"No hay latido". Unas palabras que Sonia Sánchez recordará toda la vida. Salieron de la boca de una ginecóloga cuando llevaba 10 semanas de embarazo. Sonia lleva marcado cada segundo de esa conversación. Porque fue la que convirtió el aborto natural en una realidad e inició uno de los momentos más dolorosos de su vida. Pero también porque nunca olvidará las palabras secas y hasta el maltrato verbal que recibió por parte de esa ginecóloga. Sonia es uno de los rostros de la violencia obstétrica, el término por el que se entiende cualquier conducta, por acción u omisión que, realizada por personal de la salud, afecte el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres. Por ejemplo, el trato deshumanizado, la medicalización injustificada y la patologización de procesos que son naturales.
El término es polémico para una parte de la comunidad médica, pero cada vez más reconocido por las mujeres que han pasado por una situación que podría considerarse violencia obstétrica. Las organizaciones que luchan contra este fenómeno enmarcan estos casos como una rama de la violencia machista; en la mayoría de los casos por el trato a las mujeres durante el parto.
Es también en el momento de dar a luz cuando se ha reconocido un mayor número de casos de violencia obstétrica. Sin embargo, también hay muchos casos durante el duelo perinatal, como se conoce el proceso tras un aborto o la muerte de un bebé durante el embarazo o poco después del parto.
Las palabras que Sonia nunca olvidará
Sonia Sánchez notaba que algo no iba bien en su embarazo cuando acudió al hospital. Después de una ecografía vaginal, llegó la frase: no hay latido. "En ese momento tampoco era consciente de lo que significaban esas palabras. Le pregunté a la ginecóloga qué significaba y ella me repitió lo mismo, ‘pues que no hay latido'". Le volví a preguntar y me dijo 'no hay latido, el niño está muerto. Está muer-to, muer-to. Cómo quieres que te lo explique'". Sánchez se quedó helada por la respuesta y este comportamiento influyó para que decidiera acudir a otro hospital y tener una segunda opinión.
Por desgracia, el diagnóstico fue el mismo, aunque allí recibió un gran apoyo de todo el personal sanitario. Le practicaron un legrado después del aborto.
"Estaba tumbada en una camilla, vino una anestesista y se presentó. Me dijo lo que iba a hacer, que estas cosas pasaban, que a ella también le había pasado. Que me iban a dejar el útero muy bonito y limpio para poder tener un segundo hijo. Y esto me lo decía mientras me secaba las lágrimas con un pañuelito. Con mucho cariño y amor".
Sonia Sánchez
Finalmente, Sonia recibió la atención y el cuidado que necesitaba y, meses después, volvió a quedarse embarazada y dio a luz a un niño. Sin embargo, sigue siendo uno de los rostros de la violencia obstétrica durante un aborto natural.
Violencia obstétrica, a fondo
Paul Cassidy es Research Director de la asociación Umamanita, que brinda apoyo ante una muerte perinatal o neonatal, y autor de la tesis Buenas madres/malas madres: Duelo, moralidad y desigualdad de género en la atención sanitaria tras una muerte perinatal. En entrevista con Hipertextual, el experto explicó que, en su tesis, apunta a tres tipos de violencia obstétrica.
La primera, aquella que se refiere a la interacción entre el profesional sanitario y la paciente y que puede incluir un maltrato físico, verbal o incluso sexual. En segundo lugar, expone otro tipo de violencia basada en la autonomía. "Tenemos casos extremos en los cuales hay uso de sedación, se ignora el deseo de la mujer y se practica un legrado sin ella quererlo. No son casos recurrentes, pero sí vemos que es muy común que haya una falta de información". En tercer lugar, Cassidy explicó que en algunas ocasiones también se han dado casos de maltratos al cuerpo del bebé por parte de los médicos o enfermeros.
Todos estos supuestos han sido recopilados por el investigador durante tres años en diferentes encuestas y entrevistas que ha realizado con mujeres que se han visto en estas situaciones en hospitales españoles. Como conclusión de su tesis, apuntó que en el caso de duelo perinatal, la atención es deficiente y tiene un impacto perjudicial en las mujeres, "las cuales representan un grupo muy vulnerable en el tiempo inmediatamente posterior a la muerte del bebé".
