Nos imaginábamos que iríamos vestidos de negro, con ropa ajustada y resistente al fuego. O a lo Matrix. Pero estamos en pijama o en chándal y sentados en el sofá. Desde hace años, las películas sobre un supuesto Apocalipsis o el final del mundo tal y cómo lo conocíamos han sido una fórmula perfecta para la industria cinematográfica. Grandes efectos especiales, un héroe que salva a toda la humanidad y una dosis de romance. En El Día de Mañana, la ciudad de Nueva York quedaba reducida a un bloque de hielo por los estragos del cambio climático, en Hijos de los hombres nos enseñaban un mundo autoritario en el que la fertilidad ha dejado de existir desde hace décadas. Y de zombies y alienígenas que llegan a la Tierra para acabar con nosotros también tenemos una lista considerable. Pero no esperábamos que lo que llegara a la Tierra, no desde el espacio sino desde una pequeña región de China, sería el omnipresente coronavirus.

Cientos de miles de contagiados y miles de muertos alrededor del mundo. En menos de dos meses, la vida de todos ha cambiado literalmente. No podemos salir a la calle, no podemos visitar a nuestros familiares. Y esto es lo único que podemos hacer para luchar contra la COVID-19. Hay un enemigo común, pero no es de carne y hueso, no podemos acorrarle y acabar con él. Ni siquiera le podemos ver. Las películas nos dejaron entrever que en algún momento nuestro mundo pendería de un hilo. Pero este escenario no lo teníamos contemplado. Su final es una incertidumbre.

Durante estas semanas, las conversaciones se basan en el "cuándo todo esto acabe". Planes para abrazarse, para viajar, para verse, para intentar salvar el negocio, para recontratar a los empleados. Pero ¿cuándo podremos decir realmente que hemos ganado la lucha contra el coronavirus? ¿Cómo viviremos ese momento?

Tell me quando, quando, quando

La primera hipótesis es que hecha la vacuna, hecha la solución. La carrera internacional por conseguirla está siendo liderada por investigadores de todo el mundo y está avanzando cada vez más deprisa, pero para que fuera palpable se necesitaría un milagro. Juan Ramón Villalbí, miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas) explicó que estamos apenas en la etapa inicial para la fabricación de una vacuna que logre frenar el avance del coronavirus. "La vacuna de la gripe cambia cada año y normalmente se fabrica casi un año antes de que se utilice. Es un proceso largo y eso que la vacuna de la gripe es algo casi sistémico", explicó en entrevista con Hipertextual. En este caso, estamos empezando de cero, por lo que el experto no espera que se logre vacunar a una gran parte de la población hasta dentro un año y medio o dos años.

Eso podría significar que no se podría asegurar una inmunidad colectiva hasta mediados de 2021. Para ese momento, sin embargo, ya habremos dejado atrás muchas de las medidas de contención actuales. El cómo las dejaremos atrás sigue siendo otra de las incógnitas. Para Villalbí, el confinamiento y la suspensión de la actividad ha sido una decisión estricta pero necesaria para frenar los contagios, a pesar del coste económica y social que supone. Cuando se levante el estado de alarma, se tendrán que tomar otras decisiones difíciles para decidir cómo se empieza a volver a la normalidad. ¿Cuándo se abrirán los cafés? ¿Cuándo podremos volver a a un partido de fútbol? "La disponibilidad de las pruebas nos podrá ayudar y nos permita una aproximación más basada en la situación personal de cada cual y no solo medidas poblaciones, generales, que afectan a casi todo el mundo porque no tenemos otra", apuntó.

¿Cuánto tiempo puede durar el coronavirus en objetos y superficies?

