Los primeros diez minutos de Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos se narran en Mandarín. También con una estética que remite de inmediato al clásico cine Wuxia. Más adelante, la historia se desarrolla bajo una poderosa estética marcada por un notorio acento asiático. Sus personajes tienen un sentido de la moral y del deber muy relacionado con la cultura china. También hay un despliegue de recursos visuales y de puesta en escena que remiten a films como La casa de las Dagas voladoras y El tigre y el dragón.
Incluso en las detalladas escenas de acción, la influencia de leyendas del cine Bruce Lee y Jackie Chan es muy marcada y elocuente. Marvel hizo un esfuerzo considerable en que su primera película con un elenco íntegramente asiático tuviera relevancia cultural.
A la vez, maniobró con cuidado los estereotipos, clichés y todo tipo de trampas argumentales. Y aunque Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos es un paso positivo en la dirección correcta, no es satisfactorio. No lo es porque se trata de un producto fabricado —con humor y elegancia— para un objetivo. El primer héroe asiático de Marvel debe atravesar un duro objetivo. Además, analizar de la mejor manera que pueda y de la forma que le sea posible la trascendencia de un film dirigido a un público específico.
Y si en Black Panther Ryan Coogler logró profundizar en temas relacionados con la idea de la pertenencia y triunfar, Cretton no logra el mismo impacto. ¿El motivo? Varios y de diversa índole, pero que podrían resumirse de una sola forma. Marvel todavía desea que sus películas abarquen una buena cantidad de público. La generalización es necesaria para vender un producto masivo, más allá en este caso de la cultura china, y que necesita ser un éxito de taquilla para la franquicia.
Después de Viuda Negra, la historia de Shang -Chi es un paso audaz. Tanto, como para despertar un pequeño revuelo y el análisis concienzudo de hacia dónde desea dirigirse el estudio en el futuro.
En medio del revuelo que causó el trailer de Spider Man: No Way Home, la expectación alrededor de Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos es también una respuesta. Hay dos caminos que Marvel puede transitar. El de profundizar sobre las historias de los héroes tradicionales. Y el que aporta una bocanada de aire fresco de propuestas locales. La pregunta es que si la película de Cretton es lo suficientemente sólida para ser uno seguro.
'Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos', ni tan asiática ni tan norteamericana
Hace menos de un año, Mulan fue estrenada con una incómoda polémica a cuestas. Demasiado occidental para los asiáticos y demasiado china para los norteamericanos, el film se encontró en una zona gris. Se habló de su poco parecido con su versión animada del ’98 y también de los intentos forzados por retratar la cultura china.
Mulan pasó casi desapercibida en China el fin de semana de su estreno. De hecho, fue superada ampliamente por un drama chino de guerra. Después hubo un debate sobre la identidad de la película y su poca capacidad para ser un reflejo cultural. De modo que Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos atraviesa un terreno complicado del que puede salir malparada. Eso a pesar de que Marvel refinó la fórmula y duplicó los esfuerzos por dotar a su película de una atmósfera concreta.
Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos es una película que al menos cumple con los requisitos formales para ser considerada representativa. Su héroe está interpretado por el actor chino-canadiense Simu Liu. Las peleas, enfrentamientos y el sentido del bien y el mal de todos los personajes son por completo pertenecientes a la cultura china. Pero aún en sus momentos más extraordinarios y llamativos, la película comete el habitual error Marvel. La acción se hace tan genérica que pierde sentido esencial.
Eso a pesar de los intentos de un elenco integral que dota de energía, carisma y un sentido sofisticado a la película. Simu Liu, uno de los grandes entusiastas de una eventual profundización del universo de personajes asiáticos en Marvel, brilla como Shang- Chi. También lo hace Awkwafina, brillante y acertada, que deja libre toda su personalidad como asiática norteamericana. Pero el esfuerzo se siente insuficiente y prefabricado.
Si en Black Panther el sentido de lo étnico está bien estudiado y en conjunto elegante, en Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos la cultura china es artificial. Lo es incluso cuando se esfuerza mucho más y el universo Marvel estalla en criaturas mitológicas chinas. Es entonces cuando es evidente que el problema no es el sentido ni la forma, sino el fondo. La historia que cuenta Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos apenas sobrepasa la de origen de tantos héroes de la franquicia.
La película que deja atrás lo mejor de sí misma y de la cultura china
En el cómic original, el padre de Shang -Chi era Doctor Fu Manchú, un compendio de estereotipos racistas impensables en la actualidad. Para la versión cinematográfica, la enorme y fría figura paterna del héroe es Mandarín y forma el origen de la historia. Pero Marvel, que lleva una década mostrando relaciones complicadas entre padres e hijos, no logra llevar personalidad a la más reciente.
De hecho, se pierde la oportunidad de que Mandarín y Shang — Chi puedan dirimir el conflicto a través de la moral china. Para la cultura asiática, las relaciones paternales son de índole por completo distinto a la occidental. Y Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos lo ignora. De hecho, el conflicto tiene un parecido más que necesario con la de Odín con Thor y Loki. Como el Odín de Marvel, Mandarín es un padre distinto, frío y demandante. Y como Thor (y en cierta forma, Loki), Shang- Chi se esfuerza en alejarse de ese legado autoritario.
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Pero al final, el amor y la paternidad en la forma en que se comprende en la cultura asiática se desdeña por un resultado melodramático. Lo mismo que su interesante exploración de un héroe con acento étnico. Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos pudo ser algo más poderoso pero Marvel aún carece de la potencia para hacerlo.