"La atención sanitaria y el duelo están fuertemente marcados por la desigualdad de género. Se requieren cambios sistémicos en inversión en formación".
Paul Cassidy
Sanitarios, las otras víctimas del aborto
Las primeras afectadas de esta falta de educación en duelos perinatales y sobre cómo lidiar con el aborto son las mujeres, pero en su estudio Paul Cassidy también hizo referencia al sufrimiento de muchos profesionales en casos de muerte perinatal. La falta de formación o de apoyo psicológico no solamente puede afectar a cómo un sanitario interactúa con una mujer que está sufriendo un aborto, sino que impide también que ellos mismos lidien con situaciones de estrés o de sufrimiento. "El profesional a veces también puede ser víctima de un sistema", indicó el investigador.
María Ángeles Rodríguez, de la Asociación Española de Matronas, confirmó que en el colectivo también existe un duelo con las pérdidas fetales. "Para un profesional, el hallazgo de una muerte fetal tiene un impacto muy considerable, pero muy poco visibilizado por la sociedad que en muchos casos llega a lo patológico desde el aspecto psicológico, con sentimientos de culpa, trauma y depresión", indicó a Hipertextual.
Lo peor es que, en muchas ocasiones, el motivo de la muerte se desconoce en el momento del diagnóstico.
"Imagínate un caso donde hoy has atendido a una mujer con gestación a término normal y todas las pruebas también normales y mañana acude a urgencias porque no nota movimientos fetales y se confirma muerte fetal. Cómo te quedas, cómo te sientes y cómo aparece la sombra de la inseguridad y la culpa. Culpa que no tiene nadie. ¿Qué podrías haber hecho para evitarlo si todo estaba normal? Nada".
María Ángeles Rodríguez
En primera línea del duelo perinatal
Jorge Romero es matrona en un hospital de Sevilla y está detrás de la cuenta de Matronicidio. En varios hilos de Twitter, el profesional sanitario siempre ha reconocido que en España sigue habiendo muchos casos de violencia obstétrica y que es muy necesario visibilizar esta realidad que viven muchas mujeres. Sobre todo consiguiendo que todo el gremio se mire el ombligo y empiece a cambiar algunas de sus prácticas.
Tal y como comentaba Cassidy, muchos sanitarios son parte del sufrimiento de una familia que está pasando por las diferentes fases del duelo. Jorge celebra que en los últimos meses no haya tenido que pasar por un aborto, aunque no olvida lo que ha vivido hasta ahora.
El hospital en el que trabaja Romero como matrona es uno de los centros españoles que ha cambiado el protocolo para mejorar la atención sanitaria de las mujeres. Uno de los cambios más importantes, y que se han implementado en otros hospitales de diferentes comunidades autónomas, es evitar que una mujer que acaba de sufrir un aborto esté en la misma planta que las que acaban de dar a luz. "Esa mujer estaba viendo la felicidad de los demás y su duelo a la vez". Jorge Romero explicó para Hipertextual:
"Eso no significa que los profesionales lo hicieran con mala fe o con la idea de hacer daño. Pero aunque no lo hagan con esa idea, sí hacen daño. Es el problema de la formación, que no te enseñan qué tienes que decir o no. Y cómo hay que tratar a una persona que está sufriendo un duelo perinatal".
Jorge Romero
Hace algunos años también era común que después de una muerte fetal durante el parto, las matronas y enfermeros o enfermas no dejaban que la madre viera al bebé. Lo tapaban y se lo llevaban corriendo. En ese momento, continuó Romero, se pensaba que se le estaba haciendo un bien a la madre al no someterla al trauma de ver a su hijo fallecido. Sin embargo, la psicología ha demostrado en los últimos años que la realidad es completamente contraria y que es bueno que la familia se despida. "Ahora le damos a la madre esa posibilidad, incluso si quiere tener un recuerdo de él. Esto nos lo han enseñado las asociaciones de duelo perinatal", recordó.
Enseñar el duelo del aborto, el gran reto
Además del cambio del protocolo, en el hospital sevillano donde trabaja Jorge Romero han hecho varias formaciones, tanto a cargo del centro como por parte de asociaciones como Umamanita. A pesar de que estos esfuerzos han conseguido mejorar la situación, Romero reconoció que todavía hay retos pendientes.