Una vuelta a la rutina de manera paulatina podría ser el primer paso más lógico después del estado de alarma. Pero no el final de los contagios. Hace semanas se difundió que el coronavirus podría remitir en temperaturas superiores a 26 0 27 grados. Sin embargo, los médicos y científicos han alertado de que no hay evidencia científica que respalde esta afirmación. Además, en lugares como Sudáfrica, donde han llegado a temperaturas incluso superiores, el virus también está causando estragos. El verano no es una solución, pero la entrada del otoño puede ser un nuevo foco de peligro. Según Villalbí, cuadros como la gripe y el coronavirus son más favorables a aparecer en los meses de invierno, "porque hace frío, lo tenemos todos más cerrado y estamos más amontonados. Eso facilita su transmisión". Por lo tanto, es posible que se registre un nuevo brote a partir de octubre, o incluso que se apruebe una nueva cuarentena.

Si llega ese momento, la gravedad de un nuevo confinamiento dependería de las lecciones que hemos aprendido de la situación actual. El sistema sanitario es el primer punto, y el más importante. La crisis del coronavirus, indicó el presidente saliente de Sespas, nos ha enseñado la importancia de tener un sistema de salud pública que pueda detectar, monitorizar y responder a una situación de emergencia de esta naturaleza. En el caso actual, todos los sanitarios han demostrado estar a la altura, aunque se han puesto de relieve las carencias del sistema.

Se podría haber respondido mejor si se hubiera cumplido las previsiones de salud pública, que no se cumplieron porque llegaron los recortes y hubo un cambio de Gobierno. (...) Tenemos que velar para que nuestro sistema recupere el músculo y pueda afrontar mejor estas situaciones".

La saturación en los hospitales la hemos vivido una vez y podremos superarla gracias al esfuerzo titánico de las personas que cuidan todos los días la salud de los pacientes y contagiados con la COVID-19. Pero ¿podríamos vivirla una segunda vez sin llegar a un colapso mayor del actual? Los sanitarios podrían llegar a un límite inimaginable, pero también la población.

Juntos, amor para dos

Dollar Gill /Unsplash

En Canadá, después de la crisis del ébola, se llevó a cabo un estudio con personas que estuvieron afectadas por la enfermedad y que tuvieron que estar aisladas durante semanas. El resultado indicó que estos enfermos registraron un aumento del estrés postraumático con respecto a la población en general. No solo por haber sido contagiados, sino por el confinamiento total al que estuvieron sometidos. Mónica Pereira, psicóloga experta en urgencias y emergencias, citó este estudio en entrevista con Hipertextual y añadió que también se detectaron algunos indicios de agorafobia -el temor obsesivo ante los espacios abiertos o descubiertos- pero no se habló de una patología como tal.

Con este estudio como ejemplo y trasladándose a la situación actual, es esperable que haya una sintomatología a nivel psicológico una vez que la cuarentena llegué a su fin.

Pero no porque finalice el confinamiento, ya está habiendo este aumento. La gente se siente nerviosa y muchos no tienen la posibilidad de pedir ayuda profesional porque no tiene la capacidad económico o la tecnológica para tener esta ayuda. Por eso se están poniendo algunos servicios como teléfonos para la atención de la población".

Pereira destacó que el tema central de estos padecimientos es el miedo. Para algunos, porque sienten indefensión al no sentirse a gusto ni en su casa, que es dónde se supone que tenemos que estar bien. Otros, porque su casa en un factor de protección y el miedo aumenta cuando tienen que salir para comprar alimentos o cualquier otro motivo argumentado.

Estos miedos podrían potenciarse cuando se levante el estado de alarma- partiendo de la base de que cuanto mayor tiempo pase mayores pueden ser los miedos- sobre todo porque muchas personas no creerán que el nivel de contagio del coronavirus ha remitido. "Es una cuestión de personalidades, habrá gente con más tendencia a tener esa reacción y gente que menos. La realidad es que cuando nos deje salir a la calle, no será porque ya no esté el virus, será porque ya no están saturados los centros médicos. La gente va a salir a la calle sabiendo que se puede contagiar. Es lógico que sigan teniendo miedo", apuntó la psicóloga.

