En España los canarios están muy acostumbrados a lidiar con la calima. Sin embargo, en el resto del país, pocas veces se han visto situaciones como la de estos días, con el cielo naranja y una nube de polvo del Sáhara que lo envuelve todo. La situación la ha impulsado la borrasca Celia y parece ser que aún durará unos días, no solo por el sureste, donde ha empezado, también por otros puntos del territorio español. 

Por eso, es importante saber qué precauciones debemos tomar a la hora de salir a la calle. Las mascarillas FFP2 que tanto bien nos han hecho (y nos siguen haciendo en interiores) durante la pandemia son útiles, aunque no infalibles. Por eso, si se puede evitar, lo mejor es no salir a la calle, especialmente las personas con alergias o asma. Y algo más inocuo, pero igualmente importante: si vives en una de las ciudades afectadas, no laves el coche. 

Pero, volviendo al color, ¿por qué se ve el cielo naranja? ¿Por qué parece que se ha pasado el filtro sepia a las imágenes tomadas últimamente en ciudades como Murcia o Almería? La explicación está íntimamente relacionada con el motivo por el que normalmente el cielo se ve azul. Así que lo mejor será empezar por esa parte. Después pasaremos a la calima.

¿Por qué el cielo es azul?

La luz que nos llega del Sol se comporta como una onda. Se trata de luz blanca, pero si la hacemos incidir sobre un prisma de cristal veremos cómo se descompone en todos los colores que la forman. Es decir, se separará en todas las longitudes de onda que componen la zona visible del espectro electromagnético. Pero en realidad no hace falta un prisma. Basta con las gotas de agua en suspensión en el aire para que podamos ver esa descomposición en forma de arco iris.

Ahora bien, esa luz que viene de arriba no nos llega directamente. En el proceso choca con las partículas de los diferentes elementos que forman el aire. Sobre todo oxígeno y nitrógeno, que absorben mayoritariamente la luz azul-violeta y dejan pasar la naranja-rojiza. Como resultado, se genera una dispersión de la luz que se asocia a un fenómeno conocido como dispersión de Rayleigh

Generalmente, cuando es de día el cielo es azul. Esto se debe a que el Sol se encuentra alto en el cielo y, por lo tanto, la luz no tiene que hacer un recorrido muy largo para llegar hasta nosotros. En el proceso apenas se topa con unas pocas moléculas, por lo que se dispersa muy poco la luz. Hay pocas partículas que absorban la luz violeta-azul, por lo que la mayoría de ella llega hasta nosotros. De hecho, el resultado es más bien violeta, pero los ojos humanos son más sensibles al azul, por eso lo vemos mayoritariamente de este color.

Al amanecer y al atardecer, en cambio, el Sol está más bajo, por lo que la luz recorre un trozo más amplio de atmósfera, choca más veces con las partículas del aire y se asborbe la mayoría del azul, por lo que llegan hacia nosotros las longitudes de onda más altas, correspondientes al rojo y el naranja. Ahora bien, ¿por qué con la calima el cielo es naranja aunque sea de día? Aquí es donde entran en juego la borrasca Celia y el polvo del Sáhara.

Cuando la calima colorea el cielo de naranja

Los fuertes vientos generados por la borrasca Celia han empujado una gran nube de polvo procedente del Sáhara hacia España.

A falta de lluvias, ese polvo se ha quedado suspendido en el aire y ha cambiado las normas del juego en lo referente al color del cielo. Y es que ahora, aunque sea de día y la luz del Sol no tenga que hacer mucho recorrido hasta nosotros, en ese trayecto se encuentra muchas más partículas de lo normal. El resultado, por lo tanto, es el mismo que al atardecer y al amanecer. Se dispersan longitudes de onda más altas y se ve el cielo naranja.

La calima puede estar generada por partículas de polvo transportadas por el aire, pero también por partículas de ceniza procedentes de fenómenos como los incendios o los volcanes

Pero esto no ocurre solo a causa del polvo del Sáhara. La calima es un fenómeno meteorológico que se da cuando la atmósfera se llena de partículas muy pequeñas, que pueden ser de polvo, cenizas, arena o arcilla. Ocurre con el polvo del Sáhara, pero también a causa de un volcán, por ejemplo. De hecho, hace unos meses los vecinos experimentaron intensamente los efectos de la calima tras la erupción del Cumbre Vieja.

También pasa tras un incendio. Es más, si los incendios son muy intensos, el cielo naranja se puede extender incluso a zonas muy alejadas. En este caso está claro que se trata del polvo, no hay más que ver cómo se deposita en el suelo o las superficies de los coches. Es una estampa curiosa, casi marciana, pero también puede entrañar ciertos riesgos. Va a ser algo temporal y no debe cundir el pánico, pero no está de más tomar algunas precauciones.

¿Qué debemos hacer?

La calima puede provocar irritación en los ojos y las vías respiratorias principalmente. Por eso, si se puede evitar salir a la calle, es la mejor opción. Pero a veces esto no es posible. En ese caso se recomienda usar mascarillas FFP2. Ya, sabemos que ya no son obligatorias en exteriores, pero esta es una situación excepcional. Aunque en general no es bueno frotarse los ojos nunca, en estos casos con más razón. Si sentimos molestias, podemos lavarlos con suero fisiológico, pero nunca frotarlos. Y, si se puede evitar, tampoco se deben abrir las ventanas.

Se debe evitar salir en la medida de lo posible, sobre todo las personas con asma o alergias

Según las predicciones meteorológicas, aún nos quedan unos días de calima. De hecho, se prevé que el miércoles, 16 de marzo, sea el día más intenso. Después, poco a poco, la situación se irá disipando, dejándonos muchas fotos de paisajes de cielo naranja. Al ser una situación corta, no debería generar grandes problemas de salud, más allá de la irritación de las vías respiratorias o algunas crisis en alérgicos y asmáticos. No obstante, cuando la calidad del aire es mala durante un periodo largo de tiempo, sí que pueden darse efectos preocupantes. De hecho, en las ciudades en las que esto ocurre suele ser mayor la mortalidad por afecciones cardíacas o respiratorias, asociadas a la inhalación de partículas de bajo peso molecular. Incluso se ha llegado a relacionar con una mayor probabilidad de contagio de virus respiratorios, como el causante de la COVID-19.

En definitiva, si estás en una de las zonas afectadas, no tiendas la ropa en la calle, no laves el coche y, sobre todo, evita salir. Y si lo haces, toma precauciones. Eso sí, no dejes de tomar fotos del cielo naranja. Este encuentro con la calima está dejando en redes sociales verdaderas obras de arte.