En primer lugar, uno de los problemas es que estas formaciones no son obligatorias. "Los que nos formamos somos los que ya somos conscientes y queremos cambiar las cosas. Siempre van a quedar profesionales que, al no ser obligatorio, no se formen en este campo", dijo la matrona a Hipertextual.
No obstante, cada vez hay más información sobre la violencia obstétrica y sobre el duelo perinatal.
"Hemos cambiado a mejor y seguimos cambiando. En nuestro país tenemos uno de los índices de mortalidad perinatal mejores del mundo. Hemos mejorado en calidez y asistencia a la mujer pero todavía queda mucho por hacer. Hay cosas que han sido intolerables y que no se pueden repetir".
Jorge Romero
No estamos solas
Lucía lucha casi todos los días contra la realidad que poca gente quiere escuchar; la de que todos los días mueren niños incluso antes de nacer. Sigue siendo un tema tabú, incluso para muchas mujeres que han pasado por un duelo perinatal. Por eso ha decidido hacer todo lo que está en su mano para hablar de ello. En un hilo de Twitter, explicó cómo sintió violencia obstétrica cuando le informaron de su aborto.
En la publicación, decenas de mujeres contaron sus experiencias parecidas, entre ellas Sonia Sánchez, para demostrar que no están solas. Esa sensación es la que también intenta transmitir Lucía en un grupo de ayuda a mujeres que se han quedado embarazada después de haber perdido a un bebé. "El siguiente embarazo (después de un aborto) es un infierno. Tienes una ansiedad brutal", explicó Lucía en entrevista con Hipertextual.
Muchas mujeres, continuó, pueden sentirse un bicho raro por tener este miedo a perder otro hijo, y ese círculo es para decirles que estos temores son normales. "Muchas veces no puedes hablar de este tema con otras mujeres que no hayan sufrido una pérdida. A través de este grupo, las intentamos ayudar porque es muy importante poder hablar de este tema", subrayó.
Lucía entró después de quedarse embarazada y ahora es la responsable del colectivo junto con otra compañera. Desde que entró se dio cuenta de la importancia de los grupos de ayuda, sobre todo en duelos perinatales, aunque llegó a ellos por pura casualidad. Lucía también sufrió violencia obstétrica mientras le informaban de su aborto. Como cuenta en el hilo de Twitter, "a mí me mandaban a casa a pasar el fin de semana 'y el lunes ya hablamos', después de decirme que el bebé de 6 meses que estaba gestando se había muerto. Eso era un jueves".
Lucía, al igual que Sonia, no recibió apoyo psicológico durante el duelo perinatal. Tampoco información sobre grupos de ayuda por parte de su ginecólogo. Sin embargo, Lucía tuvo suerte porque una enfermera le alargó un papel con los datos de contacto para formar parte de unas reuniones de ayuda después de sufrir un aborto. Allí fue donde también contactó con el otro grupo de mujeres que se quedan embarazadas después de sufrir un aborto. Al fin y al cabo, reuniones en las que se apoyan mutuamente para superar las fases del duelo. Si no llega a ser por esa enfermera, Lucía nunca hubiera sabido de la existencia de estos grupos que tanto la han ayudado.
Muchos profesionales de la medicina no recomiendan o no informan acerca de estas reuniones. En algunos casos tampoco se ofrece apoyo psicológico. Poco a poco, en algunos hospitales las cosas están empezando a cambiar, como en el de la matrona Jorge Romero. Cada centro hospitalario gestiona de manera independiente los protocolos y la atención. Y este es uno de los principales retos.
La necesidad de un protocolo nacional
Al respecto, Jillian Cassidy, presidenta de Umamanita, recordó que para que las formaciones tengan un impacto en la calidad de atención a las pacientes es necesario que haya un compromiso continuo por parte de la dirección del hospital.
"Cuando se produce este cambio es cuando la atención de calidad no depende del equipo que te toca, ni el turno, sino todo el mundo recibe una buena atención", indicó a Hipertextual. Asimismo, si estas prácticas no están consolidadas y se invierte en formación cada 10 años o más -y si encima no es obligatoria-, el impacto dependerá del equipo. "Si la persona que lidera esta iniciativa se va del hospital, se queda todo en stand-by".
