La polémica de las últimas semanas entre Donald Trump, Twitter, y las redes sociales en general ha traído debajo del brazo un debate que hasta cierto punto puede parecer superado. ¿Es Twitter más proclive a concentrar usuarios y opiniones de izquierdas y Facebook, por el contrario, los de derechas?
El último choque de Trump con Twitter se inició hace un par de semanas cuando la red social actuó sobre dos de sus tuits: el primero, en el que el Presidente de Estados Unidos ponía en duda el sistema de voto por correo -ahora en debate ante las próximas elecciones, y el riesgo de contagio por la COVID-19-, calificándolo como posiblemente falso y enlazando a otro contenido. El segundo, un tuit sobre las manifestaciones por el asesinato de George Floyd que Twitter directamente etiquetó como como que “glorificador de la violencia”.
La respuesta casi inmediata de Trump fue promover una orden ejecutiva que incitaba a los departamentos competentes a revisar la conocida Sección 230, aquella dentro de los textos legales norteamericanos que permiten que las redes sociales e internet sean en gran medida como son en materia de libertad de expresión.
En pocas palabras -aquí te lo explicamos más a fondo-, la sección 230 da a las plataformas como Twitter y Facebook el carácter de no ser responsables de las opiniones que en ellas viertan sus usuarios, ni de tener que controlarlas antes de que se publiquen -algo que sería, seguramente, imposible- y además también da a cada una la libertad de elegir dónde pone o no su propio baremo sobre qué es inadecuado.
Esto hace, por ejemplo, que Instagram prohíba los pezones femeninos mientras Twitter los permite, o que Youtube desmonetice según qué contenidos bajo su propio criterio según la polémica de turno. Ellos tienen un bar abierto para todo el mundo, pero dentro ponen sus normas. Así de simple.
Sin embargo, esta propia norma que supuestamente da mayor independencia a las redes, se ha convertido en un espejo de confrontación desde de que Twitter y Facebook tuvieran una posición muy distinta sobre las palabras de Trump.
Mientras la plataforma dirigida por Jack Dorsey encendió la mecha al etiquetar la veracidad de las afirmaciones del presidente, Mark Zuckerberg se promulgó en varias entrevistas asegurando que en su plataforma no lo haría. No tanto porque apoyaran al actual Presidente de Estados Unidos, sino porque no consideraban que su labor como red fuera identificar hasta tal punto qué es cierto y qué no.
"Tenemos una política distinta a la de Twitter en este aspecto. Creo decididamente que Facebook no debería erigirse en árbitro de la verdad sobre todo lo que la gente dice en línea"
Zuckerberg a FOX News.
Esta divergencia entre ambas redes sociales es un punto más en su disparidad de opiniones. Desde octubre, Twitter prohíbe la promoción de mensajes políticos en su plataforma, algo que Facebook sigue permitiendo.
Facebook y Twitter, dos grandes cámaras de eco
Lo cierto es que el debate es arduo y abierto a todos los matices posibles. Ni el ‘dejar hacer’ de Facebook parece que sea su mejor política después de escándalos como el de Cambridge Analytica y la contratación que ha llevado a cabo de organismos de fact-checking para luchar contra las fake news, y tampoco cuesta encontrar opiniones que dicen que las acciones de Twitter también se podrían tachar de censura.
No en vano, después de los tuits de Trump, la red social de los gorjeos cerró una cuenta que tuiteaba lo mismo que el Presidente, mientras que la oficial la mantuvo.
Lo que sí que parece evidente y que han probado varios estudios es que ambas redes sociales actúan como una cámara de eco para sus usuarios. Este concepto es una alegoría que ejemplifica cómo en Twitter y Facebook nos rodeamos y seguimos a personas con las que compartimos opiniones, haciendo que cada publicación se convierta en una bola de nieve de compartidos y retuits entre personas del mismo sesgo.
El fenómeno se ha estudiado en ambas redes, pero de forma más fehaciente, también por su mayor transparencia de datos, en Twitter. En 2017 un grupo de investigadores de la Universidad de Yale y de Nueva York analizaron decenas de miles de tuits de contenido político, y comprobaron cómo, los que se podrían considerar de izquierda y de derechas, apenas se tocaban.
En otras palabras, no existían retuits y respuestas desde la otra parte del especto. De hecho, el estudio apostaba porque si en Twitter nos da la impresión de que siempre está el típico que viene en busca de bronca, es porque su opinión destaca sobre manera frente al acolchado confort que nos da nuestra red de seguidos y seguidores, en la mayoría de casos afines.