Salud mental en tiempos de cuarentena

Sin embargo, Pereira cree que la mayoría de la población conseguirá readaptarse. Intenta ver siempre el lado buena de las cosas y en esta situación también lo hay. Y habrá un lado muy bueno en lo que respecta a las relaciones sociales. Antes de la cuarentena, muchas personas daban por supuesto algunas amistades y, ahora que no los tienen cerca, hacen lo que sea por hablar con ellas. "El hecho de que nos hayamos dado cuenta de que necesitamos a esa gente va a hacer que cuando podamos vernos nos valoremos mucho más y fomentemos más estas relaciones que en algunos casos se pueden haber dejado de lado". Además, se aprenderán nuevas formas de mantener las amistad porque, si algo nos ha enseñado esta cuarentena -y las videollamadas- es que estar lejos físicamente no significa no poder tener una relación con una persona.

Además, otros hábitos pueden ser mucho más comunes a partir de ahora como lavarnos las manos más asiduamente. En México, a raíz de la gripe aviar en 2009, se ha convertido en algo común que los establecimientos cuenten con gel desinfectante. Una práctica que antes no estaba generalizada pero que, gracias a esa experiencia, se convirtió en un hábito para casi todos los mexicanos.

'Dame la pasta o te rajo'

Sharon McCucheon/ Unsplash

Llegamos a uno de los puntos más complicados para todos: la economía. En las últimas semanas, se ha destruido más de 800.000 empleos y muchas empresas ha tenido que adoptar un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) para poder seguir sobreviviendo. Los pronósticos no son muy esperanzadores. El turismo es y será uno de los sectores más afectados -y el principal de la economía española- por esta crisis. La asociación de empresarios calcula que la recuperación no llegaría hasta finales de agosto, partiendo de la base de que la cuarentena no se alargará más de lo esperado. En total, se estima que se pierdan unos 42.000 millones de euros hasta finales de verano. Y este el escenario más optimista.

El efecto en las empresas, tanto si son grandes como más pequeñas, dependerá de la liquidez que tengan. Javier Collado, profesor de economía en el Centro de Estudios Financieros (CEF) indicó para Hipertextual que es la misma situación con los salarios. Si una persona gana 20.000 euros al mes pero los gastos son muy altos, no tendrá ahorros. En cambio, si una persona gana 2.000 euros pero logra ahorrar 500 cada mes, puede estar en una mejor situación económica. "Las empresas con tensiones de tesorería van a tener un problema porque tienen que despedir masivamente. Lo único que se puede es que el estado aplace impuestos y cuotas a la seguridad social porque es el único que se podrá endeudar en esta circunstancia. Caerán los ingresos pero tiene la capacidad de endeudamiento con el respaldo del Banco Central Europeo".

¿Y qué va a pasar con el comercio tal y como lo conocíamos hasta ahora? ¿Seguirán llegando muchos productos de China?

Depende del aspecto psicológico. La gente se ha quedado con la idea de que este virus ha venido de China y si la gente tiene miedo a que eso se repita, podría ser una oportunidad para aquellos empresarios que sobrevivan y que podrían empezar la producción en España o Europa aunque el coste sea superior, pero más seguro".

Collado recordó que en cada período de crisis también hay oportunidades. Esta semanas, una de las empresas que no está siendo afectada por la crisis del coronavirus es Amazon. Más allá de las compras de supermercado, miles de personas están comprando otros productos por la plataforma. Con el tiempo, otro tipo de empresas que antes no estaban encaminadas a trabajar en la red pueden empezar a cambiar sus estrategias. "Las cosas se irán encaminando más hacia el e-commerce", zanjó el economista.

