Es uno de los iconos de los 90. Todos los niños lo tenían, o lo querían. Hace 25 años que el Tamagotchi salió a la venta y triunfó en todo el mundo, a pesar de que fue fruto de muchos estudios sobre la dependencia que creaba en los menores de edad. Tres botones y una pantalla era lo único que hacía falta para que la mascota virtual sobreviviera, también para que muriera. Todas las atenciones iban a esa pantalla.
Seguramente algunos recordarán que los padres decían (con pocas evidencias) que muchos niños en Japón se habían suicidado tras la muerte de su Tamagotchi. Y que habían leído estudios sobre los peligros para los niños de estar todo el día pegados a una pantalla. Seguramente este fue el inicio, en aquellos maravillosos 90, de una "dependencia" a las pantallas que ahora forma parte de lo cotidiano. Cuando el Tamagotchi era el juguete más buscado, que sonara en medio de la noche porque tenía hambre y despertara al niño era intolerable; ahora que la pantalla del móvil se encienda es suficiente para acabar con más de un sueño.
Bandai, la empresa creadora del Tamagotchi, explica el éxito que tuvo porque apelaba al instinto de crianza y en la necesidad de cuidar a la mascota digital para seguir su crecimiento y asegurar que no moría. Para los niños supuso el nacimiento de un sentimiento de responsabilidad. "Habíamos dado a luz a una categoría de juguetes totalmente nueva", dijo uno de los altos cargos de Bandai a Wired.
El Tamagotchi, la nueva droga
El mismo artículo expone una de las primeras advertencias, en 1997, sobre el juguete. El especialista en adicciones y sociólogo finlandés Teuvo Peltoniemi calificó al Tamagotchi como una nueva droga. También que esta sería solo la primera ola. "No es solo una moda pasajera que desaparecerá. (Los Tamagotchis) son un ejemplo ideal de la posible amenaza de que un mundo virtual se convierta, en el futuro, en un problema real de dependencia que necesita tratamiento".
El especialista, 25 años después, opina que la mascota virtual fue la primera pequeña herramienta accesible para el consumidor promedio donde se podía encontrar realidad virtual, "y su característica más importante era que apelaba a los sentimientos de las personas a través del cuidado".
No es una sorpresa decir que la mayoría de personas que tuvieron un Tamagotchi desarrollaron sentimientos fuertes hacia ellos. Por eso era un drama si moría. Para muchos niños pudo suponer incluso el primer contacto con la muerte de un ser querido. En este caso, de un ser "virtual" querido. Era algo que no había manera de evitar. No había un tiempo específico para la muerte del Tamagotchi pero no había duda en que era algo que sucedía en cuestión de semanas. Y lo peor es que muchas veces no era por falta de atención hacia la mascota, sino porque esta elegía morir. Nada fácil de encajar para un niño.
'Lloró histéricamente y se volvió loco'
En 1997, un artículo de The New York Times también alertaba sobre las consecuencias del Tamagotchi. Empezaba así: "El perro puede ser el mejor amigo del hombre, pero una mascota virtual puede ser la peor pesadilla de un niño". El artículo hacía referencia ese doble filo de querer generar el sentimiento de responsabilidad en los niños.
Para niños como Keith, que en ese momento tenía 9 años, la muerte de su Tamagorchi fue muy dura. "Lloró histéricamente y se volvió loco", recordaba su madre. La madre de Mia, otra niña de 9 años, explicaba que su hija estuvo muy deprimida durante días. En ese momento, un psicólogo consultado por el medio estadounidense afirmaba que el juguete creaba una sensación real de pérdida y un proceso de duelo. Como si fuera la muerte de alguien cercano.
Estos efectos provocaron que el Tamagotchi fuera motivo de críticas por parte de muchos adultos. Sobre todo los que veían cómo sus hijos se ocupaban todo el día en cuidar de una mascota virtual que, al morir, les dejaba destrozados. Tampoco eran bienvenidos en las escuelas. Más de una prohibió su uso porque recordemos que dejar de lado al Tamagotchi por unas horas podía provocar su muerte. El motivo de la prohibición se podría comparar con lo que sucede actualmente con los móviles; que lo miraban cada 5 segundos.
Los que querían a su Tamagotchi no podían separarse de él, pero esta mascota virtual no fue querida por todos los niños. The New York Times citaba a Ilyssa, de 9 años, quien criticaba una noche la despertó a las 4 de la mañana. Ilyssa no quería matarlo y cargar con eso en su conciencia pero sabía que, una vez muriera por causa "natural", no reiniciaría su Tamagotchi.
Courtney, de 13 años, explicaba que pitaba cada 5 minutos y que le ponía de los nervios. Sería curioso saber si actualmente piensa lo mismo acerca de los mensajes de WhatsApp.
En 2010, se habían vendido más de 76 millones Tamagotchis en todo el mundo. Durante los últimos años de la década de los 90 fue uno de los juguetes más queridos por los niños. Ahora, un artículo vintage pero que sigue dando coletazos y en junio de 2021 anunció su regreso en forma de smartwatch.
Pero este regreso no ha provocado prácticamente ninguna alarma. En 2021, los efectos que puede tener el Tamagotchi se quedan en pañales si los comparamos con los de algunas redes sociales.