Los fans de Stephen King comenzarán el 2020 con un regalo de HBO: el 13 de enero llega la miniserie basada en una de las últimas novelas del rey del terror, El visitante. La serie, de diez episodios, se centrará en la investigación sobre el brutal asesinato y violación de un niño de once años en una pequeña localidad.
Desde el primer episodio, la policía local arresta a un reputado ciudadano tras encontrar pruebas concluyentes de su culpabilidad; pero, poco a poco, sus pesquisas se irán retorciendo hasta llegar a conclusiones inexplicables. En la ciudad, hay algo más tenebroso y oscuro que un mero asesino.
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Con esta historia, King se adentra de nuevo en el género policiaco y nos presenta como protagonista al detective Ralph Anderson (Ben Mendelsohn). El rey de los villanos de Hollywood queda desdibujado por culpa de un personaje bastante plano, eclipsado por la ambientación siniestra que lo rodea. Aquejado por sus propios demonios y su incapacidad para hablar de sus sentimientos, Ralph se empeña en ceñirse a la realidad material incluso cuando las pruebas se contradicen entre sí y todo apunta a que hay algo sobrenatural implicado.
Por suerte, no nos quedamos solo con este personaje. Una recurrente en el universo de Stephen King, Holly Gibney, juega un papel central en el misterio. Su presencia es lo mejor de la serie, gracias a lo complejo de su carácter, que oscila entre la vulnerabilidad y la fuerza. Holly apareció por primera vez en la trilogía de Bill Hodges, que se adaptó a televisión con el título de la primera novela, Mr Mercedes. En esta ocasión, es Cynthia Erivo quien se pone en la piel del personaje y le da una nueva vida.
Los hechos de El visitante se ambientan después de esta trilogía, con una Holly liberada del peso familiar que sufría entonces y convertida en una mujer independiente y excéntrica. El recuerdo del pasado sigue siendo importante en el personaje, pero no es necesario conocer su historia completa para entender su papel en esta serie. Su paso por El visitante es solo uno de tantos, ya que el personaje será protagonista en una nueva novela del autor en 2020, titulada If it bleeds (Si sangra) —al ritmo en que se adaptan sus novelas, no nos sorprendería que pronto tuviera su propia serie—.
The novel is which Holly Gibney stars, still very much in work, is actually called IF IT BLEEDS.
— Stephen King (@StephenKing) May 15, 2019
Las consecuencias de la pérdida
Stephen King es conocido por emplear el terror visual como una herramienta para hablarnos de algo más profundo. Si en It nos presenta el miedo a dejar atrás la niñez y enfrentarnos a los complejos, en El visitante nos habla de pérdida y duelo. La clave de la historia la encontramos al revisar el entorno que rodea a la muerte del niño.
Tanto su familia como la del acusado quedan devastadas por el caso, y cada quien enfrenta esa muerte de una forma distinta. Incluso el detective protagonista y su esposa deben hacer frente al fallecimiento de su hijo a causa del cáncer, que les ha dejado importantes secuelas a nivel individual y como pareja.
Aunque el ritmo de la serie es bastante lento, acierta en el modo en que refleja ese dolor colectivo a través de escenas intimistas, con planos detalle y parándose a retratar a algunos personajes en sus momentos de mayor desesperación. Desde un padre volviendo una y otra vez a la habitación de su hijo ausente, hasta el silencio de un hermano desolado por la pérdida, pasando por la culpa de los agentes de seguridad, que cargan con la responsabilidad de llevar algo de consuelo a las familias.
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De hecho, funciona mucho mejor como novela negra que como relato de fantasía. Lo sobrenatural va in crescendo con cada capítulo hasta tomar un papel protagonista a partir de la mitad. Sin embargo, cuanto más tangible es esa presencia, más encanto pierde la serie. Y es que es mucho más aterrador el poso del dolor y la pérdida que el ente maligno que nos van revelando poco a poco.
Terror fallido, pero trama interesante
En ese sentido, El visitante deja una sensación de amargura y tensión en el espectador que podría compararse con un capítulo especialmente perturbador de Mentes criminales, pero sin contar con un cuerpo de policía tan carismático. En su lugar, tenemos a una serie de personajes femeninos que llevan en sus hombros el peso de la serie. Mientras que los hombres tienen trazas de personalidad bastante similares —taciturnos, encerrados en sí mismos, inexpresivos—, las mujeres reflejan un abanico más amplio de caracteres con los que sentirse identificado y tomar afecto. Eso sí, cabe destacar a Jason Bateman, que interpreta al principal acusado del asesinato con una sensibilidad que lo desmarca de sus compañeros.
Si bien consigue el efecto de tensión deseado en el público, lo hace a base de un ritmo demasiado pausado que puede exasperar al espectador más impaciente. Quizá diez episodios son demasiados para contar una historia que podría ir bastante más deprisa, teniendo en cuenta que el tiempo extra apenas se utiliza para ahondar en los personajes, sino que redunda mucho en las pocas cualidades que sabemos casi desde el principio.
Lo que ha estropeado el cine que lo salven las series
Por otro lado, los elementos que son más propios del terror dejan bastante que desear en el apartado audiovisual. No son sobrecogedores en el sentido en que pueden serlo otros personajes de Stephen King o, al menos, no han sido adaptados de la mejor forma. Es cierto que se juega con las sombras, algunos planos aberrantes y, a veces, con el desconcierto del público, pero cuantos más detalles se revelan, menos efecto consiguen.
En general, es una serie a la que merece la pena dar una oportunidad, tanto si te gusta este autor como las tramas policíacas. El resultado final es un producto entretenido, pese a sus carencias en el ritmo, y que engancha gracias a los cliffhangers al final de cada episodio. Pero gustará más a quien no la vea con las expectativas de ir a pasar miedo.