Suele decirse que los seres humanos nunca estamos solos, pues tenemos millones de virus, bacterias y hongos viviendo con nosotros. Pero también tenemos pequeños animales que nunca nos abandonan. Es el caso de Demodex folliculorum, una especie de arácnidos que viven exclusivamente en la piel de nuestra cara. Y también en nuestros pezones. Se alimentan del sebo que se genera en los poros. De hecho, estos son su lugar favorito. Ahí viven, se alimentan y se aparean. A grandes rasgos todo esto es lo que sabíamos de ellos hasta ahora. Sin embargo, un nuevo estudio que se acaba de publicar en Molecular Biology and Evolution aporta nueva información de lo más interesante.

Para llegar hasta ella, sus autores, procedentes de la Universidad de Reading, realizaron una secuenciación de su genoma. Esta permitió comprobar que su enclave privilegiado les ha ayudado a optimizar sus genes al máximo. En la piel de nuestra cara no tienen que competir con otras especies ni por alimento ni por aparearse. No tienen depredadores y, aunque se aprovechan de nosotros, generalmente no llegan a ser molestos, así que no intentamos acabar con ellos. De hecho, aunque cada vez se habla más de estos ácaros, nos esforzamos mucho en olvidar que existen. Ojos que no ven, corazón que no siente.

Y es que miden poco más de 0,3 mm de largo, por lo que no podemos verlos a simple vista. Sabemos que están ahí, pero no nos hacen daño. Es cierto que en algunos casos se han relacionado con algunas infecciones oculares. O incluso con una eccema en el complejo areola-pezón. Pero estas son excepciones. Normalmente no nos afectan, así que conviven con nosotros con total tranquilidad. Y esa vida tranquila les ha hecho ir perdiendo genes durante su evolución. Tienen los justos y necesarios para mantenerse con vida, pero gracias a ellos pueden hacer cosas muy curiosas.

Los arácnidos que mejor aprovechan su dieta

Los arácnidos Demodex que viven en la piel de nuestra cara son cada vez más simples. En el estudio que se acaba de publicar comprobaron que sus patas cuentan solo con tres músculos unicelulares, que les bastan y les sobran para moverse entre poro y poro buscando alimento y parejas de apareamiento.

Además, no necesitan una dieta demasiado variada. De hecho, sus requerimientos de nutrientes como las proteínas son mínimos. Otros invertebrados, como los mosquitos, necesitan recurrir a triquiñuelas como chuparnos la sangre para obtener las proteínas necesarias para poner sus huevos. Pero los Demodex se bastan y se sobran con lo poco que pueden conseguir en nuestra cara. 

Nos roban la melatonina

Generalmente los invertebrados pequeños, como los arácnidos y otros ácaros, necesitan un gen que les hace despertarse con la luz del día. Los Demodex lo han perdido con el paso del tiempo. Esto les convierte en animales nocturnos. Y lo cierto es que lo son, pues se alimentan y se aparean por la noche. 

Sin embargo, tampoco pueden producir melatonina. Esta es una hormona muy vinculada a los ritmos circadianos humanos, que nos indica cuándo debemos dormir. Por la noche se segrega, generando somnolencia, pero durante el día deja de producirse. En el caso de muchos invertebrados nocturnos ocurre al revés. La melatonina les hace mantenerse despiertos y activos. Estos arácnidos no pueden segregarla, pero se aprovechan de una pequeña cantidad que nosotros secretamos a través de la piel a partir del atardecer. Nosotros dormimos y ellos salen a comer. Y a aparearse.

Crédito: Universidad de Reading

El Kama Sutra de ‘Demodex’ es muy reducido

Vale, el Kama Sutra no es un libro de posturas. Pero nosotros nos entendemos. Los seres humanos tenemos multitud de posturas para mantener relaciones sexuales. Otros animales no son tan imaginativos, pero también pueden variar entre unas pocas.

Según este nuevo estudio, en el caso de Demodex folliculorum solo hay una. El macho tiene un pene que sobresale hacia arriba desde la parte frontal de su cuerpo. Por eso, siempre copula debajo de la hembra. Eso sí, son de los que les gusta tirar del pelo durante el sexo. Pero de nuestro propio pelo, ya que tanto machos como hembras se aferran a los pelos de los folículos para no perder la postura mientras se aparean.

Tienen una mala fama poco merecida

Otro dato muy interesante en este nuevo estudio sobre Demodex es que tienen ano. Esto puede parecer una nimiedad, pero no lo es.

Hasta ahora se creía que estos ácaros no tenían ano, de modo que acumulaban todas las heces generadas a lo largo de su vida y finalmente las liberaban al morir, causando inflamación en nuestra piel.

Se creía que no tenían ano y acumulaban sus heces hasta la muerte, causando inflamación en la piel

Por eso, se relacionaban con un amplio abanico de enfermedades dermatológicas. Ahora que sabemos que sí que tienen ano habría que buscar otro origen a esas patologías con las que han estado cargando injustamente.

Y el ano no es el único órgano que se ha descubierto con esta investigación exhaustiva sobre los arácnidos que viven en nuestra cara. También se ha visto que tienen unos apéndices bucales muy característicos, que les ayudan a recolectar alimentos de una forma óptima.

En definitiva, este estudio ha demostrado que se trata de animales fascinantes. Eso sí, es inevitable que nos causen algunos reparos. Por eso, si has llegado hasta aquí sin rascarte la cara, enhorabuena, tienes una capacidad de concentración envidiable. Y si sí te has rascado, tranquilo. Están ahí, pero no pican, así que está todo en tu cabeza. Y en tu cara, por supuesto. 

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