Durante años, la llamada ‘Guerra de los Navegadores’ estuvo protagonizada por los muchos intentos por destronar a Internet Explorer. Desde el conocido anuncio de Firefox pasando por los muchos juicios o la ‘pantalla de elección’ que los reguladores acabaron imponiendo en Windows a una Microsoft que entonces pasaba por sus tiempos más macarras y dominantes en los 90.
Hoy Internet Explorer es historia (aunque aún hay gente que lo usa cual salto sin paracaídas) y la dominancia absoluta la tiene Chrome, quien ha ganado cuota de mercado de forma exponencial en la última décadas. Eso sí, en los últimos años, esa brecha se está cerrando, aunque sea muy ligeramente.
Quién tiene el navegador tiene el volante
Los navegadores han sido históricamente una vía de entrada para las compañías para prestar muchos otros servicios. Para Aplhabet, a día de hoy, la hegemonía de Chrome les permite sopesar amenazar con decir adiós a las cookies. A Apple, con Safari, acabar de cerrar su ecosistema o a Windows, con el renovado Edge, con dar cierta ventana a servicios propios y recordar que sigue existiendo Bing entre las alternativas a Google como buscador.
Por eso, el liderazgo de Chrome, que en 2018 tocó techo con un 73% en escritorio (en mobile las guerra de los navegadores es menos válida por las imposiciones de iOS y Android), es una de las grandes ventajas de Alphabet en muchos sentidos.
Pero, como decimos, está yendo ligeramente a menos. Según datos de Statcounter, la cuota de mercado de Chrome ha bajado ahora hasta el 64,9%. Le sigue a mucha distancia Safari, con un 9,77%, prácticamente igual que Edge (9,6%) y Firefox (9,46%) y ya a más distanica Opera (2,8%).
Esa lectura no evita no obstante una cosa: que las alternativas a Chromium (Safari y Firefox) tengan apenas ahora un 20% de la cuota de mercado. Y de ellas, no hay duda de que Safari es ahora mismo la resistencia con mejor salud. La mejora en las ventas de los portátiles de Apple en los últimos años han hecho que el navegador haya doblado su peso en apenas 4 años, pasando del 5% a casi el doble.
También es reseñable la aparición de nuevas alternativas. Con su apuesta por la privacidad y abrazando en cierto modo el mundo crypto y la descentralización, Brave ya cuenta con 36 millones de usuarios en todo el mundo, con una cuota de mercado todavía minúscula. Al igual que Vivaldi, también con una apuesta muy clara por la privacidad.
También hay opciones aún más innovadoras, como The Browser Company, formada por ex de Tesla, Instagram o Medium y que prometen recomponer el navegador para evitar la saturación de pestañas abiertas. Cambiar su arquitectura como tal; aunque de momento poco se sabe en claro de su propuesta.
Firefox, en caída libre
La otra cara de la moneda es sin duda alguna la agonía de Firefox, la alternativa libre que una vez pareció que iba a conseguir poner en jaque a las grandes corporaciones.
El navegador, surgido para poner coto al monopolio de Internet Explorer de Windows y creado por un grupo de desarrolladores y tecnólogos decididos en la búsqueda de una web que apostara por el software libre, abierta y privada, pasa ahora por sus peores momentos.
Tras convertirse en una referencia durante los primeros 2000 y 2010, el ascenso de Chrome y Chromium como motor base de nuevos navegadores ha dejado al buque insignia de Mozilla en una situación menguante.
El declive es espectacular si tenemos en cuenta que hace diez años más de 30% de los internautas declaraban usar Firefox como su navegador de referencia en consultas similares.
Sin embargo, tras esta letanía de malas noticias y decadencia, no se encuentra solo el descenso del uso de su navegador. Tanto la fundación como la corporación Mozilla están atravesando uno de sus peores momentos, según muchas lecturas, por el aumento del gasto en grandes directivos y burocracia.
La prueba más fidedigna seguramente sea que la Corporación Mozilla registró en 2019 pérdidas por primera vez en sus más de 20 años de historia. En concreto, sus ingresos cayeron nada menos que un 20%, hasta tocar un fondo de los últimos años de 391 millones de dólares. El uso del navegador ha caído un 85% en 10 años, y en el mismo tiempo, su gasto el salarios de directivos ha aumentado un 400%.
Veremos cómo se sigue comportando este mapa a futuro. Pero lo que parece claro es que la guerra de los navegadores vuelve a estar al alza una vez más.