A estas alturas del cine superheroico no parece que Jupiter’s Legacy (desde 2021), otra de las series de Netflix, creada por el estadounidense Steven S. DeKnight según el cómic homónimo del guionista Mark Millar y el dibujante Frank Quitely (desde 2013), pueda aportar mucho al género.
No, sin duda, cuando sus ingredientes huelen a ya vistos desde Watchmen (Zack Snyder, Damon Lindelof, 2009, 2019) hasta The Boys (Eric Kripke, desde 2019), pasando por todos aquellas películas y ficciones televisivas en los que se cuestione el papel de este tipo de personajes sobrehumanos, sea por parte de las demás personas o en sus propias inquietudes e interacciones. Por otro lado, la ambigüedad, los bandos difusos y los secretos explosivos en estas narraciones no son nada del otro jueves aquí.
Steven S. DeKnight venía de firmar los libretos de cinco capítulos para Buffy, cazavampiros (Joss Whedon, 1997-2003) y doce de su spin-off, Ángel (Whedon y David Greenwalt, 1999-2004), quince para Smallville (Alfred Gough y Miles Millar, 2001-2011) o tres de Daredevil (Drew Goddard, 2015-2018). Es el artífice de las tres temporadas de Spartacus: Sangre y arena (2010-2013) y la miniserie Spartacus: Dioses de la arena (2011); y Pacific Rim: Insurrección (2018) ha sido lo único que ha aportado en la pantalla grande por el momento.
La brocha gorda de ‘Jupiter’s Legacy’
Obviamente, con esta trayectoria, Jupiter’s Legacy no se revela como lo más destacado del cineasta ni en opinión del público ni en la de la crítica profesional, aunque el resto de sus contribuciones tampoco sean para tirar cohetes.
Su discurso abusa bastante de la brocha gorda. Los relatos sobre superhéroes no acostumbran a ser el colmo de la profundidad o de la elocuencia, pero lo de esta serie de Netflix resulta obvio y simple en exceso. Hay que decir de todas maneras que la de Jupiter’s Legacy es la historia de origen superheroico más extraña de la que tal vez tengamos noticia.
Además, los ocho capítulos de su temporada de arranque terminan con un cebo misterioso para que la curiosidad haga que los espectadores quieran seguir viéndola, o bien con un giro contundente. Y los mismos enigmas del argumento no dejan de mostrarse llamativos. En especial, por su estructura con flashbacks sobre el pasado remoto de ciertos personajes. Pero el volantazo de mayor importancia y más corrosivo se hace esperar.
Una historia sobrehumana de saldo
La partitura de Stephanie Economou (Manhunt: Unabomber) cumple sin demasiado protagonismo, y solamente tomamos verdadera conciencia de que está ahí por unos hermosos coros del capítulo siete.
El elenco también, sin que sus interpretaciones sobresalgan jamás; desde Josh Duhamel (22.11.63), Ben Daniels (House of Cards), Elena Kampouris (Hombres, mujeres y niños) y Andrew Horton (Cómo enamorar a una chica punk) en la piel de Sheldon, Walter, Chloe y Brandon Sampson hasta Matt Lanter (Timeless) como George Hutchence, Leslie Bibb (Un ciudadano ejemplar) encarnando a Grace Kennedy-Sampson, Mike Wade (SEAL Team) como Fitz Small o Ian Quinlan (Gotham) en los zapatos de Hutch. Ni Jupiter’s Legacy les da pie más que para comportarse así.
Por añadidura, no hay muchos alicientes en la planificación visual, a la que al principio se le nota cierta incoherencia, como si saltara de un estilo a otro sin solución de continuidad. Pero se va sentando conforme transcurren los episodios y nos brinda algunas transiciones logradas.
A consecuencia de todo lo anterior, esta serie de Netflix es la Watchmen de baratillo, con los superhéroes alejados de la ejemplaridad, las disquisiciones sobre sus actitudes y su misión y hechos graves a las espaldas y fracturas que influyen en el presente; si bien algunos ingredientes esenciales nos recuerdan mucho al meollo de Lost (J. J. Abrams, Damon Lindelof y Jeffrey Lieber, 2004-2010). Uno puede decidir continuar con Jupiter’s Legacy en la futura segunda temporada, por supuesto; pero no la podrá la primera de la lista.