Motorola vuelve a la gama alta –amén del reciente plegable Razr– con su gama Motorola Edge. Tras años ofreciendo terminales con un notable atractivo y éxito en segmentos contenidos, llega el momento de medirse, de nuevo, a los más grandes.Volver a probar un Motorola claramente diseñado y fabricado apuntando a estándares superiores es, en 2020, un regalo casi inesperado. Uno que llega cargado, a partes iguales, de expectación y escepticismo; por lo nuevo y por lo ya conocido, respectivamente.
Con mucha fanfarria y artificio, además de un interés por retomar la presencia en territorios dejados de lado con el paso del tiempo, la tecnológica propiedad de Lenovo daba a conocer recientemente tanto el Motorola Edge como el Motorola Edge+. ¿Lo más llamativo? Una pantalla combada de manera agresiva en ambos extremos y un precio que se sitúa en los varios cientos de euros.
Esa es la apuesta de Motorola para volver a llamar la atención de un respetable que, en muchos casos, ya no asociará de manera directa a esta marca con la gama alta o los dispositivos premium. ¿Están a tiempo de volver a recobrar la confianza que un día sí tuvo? Y, lo más importante, ¿son estos los smartphones que lo posibilitarán?
Experiencia Motorola
Lo primero que se aprecia al sostener el Motorola Edge es que, efectivamente, uno se encuentra ante un dispositivo con un cierto trabajo detrás. Este ofrece una construcción sólida y cómoda pese a sus grandes dimensiones. Aunque sí es algo grueso, no repercute tanto en su peso total debido al uso de materiales como el plástico en su parte trasera. La elección de este material lo aleja algo del segmento más alto del mercado, pero en términos de portabilidad se agradece.
El desbloqueo del smartphone se realiza mediante un lector de huellas integrado en la pantalla. Es efectivo en la mayoría de las ocasiones, pero no tan rápido como cabría esperar. En un momento en el que los sensores de reconocimiento que montan terminales como el Galaxy S20+ rozan la excelencia, aquellos que son algo más lentos, como es el caso, suponen un paso atrás.
El panel, OLED y de 6,7 pulgadas, hace su parte a la hora de mostrar contenido con una alta calidad y que este sea agradable de consumir en cualquier circunstancia. Además, dispone de una tasa de refresco de 90 Hz, lo que ayuda a mejorar la expreiencia de uso en el día a día.
En términos de uso, Motorola hace uso de Android de la manera que mejor sabe: sin añadir una evidente personalización que pueda empañar la experiencia en modo alguno. Android One y el software que implementa Google en sus Pixel han sido alabados de manera recurrente a lo largo de los años, y la firma parece tener claro que no hay mejor personalización que la ausencia de ella.
Es por ello que la experiencia de uso resulta bastante satisfactoria en términos generales. Algo a lo que ayuda, de manera evidente, su procesador Snapdragon 765G. Este sirve, a su vez, para que el Motorola Edge incluya 5G en su interior, pues es inherente al chip. Este tipo de conectividad continúa como un gran ausente alrededor de la mayor parte del mundo, así que será un aliciente de compra, a día de hoy, en contados casos.
Sí es más atractiva su batería de 4.500 mAh con carga rápida de 18 W, que rinde ciertamente bien y permitirá llegar al final del día sin pasar por el cargador. La empresa promete dos jornadas completas de autonomía, aunque eso será solo si el uso que se hace del terminal es liviano.
Curvado en extremo
El apellido Edge, naturalmente, viene en este smartphone a cuento de su pantalla. Los paneles curvos han ido haciendo acto de presencia esporádica a lo largo de los años en el mercado de la telefónica, con Samsung como exponente más claro. Sin embargo, incluso los surcoreanos han ido claudicando de manera progresiva hasta llegar a un Galaxy S20 cuyos laterales se encuentran solo ligeramente arqueados, lejos de los ángulos de años anteriores.
Otros terminales, como el Xiaomi Mi 10 Pro o el OnePlus 8 Pro también presentan una cierta deformación intencional en sus bordes. En ningún caso, eso sí, tan pronunciada como la del Motorola Edge.
Este último caso recuerda más al defenestrado Galaxy Note Edge o a otros como el Galaxy S6 Edge. Pero hay una buena razón por la cual Samsung ha ido reduciendo la curva de las pantallas a lo largo de los años: restan más de lo que aportan. Sea cual se el motivo por el que Motorola ha decidido apostar por esta técnica para su regreso a la gama alta, la conclusión es la misma.
Si bien es cierto que su añadido puede suponer un extra de dinamismo, lo es en igual medida que no consigue generar demasiados casos de uso útiles. El más notorio es una pequeña barra que Motorola ha añadido en su lateral para poder realizar acciones rápidas con ella. Una pulsación abre accesos rápidos a aplicaciones; un desliz hacia abajo permite desplegar los ajustes; otro más, las notificaciones. Deslizar hacia arriba equivaldrá a abrir la multitarea.