Uno de los objetivos que plantea Cassidy es la elaboración de un protocolo nacional sobre la violencia obstétrica que pueda ser implementado y que sirva como base para todos los centros hospitalarios del país. Aunque la historia nos recuerda que ni siquiera esta estrategia sería una garantía de cambio.
...aunque no sea garantía de éxito
Susana Fernández, socia de la asociación El Parto Es Nuestro, recordó que el Ministerio de Sanidad lanzó en 2008 la Estrategia de Atención al Parto Normal. A pesar de que han pasado 13 años desde entonces, todavía hay hospitales en España que no están siguiendo estas recomendaciones. Las comunidades autónomas son las que tienen la competencia para desarrollar sus formas de funcionar y, en el caso de la violencia obstétrica y el duelo perinatal, muchas han creado ya sus nuevos protocolos.
"Unas guías generales por parte del Ministerio de Sanidad siempre van bien pero, en base a la experiencia, que las comunidades estén reconociendo a las mujeres como tiene que ser ya es un paso importante", explicó Fernández.
Asociaciones como El Parto Es Nuestro y el Observatorio Violencia Obstétrica (OVO) son algunas de las que lucha para proporcionar información a las mujeres sobre sus derechos y para que sepan que siempre pueden negarse de forma verbal a aceptar cualquier tratamiento. También para brindarles todo el apoyo que necesiten. Una de las metas es que todas las mujeres sean conscientes de cuándo están siendo víctimas de violencia obstétrica.
"Está generalizada por mujeres y por algunos sanitarios y podemos no reconocerla en ese momento. Muchas mujeres se dan cuenta una vez que ha pasado porque en el momento del parto lo único que quieres es que tu hijo esté bien y no son capaces de discernir".
Susana Fernández
La paciente puede decidir después si se debe poner una reclamación o no, pero siempre siendo consciente de que puede haber sido víctima de violencia obstétrica. A pesar de los avances gracias a los esfuerzos de Umamanita, El Parto Es Nuestro y por los hospitales que están cambiando los protocolos y formando a sus sanitarios, todavía queda mucho por hacer.
Susana Fernández alertó de que la pandemia por coronavirus ha empeorado la situación porque muchas mujeres están obligadas a acudir solas a la consulta en la que serán informadas de la pérdida de su bebé o de cualquier complicación. También a pasar por el parto sin el acompañamiento de su pareja o familiares. "Los hospitales han trabajado de manera muy dispar y sin atender a las recomendaciones del Ministerio de Sanidad y la Confederación Internacional de Matronas. Ni las indicaciones de la comunidad científica en general, que dice que la mujer no tiene que estar separada de su bebé aunque sea positiva en COVID-19", destacó Fernández.
Visibilizar el dolor y la violencia
Es difícil demostrar con números si han mejorado los índices de violencia obstétrica en casos de aborto. Muchas mujeres no ponen una reclamación o puede que ni siquiera sepan que la atención que han recibido no es la adecuada. Nos podemos basar en la percepción para saber si la situación ha mejorado. Y, sobre todo, en las encuestas que se están realizando.
Una de las últimas por parte de Partera Guerrillera, que ha demostrado que de las 6.200 mujeres que contestaron a sus preguntas, 284 no han sido bien atendidas durante un aborto.
La tesis de Paul Cassidy, las encuestas, el hilo de Twitter de Lucía, las opiniones publicadas en redes sociales o las asociaciones como OVO. Existen numerosas pruebas que demuestran la existencia de la violencia obstétrica, más allá de los duelos perinatales. También ha sido reconocida por la Organización de las Naciones Unidas, mientras que la Organización Mundial de la Salud también se ha pronunciado sobre el tema.
Todavía hay profesionales sanitarios que no están de acuerdo con este término, otros incluso niegan que exista como tal. Mientras tanto, mujeres que están sufriendo un duelo perinatal pueden sentirse solas, maltratadas o incomprendidas en un hospital. El primer paso para acabar con ello es, como siempre, visibilizarlo.