Viajar a un nuevo país, con un idioma desconocido, es todo un reto para cualquier ser humano. Las primeras semanas son complicadas, hasta que el oído se adapta y, al menos, se empiezan a entender palabras sueltas. Aún se tarda todavía más en poder entender frases completas y poder mantener una conversación. Es duro para los humanos, sí, ¿pero qué pasa con los perros?
Esta fue la pregunta que se hizo la investigadora y neurocientífica Laura Cuaya al viajar de su México natal a Hungría para realizar su trabajo postdoctoral en el Laboratorio de Neuroetología de la Comunicación del Departamento de Etología de la Universidad Eötvös Loránd. En el viaje le acompañó su perro Kun-kun, quien hasta entonces no había escuchado otro idioma que no fuese el español.
Aunque ella siguiese hablándole como siempre, estaba claro que tendría que escuchar otros idiomas, como inglés o húngaro. ¿Cómo reaccionaría Kun-kun? ¿Se daría cuenta o le sonaría todo igual? La joven investigadora planteó la pregunta a sus colegas de ambos países y juntos decidieron llevar a cabo una investigación, en la que participarían 18 perros en total, incluyendo a Kun-kun. Y los resultados son de lo más emocionantes; ya que, por primera vez, se ha demostrado que un cerebro no humano puede distinguir entre distintos idiomas. Otra cosa es que hagan mucho caso. Pero distinguir, distinguen.
Perros que distinguen idiomas
En el estudio, publicado en NeuroImage, participaron 18 perros de diferentes edades, entrenados previamente para quedarse quietos mientras se les realizaba un escáner cerebral. Todos ellos habían escuchado a lo largo de su vida un solo idioma. O español o húngaro.
Por eso, el experimento constó de tres partes. En la primera se escanearía la actividad cerebral de los canes mientras se les leía un fragmento en español de El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry. Después, se haría lo mismo, pero con un fragmento en húngaro. Y, para terminar, se mezclarían digitalmente ambos idiomas para obtener frases ininteligibles.
El primer dato interesante fue que los perros pudieron diferenciar el lenguaje de lo que no lo es. Es decir, la actividad en su corteza auditiva primaria era diferente cuando escuchaban lenguaje real, ya fuese español o húngaro, y frases inventadas.
Eso sí, no prestaban atención como lo haría un humano. Simplemente detectaban palabras. Pero, por así decirlo, no les daban importancia.
Y también distinguían los idiomas, aunque para ello había que centrarse en su corteza auditiva secundaria. Ahí, se veía que los perros prestaban más atención a las palabras emitidas en un idioma conocido. Este efecto era más tangible cuanto mayor era la edad del animal, por lo que se deduce que a lo largo del tiempo que pasan viviendo con sus amigos humanos su cerebro va recopilando vocablos y se adapta al idioma en el que estos suelen hablar.
Los resultados pueden verse en un vídeo muy bonito en el que los investigadores hablan del estudio como si de un cuento se tratara. Contando la vida de Kun-kun.
Animales que ‘hablan’ dialectos
Suele decirse que hay animales capaces de hablar dialectos. Por ejemplo, se ha observado que los silbidos y otros sonidos emitidos por algunos cetáceos varían entre regiones. Pero eso no significa que hablen idiomas y mucho menos que sean capaces de distinguirlos cuando provienen del ser humano.
Eso es algo que no se había visto en ningún animal hasta ahora. ¿Significa que solo los perros pueden hacerlo? Es demasiado pronto para saberlo. Quizás otros animales puedan también y no se haya descubierto todavía.
Pero lo que está claro es que, tras todos estos años de domesticación, los perros se han adaptado a los humanos a muchos niveles. Y entre ellos puede estar acoplarse a su forma de hablar hasta el punto de diferenciar cuando se está usando un idioma diferente.
Por lo tanto, si viajas a un nuevo país con tu perro, piensa que al menos no estás solo con todo el trauma de no entender el idioma. A tu amigo peludo le pasa lo mismo, pero posiblemente lo sobrelleve bastante mejor que tú.