En el caso de los juegos, es posible configurar la aparición de dos botones sobre la parte superior de la pantalla, a modo de gatillos. Permiten asignar dos acciones sobre cualquier parte de la pantalla y, así, poder accionarlos directamente con los dedos sobre el marco superior. No es muy diferente de lo que ofrece el Asus ROG, por ejemplo, solo que este último los integra directamente en el borde del teléfono.
Cuando uno conecta el cargador, dos barras iluminarán ambos laterales y se elevarán en equivalencia al porcentaje de carga disponible. Lo mismo si el dispositivo se encuentra boca abajo sobre una superficie y se pulsa sobre el botón de encendido: los laterales se iluminarán y permitirán hacerse una idea de la batería de la que se dispone sin necesidad de dar la vuelta al teléfono. Cuando entre una notificación, también los bordes relucirán.
¿Pueden ser útiles estos pequeños gestos? Desde luego. ¿Son lo suficiente valiosos como para justificar las pulsaciones accidentales que se derivan de la extensión de la pantalla o las incomodidades visuales que causa? Para nada.
El ejemplo más claro es que desde cualquier ángulo serán apreciables unas notorias sombras alrededor de la zona de los bordes provocadas por la inclinación del panel. En las aplicaciones con el fondo blanco, el resultado es poco placentero. Ademas, en aplicaciones como Twitter, por ejemplo, la barra de desplazamiento que indica la posición en el timeline, ubicada a la derecha, queda prácticamente oculta en el perfil del teléfono como consecuencia de su curvatura. Todo ello sin mencionar los toques "fantasma" o accidentales sobre el panel al sujetar el Motorola Edge.
La pantalla curva está bien como una primera llamada de atención sobre el consumidor, pero empieza a perder sustento cuando se explora mínimamente. Es más un efecto estético que funcional, y ni siquiera en este último ámbito sale bien parada.
Fotografía versátil, que no contundente
El apartado fotográfico es donde muchos usuarios colocan la vara de medir, visto que cumplir con un listado de especificaciones capaces no es algo ya tan extraño de ver. Sin embargo, con todos los fabricantes del momento afanándose en lanzar nuevos modelos, el de la fotografía continua siendo terreno de arenas movedizas.
El Motorola Edge presente una configuración única en su frontal (25 megapíxeles, f/2.0) y cuádruple en su zona trasera. Esta última es la que sigue:
- Principal: 64 MP f/1.8
- Telefoto: 64 MP f/2.4
- Gran angular: 16 MP f/2.2
- ToF
Es de agradecer el trabajo por añadir más opciones al conjunto fotográfico. Un gran angular y un zoom óptico de doble aumento son extras que, en momentos puntuales, se terminarán utilizando. La aplicación de cámara de Motorola es sencilla, directa y fácil de utilizar. Respecto a los resultados obtenidos, hay que apuntar algunos detalles.
Las imágenes suelen ofrecer un buen balance de blancos y el modo HDR automático funciona en la mayoría de las ocasiones cuando tiene que activarse. Esto permite obtener capturas con mejor contraste y más información. Generalmente, sin embargo, el Motorola Edge peca de inclinarse de manera excesiva a los tonos fríos, dejando tomas irreales en cuanto a la representación del color, especialmente en lo relativo a la piel de las personas. Esto último es algo que se repite en casi todos los modos de disparo, aunque no tanto con la cámara frontal.
El modo retrato, por su parte, complica bastante el trabajo de la cámara en condiciones lumínicas no ideales –con varias luces y sombras, por ejemplo–. Nuevamente, la cámara frontal parece saber resolver las situaciones de manera más notable, especialmente en el apartado del color.
El gran angular, como viene siendo costumbre, es prácticamente imposible de utilizar por la noche o en condiciones de baja luminosidad. En estos casos deberemos recurrir a la lente principal y al modo Visión nocturna, que consigue rescatar una gran cantidad de detalle y aporta una enorme diferencia respecto a la opción de disparo estándar.
*Puedes ver estas y otras imágenes a tamaño completo en este álbum*.
Es notable también la pobre representación en vivo de la imagen que se obtiene en la aplicación de la cámara. Esta se muestra a baja resolución, con un exceso de granulado y con una representación tonal que hacen complicado que la experiencia de tomar una fotografía sea satisfactoria.
Conclusión
El Motorola Edge es un smartphone que, pese a sus puntos positivos, lo tendrá complicado en un copado mercado de gama media-alta, donde las proposiciones son muchas, muy variadas, y donde existen terminales más completos en su conjunto. Resulta una aproximación un tanto tibia para una empresa de la que se esperaba que retornase por la puerta grande de su periodo centrada en el segmento medio.
Su pantalla curva es un elemento polarizador en cuestión de gustos, y con ello resulta fácil que parte de público potencial ni se digne a considerarlo entre sus opciones de compra. Queda por ver si este elemento permanece de cara a los futuros modelos o su destino final es el olvido.
Pros
- Software sin aditivos
- Altavoz estéreo
- Autonomía
Contras
- Pantalla incómoda en términos de uso y visualmente
- Lector de huellas lento
- Cámara mejorable