El gráfico anterior muestra a un lado los tuits calificados conservadores y al otro los progresistas, y cómo apenas hay interacciones entre ambos. Mientras, el posterior, es el resultado de un análisis de 86 millones de tuits en base a un algoritmo de puntuación ideológica, elaborado hace unos meses por la Knight Foundation, y que da la razón a los que piensan que Twitter se inclina más hacia la izquierda.
En cuento a Facebook, aunque no hay estudios tan metodológicos, también se formula el mismo problema. De hecho, hace solo unos días un nuevo informe de investigadores italianos afirmaba las semejanzas de Facebook y Twitter en este sentido frente a redes más descentralizadas como Reddit.
Los cambios de Facebook han fomentado más fake news
Sin embargo, Facebook sí que ha ido teniendo en estos últimos años varios condicionantes que han ido aumentando su cámara de eco. Cuando en 2018 el debate se centraba en las fake news, Mark Zuckerberg [anunció un cambio]https://hipertextual.com/2018/01/facebook-algoritmo-noticias-cambio) en su algoritmo que disminuyó el ratio de apariciones de los medios para dar más peso a las publicaciones de familiares y amigas.
“Volver al Facebook original, el que nos hace conectar”, escribió entonces Zuck, culpando sin nombrarlo de la crispación y las fake news a los medios. El problema fue que al propio tiempo fomentar las publicaciones de los usuarios por encima de la de los medios generaba aún más crispación y más difusión de noticias falsas. En un ejemplo rápido, si veo una publicación de mi primo que es falsa, puedo creérmela, sobre todo si hay menos posibilidades de que un medio aparezca en mi time-line a desmentirlo.
El camino por la madriguera de conejo de Facebook explotó poco después con el escándalo de Cambridge Analytica, y desde entonces ha optado por algunas medidas como contratar verificadores sobre informaciones que circulan en Facebook y Whastapp -en España por ejemplo, Maldita o Newtral-.
Esto, sin embargo, no ha hecho que las opiniones que dicen que Facebook fomenta más las conversaciones de derechas no tuvieran motivos para seguir haciéndolo. Sin ir más lejos, cuando Facebook eligió un grupo de medios de ‘claramente contrastados’ para funcionar en su servicio de noticias -no disponible fuera de Estados Unidos-, escogió entre otros a Breitbart, el medio de extrema derecha -su slogan es “el portal de la derecha alternativa”- promovido por Steve Bannon, antiguo asesor de Trump y colaborador de VOX en España o el Frente Nacional en Francia.
Todo ello ha contribuido a un clima donde es fácil ver a Facebook como un elemento donde existen más comunicaciones políticas conservadoras que progresistas. Kevin Roose, columnista de The New York Times suele publicar los contenidos más compartidos en Facebook el día anterior, y en muchos casos son de medios considerados conservadores.
Top stories on Facebook today (excluding a few UNICEF posts that appear to be getting boosted in feeds) are from:
1. Franklin Graham
2. Bernie Sanders
3. ForAmerica
4. Fox News
5. Fox News
6. Blue Lives Matter
7. Fox News
8. ForAmerica
9. Occupy Democrats
10. Dinesh D'Souza— Kevin Roose (@kevinroose) June 2, 2020
Eso no evita que en España, al contrario que en Estados Unidos o Reino Unido, sean los partidos de izquierda los que más dinero empleen en publicidad en Facebook, con Podemos muy por encima de cualquier otra formación, como analizamos a fondo hace unos meses en Hipertextual.
Al final, todo se resume a un tema de audiencia
En cualquier caso, estas percepciones bien podrían ser explicadas simplemente por la audiencia de ambas plataformas. Facebook lleva años perdiendo público joven que migra a Instagram -de su propiedad- o TikTok, mientras que Twitter, pese a no tener estadísticas sólidas, tiene un uso más activo por parte de usuarios de mediana edad.
Hace ya cinco años el analista David Nicholson escribía en Forbes sobre esto, resumiendo que Facebook estaba quedando como “el lugar donde los futuros abuelos buscaban las fotos de sus amigos”, mientras que Twitter, solo por su modo de uso e interfaz, requería de unas mayores destrezas digitales. Y ahí cobraba sentido, en su opinión, la comprobada brecha entre izquierda y derecha que siempre suele existir entre los ciudadanos más jóvenes y los más adultos.