El pasado mes de enero, varios astrónomos anunciaron que la segunda etapa de un cohete Falcon 9 de SpaceX estaba a punto de impactar contra la Luna sin que se pudiese hacer nada por evitarlo. Suena bastante apocalíptico. Pero lo cierto es que no parece que nuestro satélite vaya a sufrir ningún peligro, más allá de albergar un nuevo cráter en su superficie. Eso parece bastante claro. Pero lo que no estaba tan claro es el origen del impacto. Y es que, según una investigación más exhaustiva de la trayectoria del vehículo, en realidad son los restos de un cohete chino los que se dirigen inexorablemente hacia territorio selenita.

Este nuevo dato ha sido anunciado por el astrónomo Bill Gray, quien estuvo también detrás del anterior anuncio. Lo ha hecho en la web de Project Pluto, donde se enmarca un software desarrollado por él mismo y dirigido a rastrear la trayectoria de los objetos cercanos a la Tierra, conocidos como NEOs.

En ella ha explicado que fue su colega Jon Giorgioni, de la NASA, quien comprobó que la trayectoria de la segunda etapa del Falcon 9 lanzado en 2015 no cuadra con la que está siguiendo este trozo de basura espacial en su ruta hacia la Luna. Por lo tanto, no parece que sea este el que va a impactar contra ella el 4 de marzo, sino el un cohete chino Long March 3C, enviado precisamente hacia nuestro satélite en 2014, en el seno de la misión Change’5-T1.

Del Falcon 9 al cohete chino que impactará sobre la Luna

El Falcon 9 que se creía que impactaría sobre la Luna fue lanzado por Space X en 2015 para dar impulso al satélite de observación Deep Space Climate Observatory (DSCOVR). Se usó un cohete de dos etapas. Es decir, dos fragmentos independientes, con su propio motor. Este tipo de propulsores se utilizan para evitar peso muerto. Cuando una etapa ya ha finalizado su función, se libera, aportando ligereza al resto del conjunto. 

Una vez que lo hacen se busca que se desorbiten y se quemen al reingresar en la atmósfera terrestre, sin generar mayores inconvenientes. El problema con la segunda etapa de aquel Falcon 9 es que se quedó sin combustible antes de realizar las maniobras necesarias. Por lo tanto, se se quedó vagando por el espacio, convertido en basura espacial. Ahora parecía que su viaje iba a terminar con una colisión en la Luna. Sin embargo, Giorgioni vio algo que no cuadraba. 

La posición del satélite que ayudó a impulsar el Falcon 9 no cuadraba con la trayectoria que supuestamente estaba siguiendo este hacia la Luna

Y es que la órbita de DSCOVR no le acerca a la Luna. ¿Cómo podría ser que el cohete que se encargó de llevarle a su destino sí que lo haga? “Sería un poco extraño si la segunda etapa pasara justo más allá de la Luna, mientras que DSCOVR estaba en otra parte del cielo”, ha explicado Gray en la web de Project Pluto. “Siempre hay cierta separación, pero esta fue sospechosamente grande”.

Dada esta incongruencia, decidieron indagar en la trayectoria de otros vehículos espaciales lanzados en los últimos años, cuyos propulsores hayan quedado vagando como basura espacial. Y así fue como se encontraron con la misión Change’5-T1.

Esta fue una de las etapas iniciales de un proyecto de la Administración Nacional del Espacio China (CNSA), dirigido a investigar la fase oculta de la Luna. A día de hoy son bien conocidos por los logros de Change’4, la sonda que aterrizó en nuestro satélite en 2019, consiguiendo hitos que fueron desde posarse por primera vez en su cara oculta hasta hacer germinar una semilla sobre ella. Pero para llegar hasta allí primero debieron realizar varios ensayos. Y uno de ellos fue el Change’5 T-1, cuya misión en 2014 fue ensayar la reentrada atmosférica tras el lanzamiento. 

Pero el cohete Long March 3C que se utilizó para la misión quedó convertido en basura espacial. Del mismo modo que la segunda etapa del Falcon 9 de SpaceX. Y su trayectoria sí que cuadra a la perfección con la que está siguiendo actualmente el objeto bautizado como WE0913A, cuyo impacto en la Luna está previsto posiblemente para el próximo 4 de marzo.

SpaceX y la basura espacial

Que esta vez vaya a ser un cohete chino y no el Falcon 9 de SpaceX el que impactará contra la Luna no quiere decir que la compañía de Elon Musk no esté dejando basura espacial.

Aun así, también están intentando reducirla en la medida de lo posible. Por un lado, con el reciclaje de cohetes, que aterrizan de nuevo en la Tierra para poder usarse en misiones futuras. Y, por otro, con el lanzamiento de satélites que, ubicados en zonas bajas, reingresan de nuevo en nuestra atmósfera en caso de que haya algo mal. De hecho, sería precisamente lo que pasó cuando recientemente una tormenta solar destruyó varios de ellos. Así pretenden acallar las voces de los astrónomos que han alertado del peligro que supone Starlink para las observaciones del cielo. Tanto a nivel aficionado como profesional.

Y es que son cada vez más las luces artificiales que plagan el firmamento con el fin de garantizar las telecomunicaciones terrestres. SpaceX promete que hará todo lo posible para que no se conviertan en basura espacial. Pero eso no significa que no estorben cuando aún están en funcionamiento. ¿Estamos ante un greenwashing espacial? Quién sabe. Al menos, esta vez sabemos que la compañía no estará detrás del inminente nuevo cráter que se grabará en la Luna en pocos días. Lo demás da para una conversación muy diferente. 

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