en el vídeo, un humo negro apareció en la parte inferior del acelerador derecho. Las juntas habían fallado, pero nadie se había percatado del problema.

Los gases comenzaron entonces a adentrarse en la grieta abierta, actuando como un verdadero "soplete" que afectaba al acelerador y al tanque de combustible. La vorágine de fuerzas aerodinámicas a las que el Challenger se vio sometido hicieron el resto. A los 74 segundos del despegue, el transbordador se desgarró cuando estaba a quince kilómetros de altura. Millones de litros de hidrógeno y oxígeno explotaron en el aire, conformado la enorme nube de vapor de agua que se observó en directo. La cabina con los siete tripulantes también se despegó, cayendo al mar a cientos de kilómetros por hora. Ninguno sobrevivió, pero según todos los indicios, su muerte no fue instantánea. Treinta años después de aquel accidente, *National Geographic* también ha anunciado el estreno de un documental con imágenes inéditas de un accidente que conmocionó al planeta.

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La tragedia del Challenger cambió para siempre los programas de exploración espacial. Por ejemplo, los planes de la NASA de enviar civiles al espacio se retrasaron 22 años. Barbara Morgan sería la primera en hacerlo a bordo del Endeavour en 2007. Los lanzamientos de transbordadores se sustituyeron por cohetes reutilizables, los astronautas dejaron de encargarse directamente de las tareas de reparación y, en general, los protocolos de supervisión técnica y vigilancia mejoraron. A pesar de ello, nada pudo evitar una nueva catástrofe en febrero de 2003, cuando el transbordador Columbia se desintegró en la maniobra de reentrada. Siete astronautas fallecieron como consecuencia de una perforación imprevista en la espuma de poliuretano BX-250 empleada como aislante de la nave.

El accidente del Columbia fue una triste repetición de lo que sucedió hace hoy treinta años con el Challenger. Una catástrofe que puso a prueba los planes de exploración espacial y que demostró que, por desgracia, la investigación en la NASA no está exenta de riesgos. Por eso se deben mejorar los protocolos de vigilancia y seguridad y extremar las precauciones. Ese será el mejor homenaje a los fallecidos de tragedias como estas, además de las celebraciones anuales para recordar a los astronautas que perdieron la vida mientras trabajaban por brindar un mayor conocimiento sobre el mundo que nos rodea.

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