No está claro si el mundo está preparado o no para lo que se le viene encima. Con una guerra en camino, un coronavirus que se resiste a marchar y una economía basada en unos componentes escasos, las tensiones geopolíticas están caldeadas. Ahora, y bajando a un terreno más mundano, pero también estratégico, se le suma una nueva pata. Al complejo mundo de las redes sociales se le ha unido otra, -otra más, sí- una que no es del agrado de la mayoría. Truth Social, la red social promocionada por Donald Trump –y también financiada, que esto es importante– se estrenaba el domingo en las App Store de Estados Unidos.

Con vistas a que se estrene oficialmente en marzo de este año, la red social del conglomerado de las comunicaciones TMTG está en la fase de pruebas. Para entrar en la plataforma llamada a ser el "rival del consorcio de medios progresistas" y la que plantará cara a la "lucha contra las grandes tecnológicas" hay que entrar en una lista de espera que ya alcanza la 6 cifras. Son muchos los que, ya sea por curiosidad o por verdadera filiación a los ideales de Trump, quieren asomarse al mundo de Truth Social.

A la par, el mundo de Meta –el de verdad, no el del metaverso–no pasa por su mejor momento. Por primera vez en su historia, Facebook pierde usuarios activos. Instagram y WhatsApp se estancan en una curva prácticamente plana, pero están mejor que su hermana mayor. Es la primera vez, desde que existe la reina de las redes sociales, que la estrategia para ganar y mantener usuarios escala posiciones. Lejos quedan ya aquellos años, 2018 concretamente, en los que Facebook reconocía lo pernicioso de las plataformas en la vida de muchas personas. Fue en ese año en el se activaban las políticas de salud digital con el objetivo de controlar el tiempo que permanecen los usuarios dentro de la propia plataforma. Facebook, y también Instagram, querían usuarios felices aunque pasasen menos tiempo dentro de la aplicación. Una posición de cara a la galería cuando los vientos soplaban a su favor.

Dichos vientos se han ido. A un mundo sin redes sociales, una tendencia que empieza a calar entre aquellos que llevan en ese mundo desde que smartphones y plataformas confluyeron. Según Statista, el 93% de los jóvenes entre 16 y 24 años hacen uso de alguna de las redes sociales del momento. TikTok mayoritariamente. Los que tienen entre 25 y 34 años se posicionan en el 85,8% más vinculados a Instagram. Los mayores de 35 años, con un 73%, siguen relacionados a Facebook. No son malos datos si tenemos en cuenta a los usuarios activos, pero cuántos son los que mantienen la cuenta en un segundo plano. Imposible de saber, pero cada vez son más.

Con estas, y volviendo a Instagram, la red social acaba de eliminar su límite de uso –para los que lo quieran– de 10 minutos. Según ha podido analizar Techcrunch, el nuevo límite mínimo ha pasado de 10 a 30 minutos. Necesitan que la gente pase más tiempo en la red social y lo necesitan con urgencia.

No más redes sociales, por favor

fin redes sociales
Foto por George Pagan III en Unsplash

En esta historia tenemos varios puntos de vista. Por un lado, el número de redes sociales. La llegada del TikTok fue una sorpresa para un mundo que apuntaba a una saturación de prácticamente todo. Fotos, vídeos, comentarios, shorts... Parece que ya está todo visto y, una y otra vez, se replican modelos y formatos. ¿No hay hueco para más redes sociales en el mundo? Ni mucho menos. Es ley de vida. En algún momento Facebook caerá o dejará de ser usado. Lo mismo con Instagram o TikTok. El hueco lo tendrá que ocupar alguien.

Unos llegarán para quitar el puesto a otros. Otra cosa es que lo vean estos ojos, o que se suban al carro de moda. Pero llegarán nuevas propuestas, esperemos que con ideas nuevas. Durante años ha habido intentos. Algunos de ellos más recientes que otros. Moments, del que nos hacíamos eco en Hipertextual, intenta probar suerte con un modelo que va un poco más allá de las redes sociales: funciona como una memoria digital. También existe una red social para gente con mascota, Snuffle. Para amantes de la música, el cine, el teatro o cualquier sección cultura que se imagine. Pero esto va de redes sociales masivas, de las que tiene todo el mundo.

Las nuevas redes sociales copian mucho de lo bueno, pero todo lo malo

Y el problema, al menos el que hemos visto hasta ahora, se replica allá por donde pasen. La creación de Truth Social es la respuesta a los desmanes de Facebook, Twitter o YouTube. Que estaban en su derecho y obligación es un hecho. Por primera vez, las redes sociales tenían que tomar parte del problema que ellas mismas habían creado. Tenían que cortar las alas a una voz que comenzaba a sonar demasiado alto. Demasiado fuerte. Demasiado influyente. Pero el problema es que por muchos no se ha entendido así y han migrado con la voz. La respuesta que se viene encima es que Truth Social será el par de Facebook o Twitter, pero en respuesta a lo que en ellas ya no se puede decir. ¿Cómo abordamos la libertad de expresión segmentada en dos mundos opuestos?

Pero el problema va mucho más allá. El efecto en los menores, el bulling, el acoso, los TCA que nacen y crecen al amparo de unas redes sociales que han dibujado un mundo perfecto se perpetúan y aumentan. Las nuevas redes sociales copian mucho de lo bueno, pero todo de lo malo. Y lo peor de todo es que, aún con el paso del tiempo, no somos capaces de arreglar el problema que nos ha estallado en las manos, en el seno de nuestro smartphone. Y lo peor de todo, las nuevas generaciones de redes sociales, han agravado poco a poco un asunto que veremos por dónde sale. Truth Social, sea o no de Trump, es más de un mismo problema. O como se suele decir, el mismo perro con otro collar.

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