El verano está a punto de llegar al hemisferio norte, aunque hace bastante que las temperaturas comenzaron a volverse propicias para pasar un rato en la playa. Es una actividad de lo más placentera y sana, siempre que se tomen medidas como cuidar la seguridad de los alimentos que se llevan como aperitivo, utilizar protección solar o no hacer caso a esa vieja creencia de que el agua del mar lo cura todo. Porque no es verdad e intentar utilizarla para tratar cortes o heridas puede hacernos volver a casa (o al hospital) con una desagradable infección.
Muchas personas piensan que eso es imposible, prácticamente un invento de la industria farmacéutica. ¿Cómo va a generar infecciones el agua del mar si es super natural? Quizás en zonas con mucha contaminación sí, ¿pero en lugares suficientemente limpios? Imposible.
Pero no, no es imposible. Precisamente lo natural es contraer infecciones con el agua del mar, porque no hay nada más natural que las bacterias y el agua del mar es un excelente medio de cultivo para muchas de ellas. También hay virus, protozoos y, en general, un gran número de microorganismos. No todos son patógenos, pero algunos sí que pueden ser perjudiciales para el ser humano. Eso no quiere decir que no podamos bañarnos. Entrar en contacto con ellos mientras nadamos generalmente no acarrea ningún problema. Pero beberlos, introducirlos en los ojos o verterlos en una herida abierta sí que es peligroso. Tanto como parir en el agua del mar. En serio, tampoco hagáis eso.
Agua del mar: no todo lo natural es saludable
El agua del mar tiene infinidad de sustancias que pueden ser beneficiosas para la salud. De hecho, muchos fármacos se han elaborado a partir de principios activos obtenidos del fondo del océano. También puede contener sales minerales y algunas sustancias antiinflamatorias. Pero nada de eso la convierte en un buen remedio para tratar heridas.
Y esto se debe básicamente a que no es un medio estéril y, como tal, alberga multitud de microorganismos que, en algunos casos, son patógenos para el ser humano. Por ejemplo, son comunes las bacterias del género Vibrio. En un estudio publicado en 2018 se detectaron en los ecosistemas marinos más de 100 especies diferentes de este género, de las cuales 12 pueden ser patógenas para los seres humanos. También es común encontrar a una vieja conocida de los seres humanos: Escherichia coli.
¿Pero significa eso que nadar en el mar es peligroso para la salud? Generalmente no. Es cierto que también hay algunos estudios que relacionan esta actividad con una mayor probabilidad de contraer enfermedades como las infecciones de oído o del sistema digestivo. Aunque para eso generalmente debe entrar agua del mar en el oído o tragarse. No es lo más común.
También se han dado casos de infecciones por microorganismos muy peligrosos y poco usuales, pero afortunadamente no es lo habitual.
El problema viene cuando nadamos con heridas abiertas. En ese caso, esas y otras bacterias pueden introducirse en estas lesiones y causar infecciones que pueden llegar a ser muy serias.
Ni qué decir tiene que también es una mala idea beber agua del mar o parir en la playa. Esto es algo que se ha cuestionado mucho en redes sociales últimamente y que es claramente peligroso. En primer lugar, por la falta de asistencia en caso de que se complique el parto, pero en segundo lugar por la posibilidad de infecciones. Los primeros damnificados serían los recién nacidos, que con su sistema inmunitario aún inmaduro no podrían decidir si quieren exponerse a ese peligro. Pero también las propias parturientas, que podrían sufrir desgarros susceptibles de infectarse por el agua del mar.
“Pues mi dentista me lo recomienda”
La sal se ha usado durante siglos para evitar o ralentizar la proliferación bacteriana. Por ejemplo, el proceso de salado de los alimentos para su conservación es muy antiguo y eficaz hasta cierto punto.
Esto se debe a que se juega con el equilibrio osmótico de las células. Estas se comportan siempre de manera que la concentración de sales en su interior y en el medio en el que se encuentran sea la misma. Por eso, si hay mucha sal dentro se absorbe agua para compensar y si hay más fuera se libera agua con el mismo objetivo. Las bacterias son células procariotas. Células al fin y al cabo. Por eso, si se ponen en un medio muy salino, liberarán mucha agua. Tanta que acabarán muriendo por deshidratación.
Es por eso que en el pasado se hacían enjuagues de agua salada para cuidar la salud de la boca. Algunos dentistas lo recomiendan aún hoy en día, aunque la mayoría ya lo desaconsejan y se decantan por el uso de enjuagues bucales específicos para el pH y las necesidades de nuestros dientes.
Por otro lado, es cierto que existen productos de venta en farmacias que consisten precisamente en soluciones salinas para, por ejemplo, descongestionar las vías nasales. Pero es que eso no es agua de mar. Debemos entender que el mar es mucho más que una solución salina. Y que, aunque a veces pueda parecer que es beneficiosa para algunos problemas, también aporta muchos perjuicios. Incluso en los lugares con menos contaminación del mundo.
Finalmente, es cierto que el aire y el agua del mar pueden ayudar a secar la piel y mejorar algunas condiciones como el acné o la dermatitis seborreica. Pero, de nuevo, eso no implica que el agua de la playa lo cure todo.
En definitiva, si este verano te apetece darte un baño, salvo que sepas que es una zona en la que se viertan aguas fecales, no lo dudes. Nadar no debe hacerte ningún mal. Pero si lo que buscas es curarte y evitar infecciones, recuerda que no las estás evitando, las estás buscando. Si la medicina ha evolucionado tanto en estos años, actuemos nosotros en consecuencia.