The Stand, la novela de Stephen King que cuenta los efectos de un terrorífico apocalipsis ocasionado por un virus pandémico que se difunde con inusual rapidez, es ahora un preciso referente para lo que está ocurriendo a partir del descubrimiento del coronavirus y sus efectos. La historia, escrita por Stephen King durante la década de los setenta y que fue reeditada con algunos capítulos extras durante los noventa, narra con escalofriantes detalles el recorrido del virus, que pasa de ser un fenómeno local a transformarse en una crisis mundial que terminó por diezmar la población humana.

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Ahora, en medio de la emergencia del coronavirus, la novela toma nueva relevancia y el autor parece saberlo: ayer el autor compartió algunos capítulos a través de su cuenta Twitter en los que detalla la propagación del virus y sobre todo sus efectos sobre la psique colectiva. Uno de los mayores aciertos de King al escribir la novela fue mostrar con meticuloso detalle la forma en que la sociedad y, sobre todo la cultura norteamericana, reaccionó a un fenómeno que le sobrepasó no solo en condiciones físicas sino también emocionales a la colosal tragedia.

Varias de los capítulos más emocionantes de la novela ocurren durante “la caída de la civilización”, que recuerda y y analiza los terrores sobre la pérdida de control y la paulatina incapacidad de los gobiernos y otras formas de poder para contener el caos causado por el miedo que puede provocar una emergencia sanitaria a gran escala.

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Stephen King compartió el capítulo ocho, que en su opinión es el que todos deben tener muy presentes durante una emergencia de la proporción del coronavirus, y sobre todo la forma en que debemos comportarnos en medio de una situación que requieren la solidaridad mutua. Esto se debe a que el capítulo The Stand describe con extraños y específicos detalles lo que ocurre durante la propagación de la pandemia y lo hace desde la óptica de los enfermos, lo cual coloca a la novela en la extraña posición de predecir un fenómeno a casi 30 o 40 años de distancia.

King comenzó la lectura dejando claro que se trataba de una novela de ficción y, también, analizando el hecho de que no pretende dar lecciones morales ni mucho menos reflexionar a un nivel religioso sobre lo que ocurre durante una pandemia. Eso, a pesar de que en un determinado punto la narración combina lo sobrenatural con los sucesos que ocurren a nivel social luego que la civilización pierde control y termina por sucumbir a los efectos de la súper gripe, el virus que según Stephen King es el responsable del rápido y mortal apocalipsis que termina por convertir a la civilización tal y como la conocemos en escombros.

Terrores y paranoias

En The Stand, el recorrido fatídico del virus comienza como un experimento militar a pequeña escala que, después de un error humano, se convierte y se propaga con una escalofriante rapidez a través del país y después alrededor del mundo. En una de las escenas más recordadas en la novela, la ciudad de Nueva York se muestra vacía mientras uno de los personajes la recorre y tropieza con cadáveres de diferentes ciudadanos y en diferentes lugares, lo que brinda a la novela una extrañísima visión sobre un futuro distópico que en esta ocasión no tiene ninguna relación con fenómenos extraordinarios ni tampoco con fuerzas externas a las humanas.

Una de las grandes características de la obra, es como King supo captar la crisis a través de pequeñas historias que lentamente se entrecruzan entre sí para crear una gran versión sobre la realidad. Pero sobre todo lo que ocurre a partir del momento en que las autoridades dejan de tener control sobre la expansión rápida mortal y eficaz del virus.

El capítulo 8 de la novela comienza con un personaje llamado Joe Bob Brentwood, un policía infectado que se convierte en el centro de un contagio mayor, después de entrar en contacto con un enfermo sin saberlo. Convirtiéndose en un paciente asintomático, el personaje el personaje recorre el pueblo en que vive e infecta al resto de sus vecinos. El capítulo muestra de forma gráfica y puntual las diferentes formas en que una epidemia puede transmitirse por medios sencillos y sobre todo, por errores que consideramos comunes. Es de especial importancia el recorrido que crea no solamente el personaje como símbolo de la posibilidad de contagio por contacto, sino también de la forma en la que la novela profundiza sobre las recomendaciones insistentes de los diversos institutos y organizaciones al recomendar en la distancia social y sobre todo la cuarentena al momento de sospechar el contagio del coronavirus.

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Para King, una infección puede funcionar como una cadena invisible que se transmite sin que seamos conscientes del poder que cada uno de nosotros tiene tanto como para propalar o detener una infección. Con la lectura del capítulo 8 de The Stand, el escritor espera concientizar al público en general de la necesidad de obedecer las normas de la cuarentena y sobre todo de la distancia social, para crear las condiciones apropiadas para que la curva de contagio cada vez más elevada en Estados Unidos pueda descender.

El escritor comparó la lectura del capítulo 8 con una carta que se envía a través del sistema postal norteamericano, conocido por su eficiencia y sobre todo su capacidad para enfrentarse a cualquier situación para cumplir su cometido. Para King, es de extraordinaria importancia que sus lectores sean conscientes de que The Stand fue una novela que no predijo el coronavirus, sino que analizó de manera sociológicas una situación que puede ocurrir, y que de hecho está ocurriendo, pero que también puede ser evitada y reducida a través de las lecciones sugeridas en la novela.

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Durante las últimas semanas, Stephen King ha denunciado en más de una ocasión que su novela está siendo utilizada como una especie de gran predicción sobre las consecuencias inmediatas y a largo plazo del coronavirus. En un esfuerzo por evitar el pánico innecesario el escritor ha dedicado tuits y lecturas sobre su novela para demostrar que se trata sólo de una proyección de conclusiones que pudieron haberse realizado bajo cualquier aspecto, pero que sin embargo no tienen ningún contenido verídico.

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