El tópico de los videojugadores es masculino, el de los colegas que se plantan frente al televisor con el mando de la videoconsola, tal vez en una leonera adolescente, un sótano habitable o un salón invadido, y no lo sueltan durante unas cuantas horas de fiebre gamer, dale que te pego. Y años atrás, el de los chavalines que acudían a los salones recreativos. Pero se trata solamente de eso, de un tópico. Porque el perfil actual de las personas aficionadas a los videojuegos es muy variado, y las mujeres entran en el mismo, faltaría más. Aunque el creador de Pac-Man (1980) quiso diseñarlo para atraerlas a este mundo lúdico.

Según nos expone el propio Toru Iwatani en el episodio “Boom and Bum” (1x01) de la serie documental High Score (France Costrel, desde 2020), los recreativos eran lugares “sucios, malolientes y oscuros” donde jugaban los hombres y “hacían cosas como disparar a extraterrestres”. Porque, en su opinión un tanto determinista, “no había juegos disponibles para mujeres”, de forma que su propósito era crearlos. “Iba a los recreativos una vez a la semana para monitorear qué clase de gente jugaba con qué tipo de videojuegos”, prosigue el japonés. “Y pensamos en qué tipo de juegos podrían querer las mujeres”.

pac-man toru iwatani
Netflix

Con la idea de que los entretenimientos violentos no atraían mucho a las jóvenes, elucubraron cuál podría convertirse en su apuesta ganadora: “Comer no implica matarse unos a otros, y quizá las mujeres lo disfruten como juego”. Y, mientras su equipo lo desarrollaba, se zamparon una pizza en cierta oportunidad, Iwatani agarró un trozo y, al ver la silueta de lo que quedaba sin el mismo, “fue entonces cuando apareció Pac-Man”. Y, como cuenta Charles Martinet, “las chicas de Estados Unidos no se cansaban de él”. E incluso el ingeniero Mike Horowitz se las arregló para diseñar un kit de mejora del juego del comilón amarillo, y este terminó como Ms. Pac-Man (1981), con su correspondiente protagonista femenina.