Todos queremos estar a la última. A quién no le gustaría tener el modelo más nuevo de su televisor, teléfono, consola de videojuegos, tablet u ordenador. Pero eso tiene un precio. La vida media de estos dispositivos suele ser superior al lanzamiento de modelos nuevos. Pero quien prefiere seguir con el modelo antiguo, en ocasiones se ve obligado a cambiar. Google quiere cambiar esto con Chrome OS Flex. ¿Cómo afectará a Linux?
Actualizar una aplicación o un sistema operativo no tiene secreto. El proceso es hoy en día rápido y simple. Y en la mayoría de ocasiones es gratis. Pero con el dispositivo en sí no ocurre igual. Hay que pagar por los componentes electrónicos por los que corre el software. Y en ocasiones, el software va por un lado y el hardware por otro. O dicho de otra forma, ¿cuántos ordenadores o smartphones utilizan software desactualizado u obsoleto porque no es posible instalar una versión más reciente?
Google hace tiempo que dejó de ser un buscador o un compendio de servicios. En la actualidad, no sólo cuenta con un catálogo enorme de aplicaciones. Es que su catálogo de sistemas operativos también es de espanto. Con Android, está presente en televisores, teléfonos, automóviles y toda suerte de dispositivos móviles. Y con Chrome, mejor dicho, Chrome OS, dio el salto a los ordenadores. Ahora quiere abrir la veda a que cualquiera pueda instalar Chrome OS en su propio ordenador en vez de comprar un Chromebook. Y aunque la idea es buena, todo tiene su lado oscuro o una segunda lectura no tan halagüeña.
La guerra de los navegadores
En la actualidad, hay una feroz competición por ver quién controla el navegador que usas en tus dispositivos. Es la aplicación más usada, la que te abre las puertas de internet. Allí buscas cosas, encuentras tiendas donde comprar, servicios que contratar… Y en esta feroz guerra, Google Chrome es el rey. Sólo Safari de Apple le hace algo de sombra, gracias al ecosistema de Apple. Y a cierta distancia, Mozilla Firefox sigue ahí, lejos de lo que un día fue.
El resto de navegadores actuales están basados en el motor de Google Chrome, por lo que Chrome gana mercado incluso sin quererlo. Se ha convertido, de facto, en el navegador estándar como una vez lo fue Internet Explorer. En paralelo, hay otras guerras por ver quién se queda con la hegemonía. O las hubo. En su momento, hubo una guerra de sistemas operativos móviles. La ganó Android, de Google. Apple mantiene su porción del pastel con su ecosistema cerrado y, por el camino, cayeron grandes como Microsoft (con Windows Mobile, primero, Windows Phone, después) o RIM, propietaria de BlackBerry.
Y en escritorio, la guerra se mantiene a baja intensidad. Windows sigue dominando en el PC. Apple tiene su parte de mercado con macOS. Y el resto de sistemas operativos, como Linux y derivados de UNIX, se mantienen en sectores específicos como supercomputadores, servidores o dispositivos embebidos. Pero hace años que surgió otro competidor, de nuevo Google, con su Chrome OS. Hasta ahora, limitado a equipos preinstalados. Pero en 2020 se produjo la adquisición de Neverware. Con esta compra, Google se hizo con CloudReady, un servicio que permitía instalar Chrome OS en cualquier ordenador. De ahí lo que ahora conocemos como Chrome OS Flex.
¿Qué es Chrome OS Flex?
Chrome OS Flex es una versión limitada de Chrome OS que recuerda a lo que éste fue en sus primeros días. Un Linux con los elementos mínimos, escritorio, reproductor multimedia y gestor de archivos, y centrado en el navegador web, Google Chrome. A partir de ahí, cualquier cosa que queramos hacer en Chrome OS Flex tiene que ver con aplicaciones en la nube, algo a lo que estamos acostumbrados muchos con nombres como Trello, Slack, Zoom, Google Drive, Word, etc.