Igual que muchas personas pueden cambiar en un futuro ciertos hábitos como lavarse más habitualmente las manos, las empresas también pueden haber aprendido algo de la cuarentena. A pesar de que el teletrabajo no es una novedad, pocas compañías lo han implementado de forma asidua. "Muchas empresas privadas se darán cuenta de que quizá no vale la pena pagar elevados alquileres por tener megaoficinas en los centros de los ciudades pudiendo trabajar desde casa", vaticinó Collado.

Globalización, adiós con el corazón

El coronavirus nos ha cambiado la vida en pocas semanas, pero también cambiará muchas de las reglas que eran válidas hasta hace poco. Muchos economistas hablan de una crisis en forma de "V", basada en una gran depresión pero una rápida recuperación. Para otros, sin embargo, lo que sucederá en los próximos meses no tendrá forma de letra. Pero cambios habrá, y muchos. Poco después del estado de alarma decretado en España, el Presidente Pedro Sánchez mantuvo una reunión con los líderes europeos para trazar un plan conjunto de respuesta a esta situación. El resultado fue que, por el momento, no hay acuerdo entre los mandatarios.

"Sabremos qué puede pasar cuando tengamos el establecimiento formal de los mecanismos que van a poner en marcha, ya sea un Plan Marshall o slo medidas monetarias", apuntó Javier de la Nava, profesor de economía internacional del CEF. Sin embargo, el experto expuso un posible cambio de inflexión. La falta de consenso entre los miembros de la Unión Europea no es una novedad pero, hasta ahora, pasaba de puntillas. "Si el coche rodaba aunque tuviera un pequeño ruido en el motor", ejemplicó de la Nava. Pero, como bien dice el dicho, las crisis sacan lo mejor y lo peor de nosotros.

El pegamento que nos ha unido siempre ha sido el mercado. Cuando hay que ponerse solidarios, hay países que se ponen de perfil y otros que miran directamente para otro lado (como se vio en la crisis migratoria). Esa no es la idea de la gran Europa y si estamos diciendo que una Europa debilitada no es un gran competidor en los mercados, o la reconfiguramos y cambiamos la mentalidad o si no mejor llamarla comunidad económica europea, pero no una unión".

En redes sociales y en artículos de opinión, el capitalismo también ha estado en el punto de mira. ¿Será este su fin? Por el momento, parece que el primer paso será refundarlo, sobre todo porque los actores pueden empezar a tener otro rostro. Para Donald Trump, el coronavirus podría ser su prueba. Javier de la Nava comentó en entrevista con Hipertextual que los próximos meses pueden ser un refortalecimiento total a la gestión del Presidente estadounidense o su final en la política. El economista internacional apuntó que sería necesaria la aparición de un estadista, como ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial. ¿Habría entonces un peligro de nueva Guerra Fría? "Esos dos bloques diferenciados ahora pueden ser tres. La parte occidental y la oriental con China a la cabeza. Y en medio Rusia, que querrá aprovecharse de los unos y los otros".

Todo puede cambiar. La economía, el significado de la globalización y hasta los derechos. Muchos analistas ya han alertado de una disminuición de las libertades en países como Hungría, donde se ha aprobado una ley que permite al Presidente Viktor Orbán alargar indefinidamente el estado de alarma y le otorga poderes extraordinarios. "Muchos se aprovecharán de esta situación y dirán que se necesitan poderes autoritarios para tratar de recomponer la situación. Al principio podemos conceder el beneficio de la duda peor la pregunta es cuándo vamos a pasar del beneficio de la duda a dudar del beneficio", dijo de la Nava.

Los retos aumentan cada día, así como las incógnitas, el desamparo y hasta la incomprensión. Pero, para el economista del CEF, lo importante es seguir adelante, tal y como muestra esta historia africana que comparte con este medio.

En África, cuando sale el sol, los leones ya están cazando para conseguir sustento. Pero también las gacelas también están corriendo para tratar de evitar a los leones. Con lo cual, en África, cuando sale el sol, lo importante no es ser león o gacela, sino estar corriendo".