Aunque hace ya unos años que comenzaron a tener fama, el uso del rodillo de jade está pasando por una época dorada. Cada vez son más las personas concienciadas con la necesidad de prestar atención al cuidado de la piel.

Vale la pena detenerse unos minutos y no lavar la cara sin más, como muchos hacíamos antes. Es un buen hábito, tanto por lo que conlleva a nivel físico como por lo que supone psicológicamente dedicar ese ratito del día al autocuidado. 

Pero, como no podía ser de otra manera, esto ha disparado la aparición de todo tipo de ingredientes y productos. Algunos son realmente útiles, otros pecan de poca evidencia científica y mucho márketing. Es, por ejemplo, el caso de las cremas contra la luz azul del ordenador y también del rodillo de jade.

Muchos influencers o medios de comunicación sobre estética y moda se han subido al carro de recomendarlos. Supuestamente, masajear frecuentemente la cara y el cuello con ellos genera un gran número de beneficios. Además, es un producto bonito, que puede servir incluso como decoración, gracias a la vistosidad de esta piedra. Puede ser relajante usarlo, eso es innegable. Pero no nos engañemos, los beneficios que aportan pueden conseguirse de formas mucho más rápidas y baratas. Y, por otro lado, ¿estamos realmente seguros de que sean necesarios?

Un pasado exótico, el primer reclamo del rodillo de jade

El jade fue la piedra preciosa favorita de los miembros de la dinastía Qing, la última de China. No es para menos, gozaba de gran popularidad, no solo por su bello aspecto, sino también por el sinfín de propiedades curativas que le confería la medicina tradicional. Se consideraba un revitalizador del chi, esa energía vital en la que se basan muchas técnicas pseudoterapéuticas, como la acupuntura. En este caso, esas propiedades iban dirigidas a la piel, por lo que empezaron a fabricarse el rodillo de jade; que, al masajearla, aportaban beneficios como la activación de la circulación sanguínea, el retraso del envejecimiento y la reducción de las arrugas y las ojeras. 

A día de hoy se pueden encontrar en museos algunos de estos rodillos, procedentes del siglo XVII, aunque hay quien señala que en realidad ya se usaban diez siglos antes. Sea como sea, el caso es que vivimos una época en la que lo tradicional pisa fuerte en lo que a medicina y cosmética se refiere.

Estos artilugios no podían ser menos. Se han hecho especialmente famosos ahora que la rutina coreana de cuidado de la piel ha comenzado a implantarse también en occidente. Sí, es cierto que la piel de porcelana de los asiáticos en general y los coreanos en particular es envidiable.

Debemos admitir que buena parte se debe a la genética, aunque también ponen mucho empeño en su cuidado. Por eso, nos afanamos en copiar algunos de sus trucos. Si encima uno de ellos es un producto accesible, bonito y que en el pasado servía como símbolo de riqueza, por ser usado casi únicamente por emperadores, ¿cómo no íbamos a querer usarlo?

Frescor y relax, pero sin evidencia

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Foto por Kimia Zarifi en Unsplash

El rodillos de jade no es el único que se emplea en cosmética. También se utilizan otras piedras, como el cuarzo rosa o la amatista. 

Todas tienen supuestas propiedades místicas, aunque hay quien considera que algunas tienen una base científica. Al parecer, su capacidad para mantenerse a baja temperatura ayuda a desinflamar la piel del rostro y el cuello. Y ya de paso, ¿por qué no?, también a desintoxicarla.

No es raro encontrar este último concepto en algunos artículos sobre los rodillos de jade. Sin embargo, del mismo modo que con los batidos detox o los suplementos de carbón activado, es simplemente un reclamo basado en una mentira. No necesitamos eliminar toxinas. Para eso tenemos un hígado y dos riñones. Si ellos no dieran abasto significaría que nos hemos envenenado y, ahí, ni los zumos, ni los suplementos, ni el jade podrán hacer nada para solucionarlo.

