A mediados de los noventa, Sandra Bullock se convirtió en la “novia de Norteamérica”. Un título confuso que suele ser más un peso que un honor; todo muy lejos de Imperdible, la película que se trae ahora entre manos. Después de lograr la hazaña de vencer a la mismísima Julia Roberts en taquilla con La red (1996), la actriz tenía un futuro brillante. Mucho más con su inteligente sentido del humor y brillante capacidad para la comedia. 

Pero con el correr de los años, Sandra Bullock se encontró en el dilema de las actrices vanagloriadas por su capacidad para hacer reír. Para comienzo del milenio, Sandra Bullock quería ser tomada en serio y tomó algunas decisiones arriesgadas en su carrera. Algunas no tan buenas, pero otras lo suficientemente sólidas como para demostrar su talento. En 2010 obtuvo un Oscar y eso pareció consolidar su faceta dramática. O al menos, dejar claro que Sandra Bullock era mucho más que una comediante dotada en un Hollywood cada vez más exigente.

Con Imperdonable (2021), de la directora Nora Fingscheidt, Bullock demuestra de nuevo su amplio registro como actriz para dramas profundos. Lo hace con una actuación impecable, brillante y llena de matices que se sostiene en una premisa dolorosa. ¿Puede la sociedad perdonar a un criminal? ¿Hasta qué punto hay una ambigua moral al juzgar ciertos crímenes? Por supuesto, se trata de temas polémicos en medio de la noción de la culpa contemporánea. 

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La culpa en nuestra época y el valor del perdón

Imperdonable hace hincapié en la posibilidad de comprender a un criminal más allá de lo sucedido e incorporar su contexto. De obligar al espectador a hacerse preguntas sobre los señalamientos morales y el juicio inmediato. Ruth Slater (Bullock) asesinó a un oficial de policía.

Lo hizo en medio de una situación confusa de desahucio que involucraba el hogar familiar. La película se toma una buena cantidad de tiempo para explorar en los remordimientos y el dolor del personaje, pero también su exclusión. Bullock logra crear una visión sobre la crueldad colectiva, el señalamiento inclemente y la ferocidad de la marginación. 

Sorprende la forma en que la actriz logra crear una percepción sobre la angustia y el miedo, desde una sutileza conmovedora. En sus mejores momentos, Imperdonable es un mensaje directo a la sociedad que condena de forma violenta y feroz. Un melodrama que desconcierta por su necesidad de subrayar una y otra vez, la necesidad de entender el bien y el mal. En ambos casos, Bullock logra mantener el equilibrio de un film irregular y narrar a través de su rostro cansado y entristecido, una historia invisible llena de miedo. 

'Imperdonable', grandes preguntas sin respuesta

El personaje de Sandra Bullock encarna un tipo de sufrimiento angustioso y sutil. Ruth debe volver a la vida que abandonó después de veinte años de condena. También debe comenzar el espinoso camino de encontrar a su hermana Katherine, quien fue adoptada y de la que no tiene noticia. La directora convierte a Bullock en un símbolo de un matiz moral que rara vez se analiza. La percepción de lo que ocurre una vez que las rejas de la prisión se abren y el culpable sale a la calle.

El argumento no deja de recordar esa percepción sobre la responsabilidad moral. Lo hace a través del abogado de Ruth (Vincent D’Onofrio) y su esposa (Viola Davis), cuyas conversaciones y discusiones engloban ambos puntos de vista. El personaje de Bullock mató y eso es incuestionable. Pero también purgó el castigo legal que merecía. ¿Todavía debe seguir siendo señalada y maltratada?

Imperdonable no ofrece respuestas sencillas. Para el último tramo parece más interesada en subsanar la relación entre hermanas que volver a su premisa más profunda. Aun así, Imperdonable logra mirar un espacio sin nombre sobre los dolores culturales que pocas veces se muestra en el cine. Un punto a su favor que disculpa sus momentos más endebles.