Cualquier profesional de la prensa cinematográfica procura estar al día, si es bueno, con la filmografía completa de los directores sobre cuyas películas hace análisis y escribe una crítica. El motivo no es otro que la obligación de comprender qué intereses alberga, si se le puede considerar un autor o un simple mercenario del cine, y cuáles son sus rasgos estilísticos si los tiene verdaderamente marcados. Solo así sus observaciones se demostrarán del todo rigurosas. Por supuesto, se pueden llevar a cabo dignos análisis sin cumplir esta condición. Y haber visto cuanto estreno se debe a cada cineasta del que se selecciona un filme es muy difícil porque no hay vida para ello. Pero uno lo intenta porque es su trabajo; y a llorar, a la llorería.

Con esta autoexigencia lógica se aprende mucho, pero da lugar a equívocos curiosos a veces. Y es lo que está pasando con The Vast of Night (Andrew Patterson, 2019), la película de ciencia ficción lanzada recientemente por Amazon Prime Video y una muestra de talento incontestable que merece ser señalada como ópera prima. Pero el nombre de su director, nacido en Oklahoma, es exactamente igual que el de un colega suyo, oriundo de Texas. Y ni el mismísimo Google ni ficheros de consulta tan respetables como FilmAffinity los distinguen, cosa de la que sí se preocupa IMDb. En este último se puede hallar prácticamente toda la información; en el primero, lo de relevancia y muchísimo más. Por este motivo, uno sabe que, si una obra está en FA, debe mencionarla.

let there be zombies andrew patterson
Amazon

De modo que, si se busca a Andrew Patterson, verá que le atribuyen The Vast of Night, la inencontrable Prepper (2016) únicamente en Google y, en FA, una cosa capaz de producir los mismos síntomas que el coronavirus en los espectadores incautos de lo terrible que resulta, titulada Let There Be Zombies (2014). Esta enésima película sobre un apocalipsis de muertos vivientes devoradores de carne, esos monstruos enfermizos salidos de la imaginación de George A. Romero para La noche de los ídem (1968), solamente se la recomendaría uno a su peor enemigo, llenándosela de elogios; o estaría dispuesto a proponerle verla juntos a su pareja si quiere poner fin la relación de una vez y para siempre con un corte limpio y atinado, aunque sin eludir el trauma.

Let There Be Zombies es un filme tópico, inconexo, muy aburrido e inverosímil hasta las trancas, con una planificación audiovisual de aficionados que disponen de una cámara y demasiado tiempo libre y, en vez de crear tensión, sumen al público en la mayor vergüenza ajena, de algo mil veces visto pero hecho peor que nunca, y con un ritmo espantoso y la gracia en el culo, de forma literal en algunos instantes. Ni siquiera los muertos vivientes son creíbles, y no le darían miedo ni a un niño de teta; ni inquietud causan, por el amor de Monesvol. Una ridiculez, una catástrofe sin paliativos que no se justifica de ningún modo por la falta de medios, unos 10.000 dólares muy mal aprovechados, y con la que se sufre sin medida. Y sin razón si uno se la traga como aceite de ricino buscando más de Patterson.

let there be zombies andrew patterson
Cyfuno Ventures

Es lo que le está sucediendo a la gente, periodistas de cine inclusive, desde que se empezó a informar sobre la película comprada por Amazon Prime Video, con buen ojo, hasta que se ha lanzado en su plataforma de streaming y las críticas han visto la luz entre las nubes trasnochadoras de la imaginaria localidad de Caguya. Pero ni Prepper ni este horror de los horrores los firma el mismo cineasta que nos ha regalado la humilde y estilizada ficción científica de The Vast of Night. La confusión es comprensible si ni Google ni FA nos echan un cable para evitarla, y algunos llevábamos unos veinte minutos de sesión de tortura con Let There Be Zombies cuando nos percatamos del estúpido error. Pero otros no han tenido tanta suerte. Sirva este artículo para que no vuelva a ocurrir.

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