¿Cómo beber agua del mar para aprovechar sus beneficios? Solo tienes que seguir tres sencillos pasos. Primero: dirígete a tu playa más cercana. Segundo: llena un vaso de agua salada. Tercero: vuélcalo y devuelve el agua al mar. 

Eso es así, la forma más sana de beber agua del mar es no bebiéndola; ya que, lejos de aportarnos beneficios, puede ser muy peligroso. Sin embargo, no dejan de verse páginas webs o vídeos en los que se aconseja su consumo.

Podríamos pensar que, si no es beneficiosa, al menos no hará daño. Al fin y al cabo, es agua. El problema es que no es el mismo tipo de agua que bebemos del grifo o consumimos embotellada. Tiene grandes cantidades de sal y eso podría incluso llegar a matarnos. Veamos por qué.

Los motivos por los que no deberías beber agua del mar

Para empezar, están los motivos más obvios por los que no debemos beber agua del mar. El primero es que se trata de agua sin tratar y que, por lo tanto, es imposible garantizar que esté libre de microbios patógenos o trazas de algún compuesto que pueda dañar nuestra salud.

Para empezar, es agua no tratada, aunque ese no es el más grave de los motivos

Por otro lado, todos sabemos que no es bueno abusar de la sal. Pero beber agua del mar no es como pasarse un poco con el aliño de la ensalada. Hablamos de grandes cantidades de sal. Y es aquí donde empieza el gran problema.

Las células de la mayoría de los organismos vivos intentan mantenerse en un estado isotónico, con una concentración de sal similar dentro y fuera de ellas. Para ello, siguen un proceso conocido como equilibrio osmótico, por el cual el agua entra y sale de las células. Por ejemplo, si hay mucha sal en el exterior, será necesario diluirla, por lo que la célula pierde agua. En el caso contrario, cuando fuera hay poca sal en comparación con el interior, la célula absorbe agua, concentrando el exterior y diluyendo su interior. 

Cabe destacar que ambos procesos, si se dan de forma extrema, pueden ser muy dañinos, por acabar con la célula deshidratada o explotando. Por ejemplo, es el motivo por el que el salado se considera un buen método para conservar alimentos. Se añaden grandes cantidades de sal al medio, para que las posibles bacterias que intenten proliferar en él mueran desecadas, al perder agua en un intento de mantener el equilibrio osmótico.

¿Qué le ocurre a nuestro organismo?

Si decidimos beber agua del mar, nos estaremos provocando ese mismo efecto que le generamos a las bacterias en los alimentos salados.

El agua salada termina deshidratándonos

Las células perderán líquido para intentar diluir esa sal, que a su vez será filtrada por los riñones, para luego liberarse en la orina. Pero estos órganos no dan abasto si los exponemos a una concentración salina tan elevada.

Los síntomas serán los típicos de una deshidratación, más o menos grave en función de la cantidad de sal. Pueden ir desde mareos, debilidad, náuseas y aumento de la frecuencia cardíaca hasta la propia muerte.

Por lo tanto, esta sí que es agua que deshidrata. Hace meses una famosa influencer dijo algo parecido, pero refiriéndose al agua potable. Quizás oyó campanas y no sabía dónde. Quizás se dejó llevar por publicidades equivocadas. O quizás ocurrió una mezcla de ambas cosas. Lo que está claro es que estaba muy equivocada y que no es a ella a la que debemos hacer caso en lo que a temas de salud se refiere. El agua potable es totalmente segura y, desde luego, la mejor forma de hidratarnos. El agua del mar dejémosla para los peces.