Tendemos a ver al ornitorrinco como una especie de Frankenstein, formado por “trocitos” de otros animales. Amamanta a sus crías, como los mamíferos, pero estas nacen a partir de huevos, como las aves o los reptiles. Posee espolones venenosos, algo que ocurre en algunos mamíferos, pero también en otros animales. Ahora, además, sabemos que emite fluorescencia azul, similar a la de los escorpiones. Es una criatura apasionante, pero no es exactamente un Frankenstein. Al menos no en el sentido literal. En realidad es un antepasado de los humanos y otros mamíferos que se quedó “congelado en el tiempo”. Esta es la conclusión de un estudio sobre los genes del ornitorrinco que se acaba de publicar en Nature.

En él, sus autores han creado un mapa completo de su genoma, del que se deducen datos muy interesantes sobre su pasado, pero también sobre el nuestro.

Tres grupos que algún día fueron uno

Los mamíferos actuales se dividen en tres clases: los monotremas, los marsupiales y los placentarios. Los humanos pertenecemos a esta última clase. A la segunda pertenecen animales como el canguro, la zarigüeya o el koala. En la primera, en cambio, se encuentran los ornitorrincos y los equidnas, muy emparentados con ellos.

Tanto los marsupiales como los placentarios se clasifican a su vez en otra subclase: los terianos. Los otros eran demasiado diferentes para meterlos en el mismo saco.

Hasta ahora no había mucha información sobre el momento en el que estas clases divergieron de una sola. Sería necesario analizar a los menos evolucionados y esos, sin duda, son los monotremas, que parecen haberse quedado atrás evolutivamente.

Por eso, durante años se ha considerado muy importante realizar un mapa de los genes del ornitorrinco. Con anterioridad ya se había hecho un fragmento, a partir del genoma de una hembra. Sin embargo, faltaba la información del ADN contenido en el cromosoma Y. O más bien los cromosomas Y, ya que el ornitorrinco es el único animal conocido con 10 cromosomas sexuales. El equidna tiene 9.

¿Qué nos cuentan los genes del ornitorrinco?

Para la realización de este mapa más completo, los autores del estudio, procedentes de la Universidad de Copenhague, secuenciaron el genoma de un ornitorrinco macho. Luego solo quedaba comparar la información con la procedente de los genomas de otros animales: zarigüeyas, demonios de Tasmania, humanos, pollos y lagartos.

Así descubrieron que el ornitorrinco tiene buena parte de genes más relacionados con los reptiles y las aves que con otros mamíferos. Esto le sitúa más cerca de ese ancestro común. ¿Pero cómo de cerca?

Concretamente, la comparación del ornitorrinco con otras especies permitió comprobar que se separó del equidna hace unos 57 millones de años. Puede parecer una cifra alta, pero lo es mucho más la resultante de compararlo con los terianos, ya que parece ser que en esta caso la deriva tuvo lugar 187 millones de años atrás.

¿Qué fue antes, el huevo o el ornitorrinco?

Ni los 10 cromosomas sexuales, ni los espolones venenosos. Ni siquiera la fluorescencia. Lo que más ha llamado siempre la atención del ornitorrinco es que sus crías nazcan a partir de huevos, pero luego se alimenten de la leche materna. Además, las hembras no tienen ubres, pero la leche mana a partir de “balsas” situadas en su piel. Y esto es algo para lo que los genes del ornitorrinco también tienen una respuesta.

La clave está en los genes que codifican la caseína. Esta es una proteína presente en la leche, por lo que no se encontrará en animales que no amamanten a sus crías. Los monotremas tienen la mayoría de estos genes implicados en la producción de leche, pero los ornitorrincos van aún más allá, pues tienen otros adicionales, cuya función se desconoce.

Precisamente por eso, no son tan dependientes de las proteínas de huevo como cabría esperar de aves o reptiles. De hecho, estos tienen tres genes con las instrucciones para la síntesis de dichas proteínas, pero los monotremas han perdido buena parte de ellos. Entre los genes de ornitorrinco solo queda uno. Al parecer, los otros dos se perdieron hace unos 130 millones de años.

Dientes y veneno: la clave en los genes del ornitorrinco

Entre los genes del ornitorrinco también hallaron la carencia de cuatro implicados en el desarrollo de dientes, que desaparecieron aproximadamente 120 millones de años atrás.

En cuanto al veneno de sus espolones, parece estar relacionado con los genes de defensina, presentes en el sistema inmunitario de otros mamíferos. Esto, en cambio, no es común a todos los monotremas, ya que los equidnas carecen de dicha ponzoña.