Por el momento, Chrome OS Flex es una versión lite de lo que es hoy Chrome OS. No encontraremos soporte para Google Play ni aplicaciones Android en general, no es posible ejecutar máquinas virtuales con Parallels… Un sistema operativo de escritorio para usar el navegador. De ahí que sus requisitos sean idóneos para ordenadores viejos.
Si tienes un PC con 4 GB de RAM, 16 GB de espacio en disco y que pueda iniciarse desde USB, es un firme candidato a poder instalar Chrome OS Flex. En cuanto a procesador y tarjeta gráfica, la ayuda oficial dice que los componentes no deberían ser de antes de 2010. Más antiguos, la experiencia de uso se vería afectada. Con todo, especifica que las gráficas de Intel GMA 500, 600, 3600 y 3650 no son compatibles.
Oportunidades y amenazas para Linux
¿Qué ha supuesto Android para Linux? Por un lado, se trata de un sistema operativo Linux. Pero cada vez se ha vuelto un sistema más cerrado. De ahí proyectos como CyanogenMod, que empezó personalizando la ROM de Android y que hoy es un sistema en sí mismo, LineageOS. Pero no cuenta con el apoyo necesario de fabricantes y marcas de dispositivos. Es más, cuando fabricantes como Huawei o Xiaomi han decidido alejarse de Google y Android, su respuesta ha sido desarrollar sus propios Android personalizados, HarmonyOS (Huawei) y MIUI (Xiaomi).
En el lado positivo, Linux ha logrado ampliar su catálogo de aplicaciones gracias a la integración de Android, lo que permite en muchas distribuciones Linux instalar aplicaciones e incluso usar Google Play con más o menos estabilidad gracias a proyectos como Anbox.
Sin embargo, Android nunca quiso ser un rival directo de Linux. Pero con Chrome OS fue diferente. En vez de comprar un ordenador con Linux, algo cada vez más frecuente, desde hace años puedes hacerte con un PC con Linux que integra el ecosistema de aplicaciones de Google, los llamados Chromebooks. Y con Chrome OS Flex, tú mismo puedes instalarlo en tu PC. Así, desde el punto de vista linuxero, se puede ver como una oportunidad de ampliar el dominio de Linux, sin importar con qué nombre o qué empresa lo encabece. Algo así como lo que ocurre con SteamOS. Gracias a Valve, cada vez hay más juegos para Linux aunque sea mediante emulación con el software Proton. SteamOS también es Linux. Pero podemos verlo como amigo o como enemigo.
La eterna alternativa
Para bien o para mal, Linux siempre ha sido la alternativa. Windows y macOS han sido siempre la primera y segunda opción si querías tener un ordenador. Y Linux es la alternativa, la respuesta a quien busca algo diferente. Durante años, por ejemplo, han proliferado distribuciones Linux pensadas para funcionar en equipos obsoletos. Desde distribuciones minimalistas como BasicLinux, Damn Small Linux, Tiny Linux o Puppy Linux, que ocupan menos de un gigabyte y que funcionan en ordenadores anticuados no, lo siguiente.
Por otro lado, han surgido versiones ligeras de las distribuciones más populares con escritorios que requieren un hardware menos exigente. Así obtienes prácticamente las mismas prestaciones en un PC que no es de última generación.
Habrá que ver cuál es la estrategia de Google. Todo apunta a que Chrome OS Flex es una puerta de entrada para quienes quieren probar Chrome OS pero no quieren adquirir un Chromebook. Y no podemos descartar que, con el tiempo, Chrome OS Flex se vaya pareciendo cada vez más añadiendo soporte para Android.
Para quien quiera personalizar su experiencia, adaptar el sistema operativo a sus necesidades y no al revés o tener el control de su privacidad y seguridad en vez de depender de las políticas cambiantes de un gigante como Google, siempre tendremos a nuestra disposición decenas de distribuciones Linux que cumplen con creces con cualquier tarea que desempeñemos frente al PC. Por desgracia, este nivel de personalización estará siempre limitado a un nicho menor frente al usuario medio, que apostará por soluciones más simples como las que ofrece Google. A lo que hay que añadir la googledependencia que muchos padecemos, queramos o no.