Esta vez no ha podido ser. La justicia estadounidense ha rechazado la demanda presentada por la empresa de Jeff Bezos, Blue Origin, a a la NASA el pasado mes de agosto. Esto significa que la compañía no obtendrá una subvención para el programa Artemisa de la agencia. El mayor beneficiado de esta decisión es, por supuesto, SpaceX, de Elon Musk.

El contrato que estaba en juego era muy jugoso para Blue Origin porque le hubiera permitido ir a la Luna. No obstante, debido a la decisión de la NASA, y ahora de la justicia, toda la financiación irá a SpaceX. "No es la decisión que queríamos", ha reconocido en su perfil de Twitter Bezos, "pero respetamos el juicio de la corte y deseamos pleno éxito para la NASA y SpaceX en el contrato".

Hay que tener en cuenta que las misiones Artemisa, que se desarrollarán a lo largo de esta década, son un proyecto muy ambicioso. Llevarán a la primera mujer a la Luna y nuestro satélite será como un campo de entrenamiento para que los astronautas, las empresas privadas y las agencias espaciales preparen el futuro de la exploración espacial: Marte. Por eso todo el mundo quiere un trozo del pastel.

El contrato perdido de Blue Origin

En 2019, la NASA buscaba proyectos que financiar con dinero público del programa Artemisa, del que ya hemos hablado en otras ocasiones. Como es normal, SpaceX y Blue Origin querían su trozo del pastel. Para competir contra la empresa de Musk, Bezos decidió aunar en su candidatura a varias empresas. Y junto con Lockheed Martin, Northrop Grumman y Draper, la empresa trató de ganar parte del contrato.

La NASA anunció que dos empresas se repartirían una jugosa subvención para el programa Artemisa; finalmente 2.900 millones de dólares públicos fueron a parar solo a SpaceX

En realidad, si nos atenemos a lo que anunció la NASA, hasta dos empresas podrían quedarse con la subvención. Todo el mundo daba por hecho que una de ellas sería SpaceX. Y así fue. Esto es, también, lo que llevó a Blue Origin a asociarse con otras tres empresas y competir por el segundo puesto. Todo parecía ganado, pero entonces la NASA dijo que solo se financiaría un proyecto: el de SpaceX. Por tanto, la compañía de Musk se llevó un contrato de 2.900 millones de dólares (unos 2.464 millones de euros) para desarrollar su Sistema de Aterrizaje Humano.

Programa Artemisa, SpaceX
Unsplash

Esta concesión convertirá, si todo sale bien, a SpaceX en la primera empresa privada en llevar una nave a la Luna. Además, hay que tener en cuenta que la última misión Apolo fue en 1972. Y todo esto sin competencia directa de ningún tipo, que es lo que Bezos decía que quería evitar con esta demanda ahora rechazada. "Creemos firmemente que los problemas identificados en esta adquisición y sus resultados deben ser abordados para restaurar la equidad, crear competencia y garantizar un retorno seguro a la Luna para Estados Unidos", indicaba Blue Origin en su demanda.

Esta fue la razón, según la compañía de Bezos, por la que procedieron a interponer una demanda. Pero, por desgracia, la corte la ha rechazado y ya no hay nada más que hacer. Al menos con esta subvención. Porque la NASA ya ha dicho que habrá más dinero público para empresas privadas en los próximos años. Porque la idea de la agencia es que el programa Artemisa sea fructífero y para ello necesitará nutrirse del desarrollo tecnológico de muchas empresas. Entre ellas SpaceX, sí; pero también Blue Origin y cualquier otra que presente un proyecto interesante.

El futuro de la exploración espacial

La exploración espacial ya no es solo una cuestión pública. Al menos no lo es en Estados Unidos. Mientras tanto, en la Unión Europea la encargada de todo esto es la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), financiada con dinero público. No obstante, ya hay proyectos para potenciar la industria y la colaboración público-privada; además con la idea de evitar que los talentos se marchen fuera. Y no hay que irse muy lejos, está pasando en España. Más concretamente en Cataluña.

En definitiva, la veda para la exploración espacial privada hace tiempo que se abrió. Aunque para ello han sido (y seguirán siendo) necesarias las subvenciones públicas.

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