El universo de The Walking Dead (Frank Darabont y Angela Kang, 2010-2021), la adaptación televisiva de la novela gráfica homónima escrita por Robert Kirkman y dibujada por Tony Moore (2003-2019), se expandió primero con tres webisodios, Torn Apart, Cold Storage y El juramento (Greg Nicotero, 2011-2013), y después, con el spin-off Fear the Walking Dead (Kirkman y Dave Erickson, desde 2015), las miniseries FTWD: Flight 462 (Michael McDonough, 2015), FTWD: Passage (2017) y TWD: Red Machete (Avi Youabian, 2017-2018) y, ahora, el segundo spin-off, titulado The Walking Dead: World Beyond (Scott M. Gimple y Matthew Negrete, desde 2020).
El episodio Brave (1x01) comienza con un curioso guiño a los cómics de Kirkman y Moore, pero lo que podría haber arrancado como un nuevo acercamiento al apocalipsis zombi con cierta tensión espeluznante, algo que nos haga mordernos las uñas del interés, el asombro y el horror, se revela como una inanidad adolescente de quien se pasea con absoluta tranquilidad por un campus del Medio Oeste de Estados Unidos, saludando con alegría cargante a las personas con las que se cruza al pasar. Y los detallitos que nos indican la situación de la plaga descompuesta de los muertos vivientes parece de una falta de buen gusto, chispa y hasta sentido u oportunidad abrumadores, y no por el género.
La forma en que presentan los flashbacks sobre la hecatombe en The World Beyond es de una palmaria mediocridad, no únicamente por los lugares comunes que exponen sino también en su apresurada planificación, sin mimo, garra visual o entendimiento de cómo afligir al respetable, y por lo tanto no sirven ni lo más mínimo como evocación emocional que nos toque la patata para que nos conmueva el pasado trágico de las dos jóvenes heroínas y empaticemos lo suficiente con ellas. A pesar de que el reparto trabaje de la manera más adecuada que les es posible, desde Aliyah Royale (The Red Line) y Alexa Mansour (The Resident) en la piel de Iris y Hope Bennett hasta Nicolas Cantu (The Good Place) y Hal Cumpston (Bilched) como Elton Ortiz y Silas Plaskett.
Sin olvidar a Nico Tortorella (Younger) encarnando a Felix Carlucci, a Annet Mahendru (The Americans) como Huck o a la muy conocida Julia Ormond (Leyendas de pasión) en los zapatos de la enigmática Elizabeth Kublek. Pero, hagan lo que hagan estos dignos actores, no pueden impedir que Scott M. Gimple y Matthew Negrete hayan cometido el error tremendo de huir de la fatalidad que tan bien impregna The Walking Dead y su primer spin-off, siempre idónea para esta catástrofe apocalíptica, con el propósito de imbuirle a The World Beyond un tono muy distinto, de aventura esperanzada, de excursión por el País de las Maravillas Cadavéricas. Se ha precipitado en la misma tontería que Black Mirror (Charlie Broker, desde 2011) y su nuevo empeño de no resultar ominosa.
Solo el tratamiento de una muerte específica es decente, que no espléndido, y curiosa la apariencia vegetal de ciertos zombis. Y el caso es que este capítulo tal vez hubiera sido aceptable en mitad de la primera temporada, como uno en cuyo estancamiento sereno evolucionan los personajes protagonistas sin necesidad de vérselas demasiado con los cadáveres ambulantes y sus dientes inquietos, pero de ningún modo como inicio de una serie televisiva que pretende enganchar a los espectadores: esto es un fracaso en toda regla por su planteamiento incomprensible. Quizá World Beyond mejore conforme trascurran los episodios, pero mucho tendrían que cambiar las cosas para que sea así.