Es la red social de moda, al menos para algunos que quieren una suerte de Twitter sustituto. También es la que más está dando de qué hablar en las últimas semanas. Pero no nos confundamos, el historial de Parler tiene ya muchas líneas escabrosas. Esta última es solo la guinda de un pastel que comenzó a cocerse en 2018 con John Matze y Jared Thomson.

Desde el asalto al Capitolio de los Estados Unidos la semana pasada, los sucesos se han precipitado para la red social; y no solo para Parler. En este contexto, Twitter decidía cerrar el perfil de Donal Trump ante lo que la red social determinó que era una provocación a los altercados e información falsa. Se abría entonces el debate, ya largo, sobre la libertad de expresión.

De forma paralela, y en un intento de huir de lo que se ha denominado "el imperio de las grandes tecnológicas", los seguidores del Presidente migraban a Parler. No era la primera vez que los incondicionales de Trump promocionaban la red social; ya desde noviembre de 2020, y con la pérdida de la candidatura y los tuits eliminados por el fraude en las elecciones, las cifras de Parler se han duplicado llegando a los 10 millones de usuarios en apenas unos días.

Se confirmaba, de esta manera, como la red social de los conservadores y votantes de extrema derecha. Sin ningún tipo de filtro, al menos en primera instancia, el lugar se ha convertido en el reducto también de negacionistas.

Por su fuera poco, y para echar más leña al fuego, las últimas noticias han precipitado la situación. Ante la migración de usuarios a la red social sin control, Google anunciaba la decisión de vetar la aplicación en su tienda online. Poco después, Apple se sumaba a la reivindicación junto a Amazon. Esta última, de hecho, ha supuesto el golpe de gracia para Parler puesto que Parler usaba los servidores de la compañía de Bezos. Desde el anuncio de Amazon, la red social permanece deshabilitada para todos sus usuarios.

La falta de servidores –y seguridad– ha servido, como colofón a la situación, a un hackeo masivo de las bases de datos la red social. 70TB de datos has sido filtrados, incluyendo documentos de identidad con nombres, direcciones y datos de contacto.

Así como los datos de los últimos movimientos de la red social: si hace unos días anunciaban la eliminación de contenido relacionado con los disturbios del Capitolio, ahora se ha podido saber que simplemente fue ligeramente modificado.

Origen ¿y fin? de Parler

¿Es el fin de la red social? Su fundador, John Maze ya ha declarado que con Amazon o sin él, Parler seguirá más viva que nunca. Su equipo ya trabaja en su reconstrucción desde cero para estar activa lo antes posible y luchar "contra el ataque coordinado de los gigantes tecnológicos para eliminar a la competencia". En un comunicado, Maze añade que esta situación ya estaba prevista: “Nos hemos preparado para eventos como este al no confiar en la infraestructura privada de Amazon y construir productos compactos”.

Será en cuestión de días que el "nuevo Parler" vuelva a la vida. Una vida que oficialmente comenzó en agosto de 2018 como respuesta a la falta de libertad de expresión que, según los fundadores de la nueva red social, brillaba por su ausencia en Twitter.

Parler

Pese a todo, hay que decir que su relación con los grupos conservadores, ahora mismo una realidad palpable, fue producto de la casualidad. E irónicamente, gracias a Twitter. Candance Owens, activista conservadora estadounidense, disparaba los usuarios de Parler a finales de 2018 con un tuit en el que hablaba de la red social en cuestión. Tras este acontecimiento, el futuro color de la red estaba escrito. El propio fundador viró la inversión de publicidad a dichos grupos políticos.

En ella empezó a congregarse lo mas granado de la cúpula de Trump, activistas alineados con el –por entonces– presidente, así como periodistas y personalidades. Era, de lejos, el paraíso para cierta "libertad de expresión" que vivió su momento dorado con los sucesos relacionados con la muerte de George Floyd y lo que Twitter denominó "glorificación de la violencia" por parte de Trump.

El caso de Arabia Saudí, Brasil o Reino Unido

No todo queda en Estados Unidos. Parler también cobró importancia fuera de las fronteras del país Norteamericano.

El primero de ellos fue en Arabia Saudí. El propio Reino animó a sus ciudadanos a salir de los brazos de la censura de Twitter y hacerse cuenta en Parler. Pronto se habló de una estrategia por parte del medio oriente más conservador para mejorar sus relaciones con Trump. Un hecho que, sin embargo, contrasta con la alta cantidad de contenido anti-musulman que prolifera dentro de la red social.

Tras ellos, la red social trascendió a Reino Unido con la mediática líder de opinión de derechas Katie Hopkins. Su eliminación en Twitter, y registro en Parler, se precipitó por la burla publicó sobre los sucesos de Floyd.

Jair Bolsonaro, presidente conservador de Brasil, también promocionaba la red social en 2020. Tras su registro, la masa del país hacía lo propio con sus cuentas. En España, Santiago Abascal y afiliados a VOX también han promocionado el uso de la red social para luchar "contra los policías globales del pensamiento". Es decir, las big tech.

La libertad de expresión, la bandera de dos caras de Parler

John Matze, fundador de Parler
John Matze, fundador de Parler

Todos estos acontecimientos se han precipitado por la propia definición de Parler como red social del lado de la libertad de expresión. Sin fisuras, sin límites o controles. Al menos en teoría. La base de Matze, y por lo tanto, de la red social, es que eliminar contenido de odio solo radicaliza aún más a las personas. Y no solo contenido de odio, Parler ha sido reducto de conspiraciones relacionadas con QAnon y el Pizzagate. En última instancia también se han adherido todos aquellos que niegan las realidades de la pandemia, el coronavirus y las vacunas.

La mínima involucración de los moderadores de Parler, así como la no verificación del contenido, son la base del éxito de la red social. Permiten, además, contenidos que ya han sido eliminados en otras plataformas. Una política que se sitúa en las antípodas de lo que Twitter y Facebook han venido haciendo con su contenido y el control de las fake news.

Sin embargo, no son pocos los que critican precisamente esa libertad de expresión de Parler. Considerada por muchos bastante más restrictiva que la de Twitter: pornografía, obscenidades e indecencias, chantaje, apoyo al terrorismo, palabras de lucha, promoción de la marihuana y, aunque suene a broma, promoción de rumores. Respecto al discurso del odio, Matze apunta a que "se niega a prohibir a la gente algo tan arbitrario que no se puede definir". Queda también prohibida la publicación de imágenes con heces. Ya Slate denunciaba que, ante esta lista, Twitter permitía más contenido que Parler.

Asímismo, varios medios estadounidenses denunciaron la letra pequeña de Parler. Esta permitía borrar, con o sin motivo, cualquier usuario de la red social; algo que solía pasar con bastante frecuencia con cuentas relacionadas con posiciones políticas de izquierda y perfiles de parodia de la propia red social.

De momento, y mientras Parler soluciona su falta de servidores, sus más acérrimos seguidores han anunciado su migración temporal a Twitter. Apuntan, eso sí, la clara estrategia del "cartel de Silicon Valley" y sus grandes tecnológicas para controlar la libertad de expresión.