Suele decirse que comer carne nos hizo humanos. Tal cosa se afirma porque, generalmente, el consumo de carne parece tener un punto de partida en la época del Homo erectus, justo cuando el cerebro dio ese gran cambio en el que adquirió un volumen muy grande en proporción al resto del cuerpo. No obstante, según un nuevo estudio publicado en PNAS, este podría ser un error derivado de haber pasado décadas buscando en el lugar equivocado.

Sí, es cierto que el Homo erectus fue ese eslabón en el que pasamos a tener grandes cerebros en comparación con otros primates. Y sí, parece ser que estos homínidos comían una gran cantidad de carne. Las cuentas salen solas, sobre todo si consideramos el argumento de que el cerebro podría necesitar proteína animal y ciertos micronutrientes característicos de la carne para desarrollarse en todo su esplendor. ¿Pero estamos seguros de que ese consumo de carne no se había dado con anterioridad?

Esta pregunta se la hizo también un equipo de científicos de la Universidad George Washington, al ser conscientes de que la mayoría de hallazgos se habían realizado en los mismos sitios. Hay yacimientos muy bien conservados, con una buena cantidad de especímenes, en los que se pueden hacer exámenes muy exhaustivos. Pero no suelen ir mucho más allá del H. erectus. También es importante estudiar el resto. Si no las conclusiones pueden tener un sesgo clarísimo. Y eso es lo que parece haber estado ocurriendo. 

La carne también es cosa de ancestros lejanos

Generalmente los antropólogos concluyen que en un yacimiento los homínidos se alimentaban de carne cuando encuentran huesos animales con marcas de corte de piedra. Esto indica que nuestros antepasados no mataron a los animales en defensa propia, sino que usaron herramientas para extraer su carne y comérsela.

Se ha encontrado gran cantidad de estas marcas en yacimientos desde la época del Homo erectus. Pero estos científicos decidieron buscar en otros lugares, y a más profundidad, con el fin de comprobar qué ocurría en épocas anteriores.

Las evidencias del consumo de carne se detectan en marcas en los huesos de animales

Por eso, acudieron al registro zooarqueológico de África occidental para analizar los huesos hallados a diferentes niveles estratigráficos. Cuanto más profundo, más antiguos serán los restos. Esto permite hacer una línea temporal, clasificando las etapas por número de huesos animales encontrados y cantidad de marcas de piedra en ellos. Este registro concreto tiene información desde hace 2,6 millones de años hasta hace 1,2 millones de años. El Homo erectus comenzó a caminar sobre la Tierra hace aproximadamente 2 millones de años, por lo que había restos muy anteriores. Y, efectivamente, en todos hubo evidencias del consumo de carne.

De hecho, parece ser que ya los homínidos del género Australopithecus, mucho más alejados de los humanos actuales y con un cerebro muchísimo más pequeño, comían carne. Y no parece que lo hicieran en menor cantidad que el Homo erectus. Así que no, no parece que este fuese el hecho clave que nos hizo humanos.

Y, por supuesto, no, ser vegetarianos en la actualidad no nos hace ni menos humanos ni menos saludables. Con un aporte de nutrientes adecuado y suplementación de vitamina B12, pueden tener una salud de hierro

Entonces, ¿qué hizo diferente al ‘Homo erectus’?

Sabiendo esto, queda entender qué fue entonces lo que llevó a esa evolución tan ventajosa del Homo erectus. ¿Qué nos hizo humanos?

Bueno, antes de responder a eso, debe quedar claro que no es descartable que la carne influyera en cierta medida. Pero cada vez hay más muestras de que no deberíamos verlo como un único argumento. Sería muy osado seguir afirmando que “comer carne nos hizo humanos”.

Las frutas y bayas no fosilizan tan bien, por lo que no es fácil saber cuánto influían en la dieta

También es importante tener en cuenta que pudo haber más factores ventajosos en la alimentación de estos homínidos. Sin embargo, las frutas y las bayas no fosilizan igual de bien que los huesos. Por eso, no se pueden conocer muchos datos más. Pero la gran importancia de este estudio es que da cabida a una apertura de miras. ¿Qué más pudo pasar?

Según explican los autores de esta investigación en un comunicado, también pudo influir el control del fuego. Esto permitiría cocinar los alimentos y, con ello, mejorar la disponibilidad de los nutrientes. Incluso se ha teorizado con que el aprovisionamiento de alimentos por parte de las abuelas pudo ser un factor clave. Y generalmente hablamos de forrajeo, de aprovisionamiento de alimentos vegetales.

Sea como sea, estos científicos recuerdan que no hay pruebas sólidas para ninguna de estas teorías. Pero tampoco para la de la carne, visto lo visto. Así que, antes de usar ese argumento como ataque a los vegetarianos o a los ministros que critican ciertos métodos de ganadería, quizás habría que esperar a que el tema se estudie un poco más.

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