Javier Gil, trabajador en una consultora tecnológica de Zamora, es uno de tantos de miles de empleados que se ha visto afectado por la crisis del coronavirus de alguna u otra manera. Él y la compañía en la que trabaja; donde se han visto obligados a implantar "por primera vez el teletrabajo y de manera excepcional siguiendo los consejos del Ministerio de Sanidad", explica.

Esta crisis es la prueba de fuego para miles de pequeñas y medianas empresas –el grueso del tejido productivo en el país– que, pese a las peticiones del sector y de sus propios empleados durante ya largo tiempo, han evitado implantar sistemas de trabajo a distancia de forma escalonada.

De hecho, las cifras siempre han estado en contra. España se encuentra a la cola de los países de la Unión Europea en lo que a implantación del teletrabajo se refiere. Un 4,3% de los empleados accede a esta modalidad de forma recurrente según datos del Eurostat; un 7,9% a finales de 2019 según un último estudio de Adecco como récord histórico y puntual. Esto supone que solo 800.000 trabajadores operaban antes de la crisis pandémica desde su casa al menos una vez por semana. Ahora, y por una cuestión coyuntural, estos datos escalarán durante al menos dos semanas.

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Las recomendaciones del Ministerio de Sanidad llegaron junto a los primeros contagios en las grandes ciudades de España; con ellos, las dudas, el caos y la huida en masa de empleados a sus hogares ordenador en mano; otros, empleados en sectores de imposible implantación, se preguntan por el futuro de su puesto de trabajo.

En cualquier caso, los que, de momento, no registraron contagios ya estaban planeando el inicio de la actividad en el hogar a partir del lunes 16 de marzo, si no antes. De hecho, ya son varias las operadoras que han regalado más datos a los contratos de fibra para soportar el incremento de la actividad en los hogares. Otros siguen a la espera de ver la evolución del virus en sus respectivas comunidades y de los círculos de decisión de sus compañías.

Pero la sensación es la misma. Como tantos otros, Javier alega que, de momento, "la información aportada por su empresa es escasa". Una cuestión que no solo afecta a la pequeña y mediana empresa: según ha podido saber Hipertextual empleados de grandes compañías como Airbus, Prisa o El Corte Inglés han sufrido las mismas idas y venidas, caos y desconocimiento del estado de la situación desde hace días. Pese a sus dimensiones, el miedo a la poca disponibilidad de ordenadores portátiles y el miedo a las filtraciones de datos –como ya le pasase al Grupo Prisa en la Cadena Ser– siguen muy al día.

Y no es de extrañar, la experiencia general hasta la fecha ha sido nula: "Entre los trabajadores existe un poco de desconcierto en estos momentos, en parte por no tener claro que exista una organización previa que lo permita, así como por el desconocimiento y la rutina de tener todo tipo de respuestas e infraestructuras al alcance en la propia oficina". Protocolos y sistemas de gestión externos enfocados a un trabajo a distancia más allá de herramientas como Zoom o Skype.

Los ganadores del momento

Mientras las compañías, principalmente del sector turístico y servicios, estudian las ya más que seguras pérdidas que estos meses de parón tendrá para las cuentas anuales, otras llevan semanas registrando un pico de trabajo muy por encima de lo que estás acostumbradas.

Son precisamente las compañías dedicadas al trabajo de forma remota las que más negocio están registrando en este momento. Un sector que, hasta la fecha, si bien aprovechaba un creciente interés por los nuevos modelos de empresa seguía en un discreto segundo plano.

"En España ni hay cultura ni se ha puesto mucho interés en el teletrabajo. Asusta mucho porque hay desconfianza en los empleados por si no cumplen o no van a ser productivos", explica Silvia Martínez de Sesame Time, compañía dedicada a la implantación de soluciones para el teletrabajo. Una posición que comparte Pedro Martínez desde otra empresa del sector, Aruba; donde añaden que "quizá España ha estado viviendo más bajo la cultura del presencialismo enfocado en cuestiones muy diferentes a las de productividad y trabajo por objetivos". Es, ante todo, una cuestión de confianza en el empleado y mejora de las tareas de gestión.

Ahora, ambas compañías están registrando un pico de peticiones por parte de cientos de compañías con las que, sin la crisis del coronavirus, no habrían tenido ninguna posibilidad. Es, después de todo y según explica Pedro, "una situación que ha forzado a muchas empresas que han tenido que improvisar".

Pero de la necesidad y de la improvisación de unos, al beneficio de otros. "Desde el jueves, los registros se han triplicado", explican desde Sesame Time, esto les ha supuesto pasar de los 3.100 clientes a los 3.300 en apenas unas jornadas. En menos de una semana han hecho el trabajo de meses o, incluso de todo el año. Y no solo de los que no cuentan con ningún sistema, también de los que necesitan ampliar sus plataformas para dar cobertura a más equipos en remoto. Una situación similar a la de Aruba. "La última semana hemos notado un crecimiento muy grande", explican, "si antes teníamos 3 o 4 consultas al mes, ahora las hemos multiplicado por 6 en solo una semana".

Y lo más importante en este momento, pregunta que hacen todos, es por el tiempo de implantación. Tanto Aruba como Sesame Time responden las mismas inquietudes por parte de los posibles clientes. La urgencia es máxima y las soluciones deben ser rápidas y, lo más importante, sencillas. "Las empresas quieren que el proceso sea lo menos disruptivo posible para que no se vea afectada la productividad y el cambio sea rápido", explica Pedro.

En este contexto todos añaden la misma coletilla: no es un problema de tecnología, eso lleva ya años desarrollado, lo que viene ahora es la prueba de fuego de la confianza en los empleados. Ambas compañías esperan, asumiendo la gravedad coyuntural, que esta mala época sirva para mejorar las cifras de teletrabajo a futuro. "Está feo, pero es una oportunidad para nosotros", comentan desde Sesame Time, "creo y espero que esta crisis sirva para trabajar de otra manera".

Especialmente con la llegada de las nuevas generaciones que, entre otras cosas, ya exigen estos sistemas. "Esto va a remover la conciencia de muchas empresas y se van a dar cuenta de que funciona", culmina Pedro.