Que el capítulo “New Haunts” (11x10) de The Walking Dead (Frank Darabont y Angela Kang, desde 2010) mantuviera el mismo estupendo nivel del inmediatamente anterior, “No Other Way” (11x09), resultaba difícil. Éramos muy conscientes de ello aunque se supiera que el británico Jon Amiel (Halt and Catch Fire) volvería a situarse tras las cámaras. Y no solo por la variabilidad de la serie.
Lejos de la estable Fear the Walking Dead (Robert Kirkman y Dave Erickson, desde 2015), de mayor interés que la aproximación original a este mundo plagado de muertos vivientes desde su cuarta temporada gracias a los showrunners Andrew Chambliss y Ian Goldberg (Érase una vez), el nuevo episodio carece de las emociones dramáticas y las posibilidades audiovisuales del previo. Comprensible.
Su primera escena, en la se desconoce por qué están los personajes ahí y nos huele a que la habitual amenaza que les acosa no es lo que aparenta, supone en la revelación de la verdad rizar el rizo de la autorreferencia en la veterana ficción zombi de la AMC. Y, tras los títulos, se intensifica la sensación de civilizada y preapocalíptica irrealidad que, por otro lado, nos vuelve suspicaces con la tesitura.
La corrosión clasista en ‘The Walking Dead’
El chocante contexto de normalidad enrarecida nos recuerda un poco al de la localidad de Westview en WandaVision (Jac Schaeffer, 2021). Y nos gusta ver a Carol Peletier (Melissa McBride) demostrar sus habilidades ladinas en un entorno pretendidamente seguro que, de entrada, debiera hacer que permaneciese quietecita. Pero, claro, es de culo inquieto; y uno se alegra, para qué engañarse.
No faltan tampoco en este capítulo oportunidades de disfrute para los espectadores que se siguen The Walking Dead aguardando a que les brinden su festín gore. Y, en otro orden de cosas, si en la República Cívica Militar lo que la pudre es el totalitarismo, nos muestran con brocha gorda que en la Commonwealth se sufre el clasismo puñetero de toda la vida. Con algún capullo con ínfulas involucrado, además.
Pese a que hay varios enfrentamientos con los cadáveres andantes de rigor, el propósito de “New Haunts” no se disimula. La guionista Magali Lozano, que pasó de asistente de los escritores a ayudar a Angela Kang (Terriers) y, luego, a productora asociada y para la que constituye el primer guion oficial de su carrera, pretende mostrarnos ciertos entresijos de este floreciente asentamiento.
De Woodbury a la Commonwealth: las semillas de la destrucción
Entre los dinámicos movimientos de cámara decididos por Jon Amiel, los enigmas sobre el verdadero corazón de la Commonwealth no tardan en surgir; y nos acordamos de los buenos tiempos de The Walking Dead en AMC con Philip Blake (David Morrissey), el gobernador de Woodbury, esa otra comunidad que nos presentaron en “Walk With Me” (3x03), que ofrecía refugio y solo aparentaba ser utópica.
Lo que corroe a este otro lugar suscita la violencia igualmente, y por negarse a aprender de la historia humana, algo muy de actualidad por los acontecimientos en el Este de Europa, y repetir los errores del pasado. Como este último aún define las relaciones personales de los protagonistas y su estado emocional; al menos, desde “The Calm Before” (9x15) y su propia Boda Roja en este caso específico.
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Por otra parte, la introducción de algunos de nuestros supervivientes entre las tropas de la Commonwealth nos lleva a percatarnos del parecido de su armadura con la del ejército imperial en la saga de Star Wars (George Lucas, 1977). No obstante, quizá Angela Kang y compañía pretendan diferenciarlas con su blancura de las de la República Cívica Militar. El futuro y sus conflictos podrán aclarárnoslo.