No es necesario eliminar toxinas de nuestro cuerpo, para eso tenemos hígado y riñones

Vale, no hay nada que desintoxicar. ¿Pero qué pasa con el resto? ¿Acaso no ayuda el frío a calmar la inflamación? Lo cierto es que sí, pero para eso da igual una bolsa de guisantes congelada que un rodillo de jade. Lo explicaba en 2019 en WebMD la dermatóloga Lauren Naversen, añadiendo también a la lista otras opciones, como las rodajas de pepino o los paños refrigerados. 

Ese mismo año, otra dermatóloga, la doctora Suzanne Friedler, explicaba en The Washington Post que, en realidad, el efecto del masaje puede ayudar a relajar los músculos faciales, pero no más que un masaje realizado con los dedos. 

¿Realmente es necesario el rodillo de jade?

En Hipertextual nos hemos puesto en contacto con el doctor Antonio Clemente Ruíz de Almirón, dermatólogo en la Fundación Piel Sana, de la Academia Española de Dermatología y Venereología. Al preguntarle por la idoneidad de este producto, lo tiene claro:

La cara es la parte del cuerpo donde la red vascular linfática es más rica con mucha diferencia de otras zonas. En una piel sana, no es necesario estimular un drenaje linfático ni hacer que la piel elimine más toxinas, algo que además dudo que se consiga con un masaje.

Antonio Clemente, dermatólogo

En su opinión, por lo tanto, el uso de rodillos de jade “obedece a modas”, puesto que “no hay estudios científicos sobre la eficacia ni de masajes faciales ni de dispositivos fríos”.

¿Puede ser peligroso el rodillo de jade?

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Foto por Anastasiia Pyvovarova en Unsplash

En principio, según el doctor Clemente, no es perjudicial. Eso sí, tanto la doctora Naversen, como la doctora Susan Bard, cuyas declaraciones también fueron recogidas por The Washington Post, recuerdan la importancia de lavar o desinfectar cualquier dispositivo que se vaya a usar sobre la piel. “Si no desinfectas el rodillo, es posible que estés haciendo más daño que bien”, indica esta última.

Esto, en realidad, es algo que deberíamos tener ya interiorizado con otros productos, como las brochas de maquillaje. Si no las lavamos regularmente con jabón, pueden acumular bacterias, que pueden provocar acné y, en algunos casos, infecciones más preocupantes.

Finalmente, aunque no supongan riesgos, pueden hacer que dejemos de acudir a un profesional cuando sea necesario. 

Si sentimos que tenemos la cara o el cuello inflamados, debemos consultar a un especialista en vez de usar el rodillo de jade

“En principio la piel no tiene tendencia a la hinchazón, por lo que si a alguien le ocurre habría que ver qué problema hay de base, si es un paciente que tenga tendencia a retener líquidos, o por productos de relleno antiguos, por ejemplo”, narra el doctor Clemente. “En función del problema, hay que poner un tratamiento específico”.

Por eso, si sentimos que la piel está inflamada no deberíamos confiar en el rodillo de jade, sin más. Habría que consultar a un especialista.

La doctora Naversen hace también referencia a los ganglios linfáticos abultados en la cara y el cuello. Si vemos que alguno de ellos ha crecido demasiado, un masajeador facial no nos solucionarán el problema. Pueden deberse a muchos motivos, pero solo un médico podrá resolver nuestras dudas y buscar una solución.

En definitiva, sí, podemos incluir los rodillos de jade en esa en nuestras rutinas de autocuidado. Mimarse con un tratamiento de belleza es bueno y si estos productos nos resultan agradables, no hay por qué no recurrir a ellos.

Pero siempre teniendo claro lo que podemos conseguir con ellos. Serán agradables, puede que nos relajen, pero no nos evitarán arrugas ni nos desintoxicarán. En serio, no estamos intoxicados